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SENSEI (AKAME) cap 27 al 35

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Mensaje por Sakura Kamenashi Miér Mar 21, 2012 9:04 pm

Queremos continuación onegai !!!!! T-T por favor *-*
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Mensaje por shion kamenashi Jue Mar 22, 2012 12:15 am

Contii contii contii onegai t.t meii-san!!!
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Mensaje por Ecatheriina Vie Mar 23, 2012 8:31 am

Si Meii-san T.T lloramos, muchas estamos llorando, queremos conti SOOOO BADLYYYYY !!!

Onegai *^*
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Mensaje por shion kamenashi Sáb Mar 24, 2012 3:51 pm

*^* Meiii-san onegai contii kiero saber si ya va a ser la primera vez de jinjin y kazu-chan onegai adema de saber q v a pasar con los hermanitos t.t meii-san onegai
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Mensaje por Ecatheriina Dom Mar 25, 2012 1:31 pm

Waaaaaaaaaaaaaaaaa, por favor sisisisisisisiisisisisisi?! Yo tambien muero por saber sobre su primera vez y por saber si Yuya y Reio ya estan juntos *-* asdfasdfasdafsdafsdf !!!! <3
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Mensaje por tawsuna Dom Mar 25, 2012 2:00 pm

Hola :)

Soy Tawsuna, la autora del fic SENSEI.
Solamente quiero que estén enteradas que me comentaron que el fanfic hace mucho que no se actualiza aquí, y debido a que decidí volver a publicarlo por mi cuenta COMPLETO, lo estoy haciendo pero en mi comunidad de fanfiction... y como sé lo que se siente leer una historia que te gusta y que no le den continuación o final, por eso vengo a avisarles y a pasarles el link para que puedan continuar leyéndolo.
Sin embargo, me di una vuelta por las páginas anteriores y vi que Mei regresó a continuar publicando :) de modo que esto es solo un aviso, ya sea que continúen leyéndolo aquí o en mi sitio directamente, como gusten ;D Aunque como lo estoy publicando desde el principio NUEVAMENTE, entonces estoy subiéndolo cap por cap, y apenas voy en los primeros jiji por lo que me tomará también tiempo en terminarlo en mi comunidad.
Igual les dejo el link por si les interesa y... obviamente no solo publico SENSEI, si no otros fanfics que tengo guardados y nuevos que ando escribiendo.

DEAI NO CHIKARA FANFICTION

Feliz lectura y gracias por leer mi historia ^^

Saluditos!
T.

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Mensaje por Ecatheriina Dom Mar 25, 2012 3:15 pm

Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !!! Asi que eres tu quien escribio este fic maravilloso TwT !!! Arigatouuuu <3 !!! Saber que lo pondras en tu comu (ya que Mei esta ocupadita u.u) me hace sentir feliz *-* !!

Veras, yo soy fan tuya TwT <3 !!

Gracias, gracias a ti >///< !!!

Y claro que nos interesa *-* <3 !!!
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Mensaje por shion kamenashi Dom Mar 25, 2012 7:56 pm

Kyaaa yo también soy tu fan!!! Eh de decire q me encanta tu fic y q me da muxo guto conocerte enserio n\\.\\n <3 muxas gracias por continuarlo!! >V<
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 12:15 am

lo prometido es deuda y en serio gomen chicas mi U me tiene ocupadita y solo hasta ahora me hice un tiempito de seguir publicando, ademas quisiera pedirles disculpas por la GRANDISIMA demora que les cause y tambn a la autora ya que le pedi permiso apra publicarlo pero no lo pude seguir haciendo hasta ahora u.U hontoni gomen, * hace mil reverencias* ahora les dare un gran regalo publicare lo que mas pueda ahora para que tengan arto para leer me demoro un pokito en subirlo xq es largo demo GAMBARIMASU ! asi que aki va y de nuevo les pido mil disculpas por la DEMORA,
LO SIENTO MUCHO!!!!!!!!!
pero gracias a sus comentarios me animo mas asi k q aqui les dejo su grandisimo premio publicare hasta que mede sueñito! XD
besitos las adoro y les doy las gracias por seguir este fic, creo k que me han dado el valor suficiente para publicar un fic propio que tengo guardado por ahi que espero les guste, lo publicare una vez termine este!
besitos ASHITERU MINNA!!! <3<3<3<3 ARIGATOU!!
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 12:25 am

chikas gomen tengo que hacer unas correcciones urgentes al fic asi k les publico en la mñn hasta donde pueda, ahora revisare y corregire todo el fic xq temo que me salte un cap xq tengo el archivo en pdf y tiene 720 pag y cada vez que piblico tengo que buscar el cap y selecionar todo y aveces, apreto otro voton y tengo volver a seleccionar asi que honotni gomen esperen un par de horitas mas y ahi si estara todo listo y les avisare si me salte algun cap eso besitos sorry bye
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 1:10 am

ya ahora si xikas despues de revisar, me di cuenta que solo fue un error de tipeo de los numeros los ultimos 2 caps son el 24 y 25 asi que ahora si todo esta ok! les dejo uno por ahora y mñn en la mñn subo lo demas besitos oyasumi!!
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 1:14 am

CAP 26 KIMI WA… BOKU NO SHIAWASE
(Mi felicidad… eres tú)


Tardaron más en llegar a la habitación, que en tirarse en el futón y comenzar a besarse con ternura, tomándose toda la paciencia del mundo. Lo que habían sentido en las aguas termales, era la necesidad de estar juntos… una necesidad que los hizo caminar rápidamente hasta la habitación, pasando por enfrente de la de Ueda y Maru, ignorando que ellos también estaban ocupados en sus cosas (si hubieran ido más atentos en los ruidos de alrededor y menos en el que hacían sus pasos, habrían escuchado gemidos delicados de parte de Ueda, pronunciando el nombre de su novio).
El cabello de ambos estaba mojado. No se habían tomado la delicadeza de secarse correctamente al salir del baño. Solo se pusieron las yukatas y volvieron a salir del mismo, tomados de la mano.
Jin besó todo el rostro de Kame después de separarse de sus labios, escuchando gemidos de placer y protesta, pues el menor quería continuar besándolo sin darle tregua, pero el mayor tenía ya planes para sus labios en cada centímetro de la piel de su novio.
Casi obligándolo, Kame haló el rostro de Jin para volver a besarlo mientras las manos de su novio le recorrían los costados de todo su cuerpo, desde las rodillas, hasta los hombros y cuello, terminando en sus mejillas para profundizar el beso. Kame se negó a soltarlo y, sabiendo cuánto lo disfrutaba Jin, internó su lengua explorando toda la boca de su amante, arrancándole gemidos suaves.
Tuvieron que separarse para tomar un poco de aire y sonreírse mutuamente, totalmente sonrojados. Sus corazones latían con fuerza, pero eran golpes que les gustaban, los hacían sentir una sensación sublime…casi de estar en el lugar y momento indicado.
-¿Estás seguro que quieres…? –preguntó Jin, que en ésta ocasión no se sentía capaz de detenerse.
-Sí, Jin… -contestó de inmediato, acariciándole el cabello mojado, humedeciendo sus manos al contacto- Claro que quiero…
-Yo también… -le besó la frente y le retiró del rostro algunos mechones mojados- No sabes cuánto he esperado…
-Lo sé… -ladeó un poco la cabeza para dejársela más sencilla: quería que lo besara en el cuello.
Prefirió no seguir hablando, después de todo, su novio estaba entregándose como nunca antes, y mientras lo besaba en la mejilla, haciendo un camino de besos hasta el oído, detrás del mismo y el cuello, recordaba las veces anteriores, donde se ponía nervioso y tenso…
Fue entonces cuando recordó las palabras de Maru: era necesario tenerlo relajado para que ambos disfrutaran apropiadamente.
Sin pensarlo mucho, besó todo el cuello de Kame, arrancándole gemidos y caricias que se hacían un poco más intensas en su espalda, sabiendo de ante mano que quizá, su novio quería verlo sin la yukata… pero todo tenía su debido tiempo.
El menor se mojó los labios con su lengua, saboreándose las caricias Jin. No podía creer lo relajado que lo hacía sentir con solo besarlo, aún si sus manos comenzaban a ponerlo impaciente, no importaba…
-Tu piel es tan cálida… -susurró Jin al momento de acariciar el cuello de Kame con su nariz.
-Es porque… acabamos de salir… de los baños, amor…
-Nah… esa agua no puede ser capaz de que tu piel sea tan maravillosa… -lo halagó regresando a su boca, besándolo ésta vez con ternura mientras sus manos dejaban de acariciarlo en todo el cuerpo y se dirigían al obi de la yukata, que había sido amarrado inapropiadamente por delante, debido a sus prisas por llegar a la habitación.
-Adulador… -susurró echando hacia atrás su cabeza al momento de sentir los besos de Jin su mentón.
El mayor sonrió con satisfacción y divertido por las palabras de su novio. Todo estaba marchando muy bien y no podía pedir más. Le encantaba consentir a Kame, incluso si estaban lejos… Era como… mágico estar con él.
Acarició le obi y lo desamarró con lentitud, sintiendo que las piernas de Kame se movían con impaciencia debajo de él. Se levantó un poco, observando la mirada de su novio, que era entre el
reproche y desconcierto. No le respondió, y el menor tampoco pudo preguntar porque cuando iba a hacerlo, vio cómo Jin le abría con delicadeza las piernas, apoyándose con sus rodillas entre ellas para tener una mejor posición.
Kame volvió a recostarse a medida que vio a Jin aproximarse. El obi por fin estaba desatado, solo era cuestión de tiempo para estar semidesnudo a los ojos de Jin… nuevamente. No era que le causara vergüenza, pero… por alguna razón, su ansiedad se hacía más y más grande.
Por su parte, el mayor le abrió la prenda con lentitud, deleitándose con aquella vista: Kame sobre el futón, con una mano sobre la boca mirándolo desvestirlo. ¿Podía haber algo más lindo que su novio sonrojado por la ansiedad?
Regresó a sus labios, besándolo mientras acariciaba el estómago de Kame, arrancándole gemidos y pequeñas risas por las cosquillas. Lo adoró… era hermoso ver a la persona que amaba tan relajado y feliz al momento de estar en un momento tan íntimo… y pensar que era solo suyo…
Bajó hasta su pecho y lo besó con cuidado, repartiendo mordiscos de vez en cuando, cosa que hacía suspirar a Kame, logrando que ladeara la cabeza un par de veces y acariciara el cabello de su novio, incitándolo a continuar y dándole muestras de cariño con esas caricias.
Jin se lamió los labios cuando llegó a la cintura de Kame… una de sus partes favoritas. Era tan delicada, siempre que la tocaba le daba esa sensación, así que ahora que la tenía a su merced, debía tratarla con mucha suavidad. Con sus manos, acarició los costados de su cintura, besando su ombligo y paseando las caricias hasta las piernas del menor, quién continuaba con los ojos cerrados, sintiendo y queriendo tocar alguna parte de su novio, pero ya el era imposible, pues Jin había bajado cuidadosamente hasta su rodilla, la cuál besaba también.
De regreso vio de reojo la mano de Kame, la cual se aferraba al futón con fuerza para tener algo en qué descargar toda la ansiedad. La tomó y comenzó a besarla completamente, desde sus dedos, hasta la palma, lo que le dio choques de placer al menor.
-Jin… jin… -lo llamó por su apodo cariñoso al no poder expresar de otro modo cuánto le gustaba que lo consintiera de aquella manera.
Al escuchar su nombre, no pudo resistirse y volvió a los labios de Kame, besándolo con paciencia nuevamente, acariciando su cintura y subiendo sus manos hasta el pecho del menor. Continuó hasta los hombros, los cuáles seguían cubiertos por la yukata a medio poner… y los acarició lenta y cuidadosamente, deslizando la tela al par que sus caricias bajaban por los brazos.
Kame se impulsó hacia arriba, sin romper el beso. Se hincó para que Jin pudiera quitarle totalmente la prenda y dejarlo desnudo completamente. El mayor no se detuvo a contemplarlo, cosa que siempre hacía cuando lo tenía a su merced, continuó besándolo y acariciando su cuerpo desnudo: la espalda, hombros y brazos. Lo hacía solo pasando la yema de sus dedos, provocándole más cosquillas al menor.
Al separarse, el menor tomó el rostro de Jin con ambas manos para observarlo mejor: estaba completamente sonrojado y lo miraba con tanto amor, que no pudo contenerse de darle un corto y tierno beso, para después despejarle aquellos ojos que tanto le gustaban.
Sin avisar, Kame soltó su rostro y comenzó a besarlo por todo su mentón y mejillas, mordiendo de vez en cuando para dejarle pequeñas marcas rojas, símbolo de que era solo suyo y que nadie más podía marcarlo.
Jin no pudo hacer más que suspirar cuando sintió a Kame besando su cuello, acariciando con su nariz y respirando para provocarle cosquillas. Besó el oído de su amante que tenía a disposición y pensó en tumbarlo de nuevo en el futón, presa del enorme deseo que tenía por poseer su cuerpo pero… en ese momento, mimarlo era más importante.
En cierto momento, ambos comenzaron a besarse en los hombros: Kame por sobre la ropa, y Jin en la completa desnudez. Sin embargo, el menor también quería sentir la calidez de la piel de su novio, entonces dirigió sus manos al obi, también mal atado, y lo deshizo con una facilidad y delicadeza, que Jin tuvo qué observar. Aquellos largos y delgados dedos estaban moviéndose en pro de continuar… era cautivador.
Cuando por fin terminó de quitar el obi, Kame miró fijamente a los ojos de Jin, quién sonrió y le dio un prolongado beso por el que el menor perdió la consciencia de lo que estaban haciendo
y se dedicó a regresarlo con cariño, volviendo a unir sus bocas una y otra vez para no separarse nunca.
-Cuánto te amo… Jinjin… -susurró Kame abrazándose fuertemente al cuello de su novio, olvidándose que tenía una prenda qué quitar.
-Mi amor… quiero que seas feliz… -respondió tomando la tela de la yukata para cubrir por unos momentos a Kame, pues sentía que su hermoso cuerpo estaba perdiendo la calidez.
-No~… -protestó el menor apartándole los brazos- Quiero que mi único cobijo… seas tú, Jin… -se separó y lo miró nuevamente a los ojos, acariciándole el cabello que ahora estaba húmedo.
-Kazu… -no pudo evitar volver a sellar sus labios y suspirar por tan lindas palabras.
Volvió a recostarlo en el futón, depositándolo cuidadosamente en la almohadilla para tenerlo cómodo… y continuó el beso aún si comenzaban a arderle los labios. Se separó un poco, sintiéndose un poco culpable por verle los labios completamente rojos y más hinchados de lo normal a Kame pero… también estaba orgulloso de ser él quien lograra hacerlo desear más besos...
-Jin… -lo llamó nuevamente, aún abrazándolo por el cuello- soy tuyo…
-Claro que sí –contestó el mayor sonriendo orgulloso-, desde el primer beso fuiste mío…
-No seas engreído… -le hizo a un lado varios mechones de cabello y besó sus mejillas con ternura, halándolo del cuello para recostarse sobre él por unos momentos.
-Te dije que íbamos a probar si… soy un presumido o no –besó sus hombros hasta llegar a la clavícula, donde Kame soltó un sonoro suspiro: Jin comenzaba a hacerle una marca con sus labios.
-Jin… Due-duele… No… tan… fuerte… -se quejó haciendo una mueca de sincero dolor, pero al mismo tiempo no lo apartaba. Le gustaba que lo marcara de alguna manera y esas eran sin duda las que más gozaba, porque después podía ver la evidencia.
Terminado su trabajo, lo admiró sobre el cuerpo de Kame y sonrió, haciendo que el menor se sonrojara, pero recibiendo una caricia en su mejilla. Sabía que lo disfrutaba y que le gustaba, sobre todo por la forma de mirarlo. Tomó la mano de su novio y besó su palma, para después hacerlo con el dorso, como si fuera un caballero que acababa de conocer a una fina dama.
-¿Y tú crees…? -llevó ambas más al rostro de Jin para volver a acariciarlo, mirándolo fijamente y sintiendo en su corazón, que estaba en el lugar que debía… no había dudas. Estar enamorado de Jin… compensaba cualquier cosa que hubiera querido antes- ¿Piensas que podría estar arrepentido?
-Kazu… -le conmovieron esas palabras, sabiendo perfectamente a qué se refería.
-Por Dios, Jin… De lo único que podría arrepentirme ahora sería… -y unas lágrimas de felicidad se asomaron en sus hermosos ojos, nublándole la vista por unos momentos- de continuar negando mis sentimientos… o de no dejarte hacer esto nunca…
-Lo hago porque te amo… -se acercó, liberándose de las manos de Kame, que ahora lo abrazaron por la espalda- porque quiero hacerte feliz… y tampoco me arrepentiré… de quererte tanto…
-Jin… no me importa no ser beisbolista profesional… no me importa no estar en las grandes ligas… -derramó el par de lágrimas, las cuáles corrieron hacia sus oídos, pero Jin las limpió con sus pulgares, acariciándole el cabello- Ya no me importa nada de eso… -sonrió observándole todo el rostro- Lo único que me interesa es… que estés conmigo… estar juntos…
-Kazu… -lo dejaba sin palabras, pero así también se sentía. Le dio un beso en la frente y sintió un apretado nudo en la garganta por sus palabras- No voy… a decepcionarte… NUNCA.
-Sé que no lo harás… He llegado a confiar en ti a tal punto… que sé que nunca me harás daño… Lo sé…
Ambos se fundieron en un abrazo tan estrecho, que sintieron un poco de dolor por ser poco cuidadosos, pero era necesario transmitir ese sentimiento que era inexplicable verbalmente.
Kame repartió muchos besos en el oído de Jin, repitiéndole una y otra vez todo lo que sentía estando así con él, mientras que el mayor acariciando el cabello de Kame con su nariz, bajando sus manos hasta sus brazos.
Cuando se incorporó un poco, Jin le sonrió con ternura y Kame llevó sus manos hasta los hombros de su novio, deslizando la yukata que todavía estaba en su cuerpo. La tela cayó
delicadamente por el cuerpo desnudo de Jin, convirtiéndose en un montón de tela sin sentido en aquel mundo.
El mayor la pateó y volvió a acercarse para permitir que Kame lo besara. Sabía el remolino de emociones que causaba en él al verlo sin prenda alguna… y podía entenderlo. Tener a Kame tendido debajo suyo, observándolo con aquel deseo… era inevitable no querer sentir su piel con la suya.
El menor llevó sus manos de inmediato a la espalda de Jin, tocando delicadamente cada músculo marcado debido a que su novio salía a correr todas las mañanas antes de la escuela. Le gustaba tener su cuerpo bien torneado por si algún día necesitaba un poco de su fuerza física… y después de saber que Kame se quedaba sin palabras al ver o sentir su espalda… ¿por qué no darle un plus a ese sentimiento? Le cumplía el capricho de quedarse sin aliento.
Aún perdiéndose en besos que ya eran un poco dolorosos, pero no menos satisfactorios… Kame y Jin continuaron con las caricias en el cuerpo del otro, arrancándose gemidos que atrapaban en sus bocas y suspirando de vez en cuando, rompiendo con los besos que volvían a darse después de recuperar el aliento por unos momentos. Quizá… estaban siendo demasiado efusivos, pero últimamente ambos tocaban tantos puntos del corazón del otro, que era imposible no sentir aquella tremenda necesidad por hacerse saber que estaba felices de ser novios, amantes… lo que fuera. Estaban felices de estar juntos… y solo hacía falta una prueba tangible de que se pertenecían en CUERPO y ALMA.
Cuando el menor ladeó la cabeza, para poder respirar un poco más, Jin se dedicó a besar nuevamente su cuello, sin poder evitar bajar un poco hasta su pecho y arrancarle susurros. Nuevamente volvió a su rostro y lo besó completamente, sintiendo la respiración de Kame sobre su mentón y cuello…
Entonces…
-¡Ahh!~… ¡¡Kazu-chan!! –dijo Jin al momento de sentir la mano de su amante sobre su punto sensible.
-Jin… te necesito… -le susurró alejando su mano, pero cuidando maliciosamente de darle otro discreto y suave roce para incitarlo aún más.
-A-amor… -liberó aquel gemido cerrando los ojos, para después abrirlos y encontrarse con la “timidez” de su novio en una sonrisa y puchero adorables, que no pudo evitar besar- Yo también… Tranquilo…
-Gomen~… -sintió cómo Jin se colocaba sobre él, listo para tomar una mejor posición.
-“Distraerlo… Detenerme si de verdad le duele mucho pero sobre todo… mantenerlo distraído. No avisarle… pero…” –Jin pensaba mientras acariciaba el rostro de Kame con sus manos, pensando en cómo distraería a su novio, que lo miraba fijamente, con un puchero porque no comprendía por qué lo miraba de ese modo.
Entonces tuvo su respuesta. De inmediato, volvió a besar a Kame con tranquilidad, haciéndolo suavemente para tenerlo relajado y que no pensara en otra cosa más que en los besos. Sabía que lo había conseguido, cuando Kame dejó de aplicar tanta fuerza a su abrazo… de modo que continuó dándole besos lentos mientras buscaba la mejor posición.
Sintió de nuevo el cuerpo de Kame tensarse. No estaba bien, así que relajó él también su cuerpo y siguió besándolo, sintiendo que pronto se le acabaría el aire…pero podía morir asfixiado antes de permitir que su novio volviera a sentir miedo.
-Tranquilo… -le susurró acariciándole el rostro y peinando su cabello.
Una vez más, cuando Kame volvió a relajarse y suspirar con suavidad, Jin supo que era el momento o tendría qué volver a tranquilizarlo y no podían pasarse así toda la noche.
Quiso decirle algo… pero si lo hacía provocaría tensión… así que acarició por última vez su nariz con la de su amante, y rozó sus labios delicadamente mientras se impulsaba de un solo movimiento, cuidadoso y amable, dentro de su novio por… había olvidado cuántas veces lo intentaron antes.
El gemido que Kame dejó escapar fue de profundo dolor… Era tan agudo que se liberó de la boca de Jin y ladeó la cabeza para evitar que viera por completo lo mucho que estaba doliéndole… pero no iba a permitir que esa sensación terminara con todo. Esa noche, Jin estaba muy entregado y no iba a decepcionarlo. Él también pondría de su parte.
-Lo siento… -besó su mejilla y se movió con mucho cuidado, preocupándose mucho porque las facciones de Kame no cambiaban- Amor… aguanta un poco… por favor… -entrelazó sus manos con las de Kame y se llevó una a los labios para besarla.
-Ji-Jin… -se quejó el menor cuando una embestida no le causó más que dolor, pero sería fuerte. Ueda le había asegurado que no había probado las mieles después del dolor. Tenía qué aguantar, así que asintió débilmente, apretando las manos de Jin con fuerza, pero cuidando no ser demasiado brusco.
-Ka-Kazu… Kazu… -Jin cerró los ojos. Odiaba verle aquellas muecas de profundo incomodo, así que creyó que sería mejor seguir moviéndose con cuidado hasta que escuchara los gemidos de su novio.
-A-así… no… -dijo Kame queriendo huir de nuevo pero no lo haría, no podía lastimar a Jin como la primera vez.
-¿E-eh? –preguntó el mayor abriendo los ojos, observando ahora cómo resbalaba una lágrima por una de las mejillas que tanto amaba besar y acariciar.
-Si lo haces… así… Ji-Jin… así me… lastimas… -se odió por decírselo de aquella manera, pero necesitaba hacerle entender de algún modo, que mientras más lento fuera, más prolongado era el dolor.
-Lo… Lo siento… -se sintió como un tono… no podía siquiera darle placer a su novio…
-Chotto!! –le tomó las muñecas a Jin cuando sintió que iba a salir de él, pero algo había… hubo algo diferente- Muévete… más –le sonrió, llevando sus manos para acariciarle las mejillas, aún si continuaba adolorido.
Entonces Jin comprendió. Besó la palma de ambas manos y se inclinó para besar a Kame, quién sintió cómo comenzó a moverse nuevamente, pero en ésta ocasión con más ritmo y menos pausas.
El incomodo continuaba ahí, pero poco a poco, a un ritmo que a Kame le supo una eternidad, comenzó a sentir el dolor disminuir, mientras que, sin darse cuenta, soltaba profundos suspiros y gemidos que se volvían una dulce melodía a los oídos de Jin.
El mayor sonrió, aquellos gemidos eran diferentes a las demás ocasiones. Sabía que Kame no estaba mintiendo… sabía que estaba disfrutándolo poco a poco y siguió con el mismo ritmo, sonriendo y buscándole el rostro a su novio, viendo con satisfacción, lo ligeramente abierta que estaba su boca, soltando aquellos sonidos que tanto estaba amando.
-Ji-Jin~… -susurró lamiéndose los labios, abrazándolo fuertemente por la espalda y clavándole las uñas, en un intento desesperado por hacerle saber el dolor y el placer con el que estaba gozando esa misma noche…
-Kazu~… -se inclinó para tapar su boca, amortiguando el ruido de los gemidos de Kame, y encaprichándose para que solo fueran para él.
Debido al enorme placer que ya estaba sintiendo, a Kame le resultó imposible concentrarse en los besos, de modo que los respondía muy débilmente, rasguñando la espalda de su novio y abrazando su cintura con una de sus piernas, la cuál Jin acarició hasta los muslos y volviendo por el mismo camino, tocando como si se tratara de la más fina seda de toda China.
El menor escapó a los besos de Jin cuando sintió una embestida en especial, que le provocaba una sensación que le corría por todo el cuerpo hasta llegar a su corazón, dándole un golpe especial para hacerlo latir con más rapidez.
Jin dejó en paz la boca de su novio, en parte porque le gustaba escucharlo gemir de aquel modo y en otra, porque la perlada piel de Kame, y no gracias a las aguas termales sino a él, lo llamaba para ser acariciada y besada, así como cuando comenzaron… Y atendió el llamado. Llenó todo el cuello de besos y mordiscos, los cuáles se hicieron más intensos a medida que se sentía acelerado y sin darse cuenta, se movía con más rapidez, haciendo que Kame suspirara y gimiera con más fuerza.
-Mou… sukoshi… Mou! –susurró Kame entre la agitación y la felicidad. No quería separarse nunca de Jin si es que se iba a sentir tan unido a él. No le importaba cuándo había dolido al final y Ueda tenía razón… la sensación era impresionante, pero… no era el placer lo que más le importaba, sino estar con Jin, de aquella manera tan incondicional y respondiéndole todos sus mimos, todos sus halagos… todo su AMOR.
No parecía sentirse culpable de hacer gemir a Kame de aquella manera, pero sí de que una de sus fantasías se cumpliera… escucharlo pedir más, casi gritarlo… por lo que le cumplió el deseo, aún si ya se sentía exhausto. Quería complacerlo hasta el final, y terminarían juntos aún si debía sufrir un paro cardiaco.
-Te-te amo… Te amo… Kazu… -le buscó la boca nuevamente, pues para mejor concentración había cerrado los ojos, pero se sabía de memoria el cuerpo de su novio, que los encontró y besó volviendo a tener una respuesta débil.
-Yo también… Oh, Jin~… También te amo… -se aferró mucho más a su cuello, cuidando no rasguñarlo porque ya se había desquitado lo suficiente con su espalda y… quizá al día siguiente se diría tonto por haberle causado daño a la parte del cuerpo de Jin que más le gustaba.
Ya no pudieron seguir hablando porque el ritmo que seguían era imposible de que los mantuviera cuerdos, así que ambos se abandonaron al torbellino de sensaciones y se estrecharon mutuamente hasta que les fue imposible continuar. Tomados de las manos, ambos atraparon el último gemido, el más especial, en sus bocas, esperando que nadie los escuchara porque no querían compartir ese momento… más que a solas.
Jin, aún si estaba casi sin energías, cuidó no caer muy pesadamente sobre Kame, recostándose sobre su pecho y aún con las manos enlazadas. Escuchó el latido del corazón de su novio y sonrió con satisfacción: corría como caballo salvaje… y todo gracias a él. Su respiración también era gracias a su dedicación aquella noche y… esperaba poder mejorar cada vez. No quería que cada que hicieran el amor fuera igual… porque Kame merecía lo mejor.
El menor solo pudo quedarse quieto por unos minutos, intentando recuperar su respiración, sintiendo el cabello de Jin en su pecho húmedo gracias al sudor. Tenía los ojos cerrados y creía estar soñando, porque se decía a sí mismo, que algo tan maravilloso no podía ser real, pero… ahora comprendía por qué a Ueda le encantaba estar con su novio, pues era lo más lindo que… No podía describirlo con palabras.
Era verdad que ya había hecho el amor con Yoko, pero ella no le correspondía, así que… la sensación había sido totalmente diferente. Era absurdo, ahora que lo vivía, decir que alguna vez pudo llamar “hacer el amor” a tener sexo con Yoko. Nada qué ver… todo era tan… diferente. Desde el principio, hasta el final.
-Kazu… -susurró Jin todavía cansado, presionando ligeramente la mano de Kame.
-Dime… -por fin abrió los ojos, dándose cuenta que habían durado bastante tiempo en aquella habitación desde que entraron, besándose con tanto deseo.
-Te amo… -no sabía cómo describir lo que sentía, pero aquellas palabras eran un buen ejemplo.
-Yo también…
-Perdóname por…
-Qué dices… -el menor volvió a cerrar los ojos y acarició el cabello de Jin, besándolo- Todo valió la pena.
-¿De verdad?... –Jin quiso mirarlo, pero sus ojos se negaban a abrirse.
-Sí… Gracias, Jinjin… -susurró sintiendo que también sus párpados se cerraban contra su voluntad.
-Gracias a ti… amor… -con dificultad, se bajó del cuerpo de Kame, y a ciegas buscó el cobertor del futón, pasándolo sobre sus cuerpos y cubriéndolos completamente, sin importarle que las yukatas estuvieran fuera de su alcance, a cada extremo de la habitación. Si les preguntaran cómo habían llegado las prendas a ese lugar… no sabrían decirlo.
Kame se acercó a Jin, abriendo ligeramente los ojos para acurrucarse en su pecho, y sonrió sonrojándose al ser recibido por Jin, en un cálido abrazo.
No duraron ni un minuto más conscientes. Ambos se abandonaron al sueño cuando terminaron de acomodarse, y aún cansados… no cedieron hasta quedar cómodos: Kame dormía cerca del rostro de Jin, mientras que la boca de éste quedó junto a la frente del menor, casi simulando un beso, los brazos del mayor pasaban por la cintura de su novio, y lo estrechaban cariñosamente contra él.
Después de buscar a Yuya por todos lados, Reio se dio por vencido y decidió quedarse dentro de la habitación. Junno le había sugerido buscarlo por los jardines, porque él mismo se lo
sugirió. Sin embargo, después de dar una caminata larga, decidió dejarlo todo y esperarlo en el cuarto. Tendría qué regresar de algún modo.
Suspiró cansado. No se explicaba cómo es que se sentía tan fatigado si el día no había sido largo. Quizá por el esfuerzo de jugar ping pong.
Abrió la puerta corrediza de la habitación y se quedó de pie en el umbral cuando vio a Yuya de espaldas a la puerta, abrochándose los botones del pijama que usaba para dormir (ya que decía que las yukatas no lo hacían sentir cómodo y sentía mucho frío con ellas).
El menor volteó al escuchar que se corría la puerta y obviamente sabía que no sería una mucama la que entraría, sino su compañero de cuarto. Pensó en decir algo, pero sería demasiado raro darle la bienvenida como si estuvieran en una casa, así que se limitó a voltearse y terminar de abotonarse la camisa.
Reio articuló palabra y entró cerrando la puerta ya con seguro por la hora de la noche. Se dirigió al clóset para tomar su yukata y dormir, mientras sentía en el pecho la necesidad creciente de hablar y dejar en claro que aquel beso no había significado nada y que podían seguir hablando como siempre. Pero no le salían las palabras…
Yuya se quedó de espaldas, escuchando cómo su compañero de cuarto se cambiaba de ropa. Él también tenía algo qué decir, pero no sabía cómo comenzar… Había caminado por largo tiempo fuera de la posada, siendo tentado por el Monte Fuji para explorarlo y no regresar en unos seis días… pero no podía hacer eso porque de seguro preocuparía a Kame… Y tampoco debía escapar de la situación.
-Te estuve buscando. ¿A dónde fuiste? –preguntó Reio ajustándose el obi.
-¿Eh? –volteó para mirarlo, desconcertado por la pregunta, y al ver que su amigo no decía nada más, entonces decidió responder- Salí a caminar. Soy muy sensible al calor y no puedo estar mucho tiempo en las aguas termales porque corro el riesgo de desmayarme.
-¿Te sentiste mal? –se preocupó.
-Un poco –asintió desviando nuevamente su mirada, después de darse cuenta que enfocaba mucho los ojos en los labios de su superior.
-¿Y ahora cómo te sientes?
-Mejor. Caminar me ayudó mucho sin duda, y además una mujer muy amable me dio un poco de té para que se me pasaran los mareos.
-Oh, ya veo… Me alegro –Reio se hincó en frente de su futón y pensó en meterse ya a dormir, pero… aún tenía qué dejarle en claro que nada malo había pasado por su cabeza por ese beso.
-Senpai… -lo llamó aferrándose a la tela de su pijama.
-Nani?
-¿Dónde aprendiste ese juego? –sí, era una pregunta muy estúpida, pero quería romper el hielo de algún modo, sin necesidad de hablar claro porque no se sentía capaz de ser directo, y una pequeña charla sería mejor a una larga explicación de sus sentimientos.
-¿Cuál? –preguntó haciéndose el tonto.
-El de Vudú-san –contestó Yuya volteando, armándose de mucho valor para mirarlo a los ojos.
-Ah… Ya lo dije, en Estados Unidos –contestó de inmediato acariciando la tela del futón.
-Sí, pero… ¿haciendo qué?
-Bueno, en una de las tantas fiestas que se hacían. Recuerdo que fue una chica latina de intercambio la que sacó el juego a discusión –recordarla le provocaba risa, porque era muy alegre y de todo se reía-. Hablaba muy bien inglés para no ser nativa del idioma –puntualizó mientras sonreía-. Ella dijo que sería un juego inocente y que nadie saldría herido. Cuando dijo eso todos nos alarmamos.
-¿Qué parte besaste de Vudú-san en esa ocasión? –la historia parecía prometedora.
-La ceja. En ese entonces usamos una muñeca Barbie que pertenecía a la dueña de la casa.
-¿Jugaste varias veces más aparte de esa ocasión?
-Quizá unas tres… Ya son cuatro con… la de hoy –se corrigió la voz.
-Te gusta mucho el juego, por lo que veo –sonrió un poco decepcionado.
-Cuando te sabes las reglas del juego es mucho más fácil de jugar y no cometes el mismo error de la… -primera vez, no quiso decirlo en voz alta por miedo de incomodar a Yuya- Solo lo saco a tema porque pienso que es divertido ver la cara de la gente después de descubrir lo que tienen qué hacer.
-¿Tienes novia, senpai? –preguntó Yuya con interés.
-¿Por qué lo preguntas? –Reio alzó la ceja desconcertado.
-Porque si la tuvieras, supongo que no jugarías a estas cosas.
-Ah… Bueno, cuando estaba allá tuve una por corto tiempo. Le gustaba mucho jugar a estas cosas –vio que Yuya esbozaba un puchero de desaprobación y continuó-. En occidente es muy común jugar estas cosas. Algunas chicas lo ven con tanta naturalidad, que cuando escuchan a alguien diciendo “Me da vergüenza”, lo tildan de aburrido.
-… No creo que lo sea. En mi opinión se respeta a sí mismo, ¿no crees?
-Tienes razón, pero debes recordar, que todos los continentes son diferentes. Te impresionarías de saber cómo nos ven a nosotros allá –sonrió satisfecho de saber que Yuya no jugaría con facilidad de nuevo.
-¿Cómo nos ven?
-Tímidos. Raros. Incluso aburridos. Un chico me preguntó, “¿por qué los japoneses son tan reprimidos y acomplejados?” –Yuya infló las mejillas cuando escuchó eso.
-¿Qué le respondiste?
-Me eché a reír. Lo único que le dije fue que eran culturas diferentes.
-¿Y por qué te gustó esa chica tan fácil? –Yuya pensaba que Reio, que parecía un chico bastante listo, no andaría con alguien tan desequilibrado.
-Bueno… a pesar de todo era una buena persona –fue lo único que pudo responder-. Todas las personas tienen sus pros y sus contras.
-Supongo que tienes razón –contestó Yuya en un susurro.
-… Es mejor irnos a dormir, ¿ne?
-Hai –asintió-. ¡Ah…!
-Nani? –preguntó Reio que ya había quitado el cobertor para entrar en la colchoneta.
-… No, no es nada –Yuya negó con la cabeza y sonrió un poco más tranquilo-. Oyasumi.
-Oyasumi.
Por un momento, Yuya sintió el impulso de pedirle que le regalara el monito vudú pero… no se atrevió. Y ahora que estaba acostado, con la luz apagada, se preguntaba por qué quiso hacer esa petición.
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Mensaje por DANNYKAZU Dom Jun 10, 2012 10:20 am

waaaaaaaaau!!! que d sorpresas...autora san!!! * reverencia* miiiil grqcias x tu mega creacion..x es el.fic k yo amoooooo!!! buske tu foro chan pero nu lo.encontre u.u y miiiil graxx a meii san x compartirlo!!!*3*
woooo ame el.capituloooo
al fiiiis akames del alma se peetenecieron!!!!! fue taaaaann hermosoooo tan uniko y maravilloso!!! espero conti prontooo!!!!
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Mensaje por DANNYKAZU Dom Jun 10, 2012 10:23 am

MIL GRACIAS X STE MARAVILLOSOOO FIC SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 735609
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Mensaje por Ecatheriina Dom Jun 10, 2012 11:01 am

KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! HACE ESPACIO!!!
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 11:44 am

Bueno aki les va mas

CAP 27 SHINJITE! TADA, KIWI WO MAMORITAI
(¡Créeme! Solamente quiero protegerte)


Se arregló un poco el cabello después de despertar. Estrujándose un poco las manos por el frío, Maru quiso abrir la ventana pero de inmediato supo que no era buena idea, pues de solo acercarse podía ya sentir las pequeñas corrientes de aire frío que se abrían por lugares tan pequeños, que ni siquiera los insectos podían pasar.
De inmediato se acercó a Ueda, que continuaba durmiendo cómodamente en el futón, y lo cubrió un poco más, hasta taparle su boca y cuidar que sus mejillas continuaran cálidas, y en efecto, así era. Sonrió gustoso de saber que su novio continuaba guardando el calor y cuidadosamente depositó un gentil beso en su frente, sin despertarlo (ya era un maestro en eso).
El menor gimió entre sueños y esbozó una linda y discreta sonrisa que Maru adoró y quiso besar, pero tuvo qué contenerse. No iba a despertarlo por nada del mundo, pues la noche anterior no le había dado tregua y Ueda cayó rendido en el pecho de su novio, diciéndole que estaba tan cansado que apenas podía mantenerse despierto.
Ésas habían sido música para los oídos del mayor, pero ahora se sentía culpable de verlo dormir tan pesadamente… ¿Se habría sobrepasado? ¿Despertaría muy adolorido? Esperaba que no porque se sentiría mal si así fuera.
Le quitó el mechón de cabello que cayó en su nariz y lo recorrió detrás de su oreja, evitando que le provocara cosquillas y despertara. Permaneció contemplándolo, así, sentado en frente suyo… y es que nunca se cansaba de verlo dormir. Con esa linda carita que tenía y su adorable postura al descansar, era imposible no encontrarle parecido con… No había nada igual.
En ese momento, escuchó un ruido inusual en la mesita que tenían en una esquina, y preocupado porque Ueda pudiera despertar, fue inmediatamente a tomar el celular que vibraba, causando un ruido entre gracioso y raro sobre la madura pulida.
Ueda tenía una llamada de un número desconocido. Volteó a mirar a su novio que continuaba dormido y pensó que podía dejar pasar la llamada pero… el teléfono no dejaba de vibrar. No sabía si Ueda se enfadaría si tomaba sus llamadas, aunque lo más probable era que no, después de todo, estaba seguro que no le escondía nada.
El teléfono se apagó entre sus divagaciones. La persona que llamaba había colgado, por lo que decidió que ya era demasiado tarde para tomar una decisión, así que no remarcaría para saber quién era. Sin embargo, cuando iba a dejarlo en la mesa de nuevo, volvió a activarse, vibrando con la misma intensidad de antes: era el mismo número.
Sea quien fuera, estaba insistiendo y eso quería decir que era urgente. Esa persona definitivamente tenía mucha prisa por hablar con Ueda, pero él no se atrevía a despertarlo, de modo que prefirió salir de la habitación para tomar la llamada. Pasaría el recado a su novio en cuanto se despertara.
-Hai? –contestó el mayor muy tranquilo, como si fuera suyo el teléfono.
-¿Quién eres? –se escuchó del otro lado de la línea, la voz de un hombre joven, un poco gruesa y rasposa.
-¿Con quién desea hablar? –Maru se extrañó, quizá era número equivocado.
-Con Ueda Tatsuya. ¿Podrías pedirle que se ponga al teléfono, por favor? Es urgente –contestó sin dudar aquel individuo.
-Él se encuentra dormido en estos momentos. ¿Quién le llama? Si gusta le pasaré su recado –dijo Maru mirando la puerta de la habitación.
-No. Necesito hablar con él ya. Despiértalo, te digo que es urgente –la voz del sujeto parecía indicar autoridad, pero Maru no se doblegaba por eso.
-Y yo le repito, con todo respeto, que está dormido. Espere hasta que despierte. Dígame su nombre y…
-¡No estoy para juegos! ¡Pásame a Tatsuya! –ordenó la voz más alterado.
-… Eres Nishikido-san, ¿cierto? –cuestionó Maru sin rodeos, sintiendo mucho miedo porque hubiera conseguido el teléfono móvil de Ueda a pesar de haber cambiado el número hacía tiempo, todo por seguridad. Aún si su corazón anhelaba que fuera otra persona, su lógica apuntaba a él… no podía haber alguien más enfermo por tener autoridad sobre el chico.
-… ¿Quién rayos eres tú?
-Dime quién eres –insistió Maru decidido a saber inmediatamente de quién se trataba, de otro modo no soltaría ni una sola letra de información sobre quién era y dónde estaban-. ¿Cómo conseguiste este número? Es privado, ¿sabías? ¿Quién te lo dio? –era mentira. El teléfono de Ueda no era privado, pero sabía que ese tipo de argumentos ponían nervioso a cualquier al punto de revelar la información o colgar y no volver a marcar.
-No tengo qué responderte a ti eso.
-Entonces colgaré, pero antes voy a pedirte que no vuelvas a llamar a menos que estés dispuesto a contestarme. No vas a hablar con Tat-chan… ni ahora, ni nunca. No lo vuelvas a buscar –contestó Maru aún con el teléfono en la mano y en el oído. Le temblaban las manos del miedo que sentía de que su novio no estuviera tan a salvo como creían antes. Quería protegerlo pero ese individuo cada vez se la dejaba más difícil.
-Está con ese niñato, ¿cierto? ¡Y tú eres su cómplice! –espetó enfadado, fue entonces que Maru se dio cuenta que, efectivamente, era Ryo.
-Te equivocas. Kame-chan no tiene nada qué ver en esto –contestó de inmediato-. Tat-chan está conmigo ahora y lo voy a cuidar de tus acosos. Deja de buscarlo, solo lo asustas. ¿Es eso lo que quieres?
-Nadie le puede dar todo lo que yo, así que en poco va a dejarte, de mí te acordarás cuando eso suceda –insistió muy serio. A Maru le sorprendía el tono tan tranquilo que utilizaba.
-Tat-chan no es un juguete, ni tampoco de tu propiedad. Te lo advierto, no respondo en caso de que me provoques. Por él estoy dispuesto a hacer cualquier cosa… así que o lo dejas en paz, o tendré qué detenerte yo mismo.
-Ya lo veremos. No me asustan tus amenazas –contestó de inmediato-. Te aseguro que no sabes ni la mitad de las cosas que yo sé. Estoy seguro que ni siquiera te ha contado que estuvo a punto de asesinar a alguien en una ocasión, ¿cierto?
-… ¿Eh?... –Maru dejó escapar esa pregunta en un susurro. Esa parte no la conocía pero… ¡No, no! ¡Debía confiar en Ueda! Ya le habría dicho eso si hubiera pasado. Su novio era muy sincero siempre, así que no le prestaría atención a sus provocaciones- No voy a caer. Déjanos en paz, ¿escuchaste?
-Pregúntaselo. Apuesto a que nunca le has preguntado cómo me conoció, ¿cierto? Ni tampoco cómo terminó enamorándose de mí –soltó una risita divertida cuando Maru no respondió-. ¿Ves? No sabes nada de él… Al menos nada de su pasado turbio, y yo sí, porque con todo y sus defectos…
-¡No me des clases de cómo amarlo! Si no se lo he preguntado es porque nada de eso me importa. Solo quiero protegerlo y cuidarlo –contestó de inmediato, callando las risas de Ryo, pero éste continuó burlándose.
-Piénsalo… ¿por qué no te ha contado nada sobre mí?
-Eso es porque no quiere…
-¿Lastimarte? –volvió a reír por lo bajo- No seas ingenuo. Sino te ha dicho nada es porque teme que te alejes de él. No está preparado para tu reacción cuando te diga cómo estuvo a punto de matarme…
-¿Cómo… dices?... –esa conversación cada vez tenía menos sentido… y Ryo estaba logrando hacerlo dudar, se hacía preguntas y miraba constantemente hacia la puerta, preocupado por toda la información que recibía de golpe.
-Él juró estar a mi lado por esa razón… y un juramento no se rompe así de fácil. Él prometió darme su vida después de casi quitármela. No es algo que ni tú, ni el niñato que tiene por mejor amigo, puedan entender.
-Cállate –dijo Maru como defensa. No quería escuchar más, sobre todo porque tenía qué pensar antes de hacer cualquier cosa.
-¿Por qué no se lo preguntas? Es una historia apropiada para irse como guión de Hollywood. Ni todo el “amor” que le des, podrá borrar ese juramento que hizo… -pero no pudo terminar de escuchar los alardeos de Ryo porque alguien le quitó el teléfono celular: era Kame, y Jin estaba a su lado.
-Sería bueno que te hubieras muerto en ese entonces –fue lo primero que dijo Kame al ponerse al teléfono.
-¡Kame-chan!
-¡Kazu!
-¿Sabes lo que piensa Tat-chan sobre ti? Eres el peor error de su vida. El otro día me lo dijo…
-Kame-chan, espera… ¡Esa no es la forma! –pidió Maru intentando alcanzar el teléfono, pero no lo consiguió.
-Insúltame cuanto quieras –Kame no cambió las facciones de su rostro-. Estás enfermo, Nishikio-kun, y desearía que nunca hubieras conocido a Tat-chan. No envenenes a… Te corroe la envidia, por eso dices mentiras.
Jin y Maru se miraron mutuamente, desconcertados por lo que estaban escuchando. Ninguna de las frases de Kame tenía sentido.
-Vuelve a buscarlo y convenceré a Tat-chan de que levanté una orden judicial que te prohíba estar a por lo menos a un kilómetro de distancia de él. Sabes que soy muy capaz.
-Suficiente –Jin sintió miedo porque Kame también se estaba buscando problemas gratis y además, se ponía en peligro sin pensarlo.
Le quitó el teléfono y colgó, apagándolo. Se lo dio a Maru, estrellándolo contra el pecho de éste y se quedó observando a Kame muy enfadado. Mientras que el menor desviaba la mirada, sintiendo mucha rabia de no poder alejar a Ryo definitivamente.
-Bastaba con que le dijeras que se alejara. ¡Kazu, no sabes lo peligroso que…!
-Nishikido tiene una enfermedad muy extraña. Olvidé su nombre, pero viene del cerebro. Crea presentes falsos –contestó Kame cruzándose de brazos-. Sin embargo, es mentiroso compulsivo. Es capaz de usar su enfermedad con tal de chantajear a las personas y quedarse con lo que quiere. Tat-chan aprendió a saber cuándo mentía y cuándo no.
-¿Estás hablando en serio? –Maru avanzó hacia Kame y lo tomó por los hombros- Dime que lo es…
-Es la verdad –asintió Kame aún con la mirada desviada-. Lo que te haya dicho Nishikido-kun, no es cierto.
-Él dijo que Tat-chan… casi mata a alguien… A él… -fue lo único que pudo decir. Se sentía mareado, pero sobre todo, dolido. Si era cierto…
-… ¿Y qué si fuera cierto? –preguntó Kame mirando a Maru con un dejo de enfado- Un error no es un crimen, lo es cuando se comete con alevosía.
-¿Quieres decir que él…? –se asustó.
-Espera… -Jin los interrumpió y le tapó la boca a Kame- Esto no le corresponde a él contártelo. Será mejor que lo trates con Ueda-san directamente.
-Estoy de acuerdo –interrumpió una cuarta voz, detrás de la puerta de la habitación.
En seguida se corrió y dejó ver a Ueda, que tenía una expresión seria… como si le molestara que lo hubiesen despertado, pero no era eso, sino que estaba muy enfadado porque Maru hubiera tomado la llamada de Ryo en vez de colgar y ponerse a platicar directamente.
-Tat-chan… -dijo Maru al verlo ahí, de pie.
-¿Quieres saber la historia completa? De acuerdo. Te contaré desde que nací, entonces.
-Yo no… -se sentía culpable por querer indagar en algo que debía esperar a que Ueda le dijera, pero después de las palabras manipuladoras de Ryo ya no estaba seguro en qué pensar.
-Ueda-san, lamento meterme en donde no me llaman pero… -dijo Jin para defender a Maru, después de todo comprendía cómo se sentía.
-Entonces cállate –Ueda lo miró de reojo para impedirle que siguiera hablando.
-Yucci tiene derecho a saber sobre ti, así como tú debes conocer bastante sobre su vida, creo que es justo ser completamente sinceros, ¿cierto? Él te ha dado todo sin preguntarte o pedirte algo a cambio.
-Jin… -susurró Kame para hacerlo callar, pues solo así lograría enfadar a su novio.
-Tienes razón, Akanishi-san –fue cuando todos miraron a Ueda, creyendo que había comprendido-. Yo no soy como él, y creo que es injusto, ¿cierto? Por lo tanto… iré con Junno-chan para pedirle una habitación separada si es que hay alguna.
-¡Tat-chan! –Kame sabía perfectamente a lo que se refería su amigo mayor, y por lo mismo le parecía demasiado extremista la determinación que estaba tomando.
-¡Espera! Ta-Tat-chan… ¿qué me estás tratando de decir? –preguntó Maru deteniendo a su novio de la muñeca.
-Que termino contigo. Eso –contestó soltándose bruscamente de la mano de Maru.
-Pe-pero… ¿por qué? –preguntó el mayor sintiéndose poco capaz de contener las lágrimas. La sola frase le rompía por completo el corazón.
-Y todavía lo preguntas… -Ueda se alejó de Maru, doliéndole en el alma verlo llorar. Era muy raro en él que derramara una lágrima, porque normalmente, era quién consolaba y las limpiaba pero...
-No, no, Tat-chan… No podemos terminar así. ¡¿No te das cuenta que es lo que quiere Nishikido-san?! ¡No caigas en su juego! –pidió Maru queriendo acercarse, pero Ueda guardó la distancia.
-Te termino porque no eres capaz de confiar un poco en mí… y porque crees en sus mentiras –contestó el menor sin mirarlo.
-No he dicho que… -ni siquiera lo dejaban hablar, eso era aún más injusto, pero no podía pensar mucho por el dolor que sentía y la desesperación por no perder a quien creía que era el amor de su vida.
-Kame-chan acompáñame –pidió Ueda emprendiendo el camino a la recepción, sintiéndose débil porque quería saltarle a los brazos a Maru y olvidar todo, pero sentía mucho dolor también por haber escuchado a su novio preguntarle a Kame sobre si había matado a alguien… Eso de verdad lo desilusionaba y además, no podía ser tan egoísta… de saber tanto sobre Maru y que el otro no supiera mucho.
-No, Tat-chan… Espera… -pidió casi en un susurro porque el nudo en la garganta no lo dejaba hablar. Le alcanzó la muñeca nuevamente, pero Ueda se zafó con facilidad y caminó rápidamente hacia la recepción, tirando de Kame.
-Yucci, cálmate –pidió Jin intentando tranquilizar a Maru. Comprendía que la decisión de Ueda era acelerada, que pronto se arrepentiría de lo que estaba diciendo, pero suplicarle no ayudaría en nada para que cambiara de parecer… y además, ya se imaginaba cómo quedaría su amigo después de calmarse…
-¡Suéltame, Jin! ¡¡Tat-chan, escúchame!! –pidió Maru queriendo soltarse de Jin.
-¡Ahora no es el momento!
-¡Déjame!
-¡¡Solo vas a provocar que se enfade más!! ¡Deja que se calme!
-¡No lo entiendes, Jin! –dejó de forcejear y continuó llorando- Yo tengo… qué recuperarlo… Las cosas no pueden terminar así… Yo… no quiero…
-Yucci… -lo vio desvanecerse en sus brazos, hincándose en el piso, llorando porque no podía creer que todo se acabara así y tan rápido. No tuvo oportunidad de explicarse y era lo que tanto anhelaba.
-No quiero… dejarlo… No quiero que… me deje… -Jin se acercó y abrazó su cabeza intentando consolarlo- Jin… haz algo… Dile a Kame-chan… que haga algo… Jin… yo lo amo… lo amo tanto… que me duele siquiera que se enoje conmigo… No quiero que se vaya… Dile algo… Jin… por favor…
-Tranquilo… Tranquilo, Yucci… No pasará eso, ya verás que… no lo hará… Tranquilo…
-Jin… me importa un bledo si… A mí me importa… el Tat-chan de ahora… el que no es capaz de… matar ni a una hormiga… Yo… fui un idiota…
Jin quería decirle que el tonto era Ueda por enfadarse tanto por algo que fue inevitable que sucediera, y al final, Maru solo estaba tratando de protegerlo. Era obvio que debía saber ciertas cosas antes enfrentarse a los fantasmas del pasado que querían hacerle daño. Podía comprender su situación, pero la actitud de Ueda no dejaba las cosas fáciles.
-¡Espera, Tat-chan! –Kame se soltó de su mano, masajeándose la muñeca porque Ueda se la tomaba con fuerza- ¡Piénsalo bien! ¡No puedes…!
-No quiero siquiera pensarlo, para mí es suficiente prueba con que… se haya asustado por lo de…
-¡Tat-chan, tú no mataste a nadie! –reclamó por lo bajo, para no llamar la atención en recepción- No pasó más que en la estúpida vida alterna de Nishikio-kun.
-No digas eso… Está enfermo y merece tu respeto siquiera por eso –lo corrigió Ueda desviando la mirada.
-No lo defiendas… No lo hagas porque me da asco que se escude en su estúpida enfermedad.
-Kame-chan… Yucci nunca había dudado de mí… -se sintió traicionado y sobre todo, herido. Sentía tantas cosas negativas hacia Maru que tenía mucho miedo.
-¡¿Y solo por eso…?!
-No… -negó con la cabeza- pero las cosas han llegado un punto el cual me tiene muy nervioso. ¿No te das cuenta? Estoy arriesgando la vida de Yucci –se le vinieron las lágrimas a los ojos, imaginando alguna escena horrible donde a su novio le pasaran mil y un cosas terribles-. ¿Tú podrías arriesgar la de Jin? ¿Podrías… dejarlo que diera la cara a tus problemas?
-… Tat-chan… él te quiere… Solo está buscando protegerte…
-Y yo lo amo con todo el corazón, Kame-chan… Se atrevió a contestar el teléfono por mí, diciéndole que soy su pareja y… ¡No, Kame-chan! ¡No voy a dejar que lo dañen! Si puedo…
-No hagas esto… -se asustó al ver que, en el fondo, Ueda estaba haciendo lo mismo que él- No lo alejes de ti… ¡Solo vas a hacerle daño!
-Pero… yo… tengo miedo, Kame-chan… -se abrazó y se fue a sentar a al sofá de espera, el cuál estaba desocupado- Ahora mismo no sé qué hacer… Estoy preocupado, molesto, dolido… siento hasta que me ha traicionado…
-No ha hecho tal cosa… -susurró Kame tomándole una mano a Ueda, esperando tranquilizarlo mientras se sentaba a tu lado.
-Aún si pienso de ese modo, no puedo sacar de mi cabeza el que Ryo jamás nos dejará en paz y sobre todo a él ahora que lo conoce…
-No creo que Maru le haya dicho algo sobre quién es y dónde están –intervino Kame apretando más la mano de Ueda para darle apoyo.
-Kame-chan, yo lo quiero… Lo amo tanto que ahora mismo no sé que es lo mejor pero algo me dice que… acabo de hacer lo correcto.
-Separarte de la persona que amas jamás será lo correcto, Tat-chan.
-El que habla de separarse… -ironizó Ueda sonriendo.
-Por lo mismo te digo que es una idea terrible –se llevó la mano de Ueda a su regazo, haciendo que lo mirara-. Tat-chan… terminar con Maru… ¿Estás seguro que quieres eso?
-No lo sé… -movió la cabeza en forma negativa y miró hacia el techo, paseando sus ojos en esa dirección, intentando que sus lágrimas no se corrieran- pero en este momento me siento tranquilo de no tenerlo a mi lado –sonrió sintiéndose la peor persona, pues se imaginaba que su novio estaba buscándolo por todos lados… y es que de verdad, siempre lo sentiría como suyo…
-Tat-chan…
-Necesito pensar… A solas… -le sonrió limpiándose las lágrimas- ¿Podrías ayudarme? ¿Pasarías todo el día de hoy conmigo? Vamos a Numazu, ¿sí?...
-Tat-chan, deberías…
-Por favor, Kame-chan…
Kame vio tal aflicción en el rostro de Ueda, que tuvo qué asentir. Pensaba que un poco de aire fresco le centraría las ideas y dejaría de hacerse el abnegado con Maru, después de todo, tenerlo lejos podría hacerlo entrar en razón que dejarse no era la mejor idea.
-Está bien… Vamos a que te cambies –se puso de pie, sonriéndole con pesadez.
-¿Podrías… ir por mi ropa al cuarto? Si veo a Yucci… no sé qué haría…
-Claro… Espérame en mi habitación entonces –Ueda solo asintió y se fue rápidamente al lugar acordado, sintiéndose muy nervioso en caso de que Jin y Maru siguieran fuera.
Mientras tanto, Jin y Maru estaban metidos en el cuarto que había dejado Ueda. Maru parecía ido, porque miraba por la ventana como si ahí se encontrara Ueda… y Jin estaba preocupándose mucho por la actitud de su mejor amigo. Nunca lo había visto así…
-Yucci… -pero guardó silencio cuando se escuchó que corrían la puerta y ambos se sobresaltaron, uno por la esperanza de que regresara su novio, el otro porque era inesperado.
-Con permiso… Tat-chan me pidió ropa y… -no siguió hablando cuando se dio cuenta que Maru se afligía y se llevaba una mano a la frente, preocupado porque Ueda mandaba a Kame en vez de ir por sus cosas- Lo siento, Maru…
-Está bien… -susurró el mayor queriendo usar una de sus sonrisas de consuelo, pero no podía hacerlo.
Kame tomó la ropa porque no quería hablar más del asunto. Tampoco quería decirle que se iban por todo el día para que Ueda pudiera pensar en su decisión, y mucho menos comentaría que trataría de convencerlo.
Cuando salió de la habitación, fue seguido por Jin, quién cerró la puerta.
-¿Qué te dijo? –preguntó por lo bajo, esperando que Maru no escuchara.
-… Está confundido, Jin… No quiere lastimar a Maru pero tampoco quiere regresar porque está dolido… Creo que está más preocupado que enfadado… -sonrió esperando darle un consuelo.
-Yucci está deshecho… -no quería insultar a Ueda porque quizá después se buscaría una discusión con su novio, y como estaban las cosas… no era buena idea.
-Lo sé… y no sabes cuánto lo siento… -abrazó más la ropa y se acercó para que Jin lo abrazara, lo cuál hizo el mayor- No te preocupes… haré lo posible por hacer reaccionar a Tat-chan.
-Lo sé, amor… -susurró besándole el cabello.
-Ne… vamos a Numazu –Kame miró hacia arriba, para mirarlo a los ojos-. Tat-chan quiere pasar tiempo lejos de la posada para pensar mejor y… me pidió que lo acompañara porque no quiere estar completamente solo.
-Entiendo –lo soltó con dificultad y le arregló un poco el cabello.
-Cuida de Maru, Jin.
-Por supuesto que lo haré, descuida.
-Jin… Tat-chan está tratando de proteger a Maru –le susurró-, sé que estás molesto con él, y entiendo… pero también puedo entender por qué tomó una medida desesperada. No quiero que se arrepienta después… Solo… no quiere que Nishikido-kun le haga daño… De verdad que…
-Lo entiendo, Kazu –le acarició el rostro para hacerlo callar.
-Esperamos no regresar tarde, ¿ne? –Jin asintió y se inclinó para darle un tierno beso en los labios- Siento que se arruinaran las vacaciones…
-No es culpa tuya.
-Te compensaré este día, lo prometo.
-No te preocupes, ya te cobraré después –sonrió entre la diversión y la preocupación.
-Baka… -se estiró para darle otro corto beso y, sin decir nada más, se retiró hacia la habitación donde Ueda lo estaba esperando.
Horas más tarde, Yuya y Reio habían pedido permiso para salir de la posada a volver a pasear por los alrededores. Reio quería tomar unas fotos de algunos paisajes que había visto por ahí, y Yuya lo acompañaría porque su amigo prometió en enseñarle a tomar fotos con una cámara profesional.
Así pues, los menores poco se enteraron de la pelea que hubo entre Ueda y Maru, mientras que Jin hacía todo lo posible por animarlo. Platicaron por largas horas con Junno, quién obviamente notó la depresión de Maru y, en una ocasión, Jin se volvió loco porque no encontraba a su amigo, había ido por un poco de té para calentarse porque estaba haciendo mucho frío ese día, dejando a Maru sentado al pie de la ventana. Cuando regresó, ya no estaba y la ventana estaba abierta. Se asomó por la misma y no encontró a su amigo haciendo algo estúpido, como tirado en el piso o muerto. Bajó rápidamente las escaleras y preguntó en recepción si lo habían visto, y en efecto, Hiro, la amiga de Junno, le especificó que lo vio salir.
Tremendo susto le dio a Jin, pero se calmó en cuanto lo vio solo entre los jardines, mirando las flores y pateando algunas piedras… pensando. Supo entonces que sería más sensato dejarlo solo por un tiempo, así que regresó a la posada y bebió el té completamente solo, frunciendo la boca al darse cuenta que comenzaba a extrañar a su novio… Se preguntaba, qué estarían haciendo en Numazu.
Cuando Reio y Yuya regresaron a la posada, le dijeron a Jin que habían visto a Maru charlando animadamente con Hirose Hiroka… y que no estaba precisamente muy en sus cinco sentidos, por lo que el mayor no tardó siquiera en explicarles qué ocurría y salió corriendo al vestíbulo para evitar que su amigo hiciera algo de lo que después, de verdad le diera a Ueda razones suficientes para dejarlo.
Efectivamente, lo encontró coqueteando con Hiroka, que intentaba pedirle, de las formas más amables, que se fuera a su habitación a descansar o de lo contrario tendría qué llamar a Junno. Maru no estaba del todo ebrio, sino feliz…
Después de pedirle disculpas a Hiroka, pidiéndole que no le contara sobre el incidente a Junno, se llevó a Maru dando tropiezos hasta la habitación, sintiendo más que pena por su amigo. Siempre había podido guardar la compostura, incluso cuando dejó a Suzuki no se notó que estaba deprimido pero…
Lo recostó para que durmiera y se le pasara la borrachera. Miró el reloj y apenas eran las dos de la tarde… Sin duda, era el día más largo para su amigo. Con facilidad, Maru durmió, o dormitó, alrededor de tres horas. Tenía un poco de jaqueca y mal humor, por lo que salió de la habitación en busca de un baño caliente que pudiera ayudarlo a relajarse.
Jin no quiso seguirlo porque comprendía que quería estar solo… nuevamente, pero sino lo cuidaba quizá haría otra locura. Después de mucho insistir, Maru accedió a que lo acompañara a las aguas termales por un rato, aunque en las mismas, estuvieron callados durante todo el rato y el mayor solo podía palmear su hombro cuando lo veía limpiarse una que otra lágrima, asegurándole que Kame haría que Ueda cambiara de opinión.
Fue esa la primera vez en todo el día, que veía sonreír a Maru sin estar tomado. Al menos podía sentirse tranquilo porque su amigo estaba en sus cabales y dejaba de pensar tonterías.
La tarde de Kame y Ueda no fue mejor que la de sus respectivos novios. En cuanto llegaron, Ueda se dedicó a buscar cosas en qué distraerse, desde comprar objetos, hasta buscar qué comer… Así era Ueda a veces… Kame se preguntaba a menudo si de verdad no era una chica, porque siempre que estaba deprimido, actuaba como una: comprándose cosas, comiendo y llorando a escondidas o con él. Sin embargo, las burlas no servían en esa ocasión, porque con este problema, Ueda parecía más decidido a olvidarse de su dolor rápidamente.
Lo siguió con dificultad y cada que quería abordar el tema de Maru, Ueda le sacaba la vuelta y compraba otra cosa. Estaba comenzando a fastidiarse.
Cuando unos chicos se le acercaron creyendo que era chica, él solo les sonrió con coquetería, de modo que Kame se lo llevó de aquel sitio para evitar que hiciera estupideces. Aún si el mayor les había hablado, y los chicos habían reconocido que era hombre, no les importó, continuaron coqueteándole.
No quedó exento de regaño. Le habló duramente porque estaba harto de que hiciera tonterías. Le había dicho que aceptó acompañarlo solo con el objeto de poder hablar tranquilamente y que entrara en razón, no para que hiciera el tonto en un pueblo lejos de la posada, poniéndole los cuernos a Maru.
Ueda solo se rió y dijo que ya no era su pareja… fue entonces cuando Kame lo abofeteó en medio de toda la plaza y le dijo que lo decepcionaba. Primero se ponía a llorar como una Magdalena después de dejar a Maru, argumentando que era todo por su bien y lo preocupado que estaba… y ahora salía con tonterías.
Después de esa llamada de atención, Ueda se calmó… Ya no compró nada, más que una cadena con de la que colgaba un angelito de cuarzo. Se la mostró a Kame, sonriendo un poco menos animado que antes… Sin duda lo había hecho entrar en razón, por el precio era caro, porque la alegría de Ueda se había ido. Ahora… estaba seguro que solo pensaba en su… novio.
Poco tocó de su comida, diciéndole que no tenía apetito (¡y como tener después de todo lo que había comido de chatarra!). Kame encontró una tienda de antigüedades, y en el escaparate vio un trébol de cuatro hojas… No supo por qué, pero Jin le vino a la mente y sonrió apenado, preguntándose qué estaría haciendo en ese momento y si lo extrañaba como él lo hacía.
Pidiéndole a Ueda un poco de tiempo, entró en la tienda a comprarlo. El mayor no hizo otra cosa más que quedarse afuera, observando a la gente que pasaba… entonces una pareja caminó en frente suyo, tomados de las manos y jugueteando a darse un corto beso… La escena le supo tan amarga, sobre todo porque extrañaba a Maru, que se llenaron los ojos de lágrimas y bajó la cabeza para comenzar a llorar. ¿Podría volver a tomar la mano de él de ese modo?
Estaba tan confundido que apenas podía pensar… Decidió que, de regresar con Maru, tendría qué contarle todo, porque una vez que la espina de la curiosidad se clavaba en una persona, ésta no lo olvidaba nunca, y no quería que esas cosas se interpusieran entre ellos. Pero tenía un pavor de contarle la verdad… porque temía ser rechazado. Recordaba el tono tan temeroso que utilizó Maru para preguntarle a Kame si era cierto que había matado a alguien y solo sintió miedo de
imaginarse la cara de repulsión con la que quizá lo miraría… No podría soportarlo… lo que menos quería era ser repudiado por él y…
Cuando Kame salió de la tienda, no pudo evitar tirarse a sus brazos y llorar desconsolado, diciéndole que ya no podía más y que quería saber qué debía hacer. No quería pasar un solo minuto lejos del amor de su vida porque le quemaba por dentro. Era cierto que se veían poco durante el día, pero Maru siempre le daba toda la noche… el punto es que nunca se sentía lejos de él… más que ahora que lo había dejado.
A Kame se le rompió el corazón cuando lo escuchó llorar de ese modo. Él era de la idea que debía arreglar las cosas con Maru, pero también comprendía los miedos de su mejor amigo… lo que tenía qué abordar era un tema muy delicado, pero conocía a Maru y también entendía que a él le preocuparía más lo otro que ocultaba…
Después de una larga charla, Ueda decidió que haría lo primero que le viniera a la mente en cuanto viera a Maru en la posada. Si era huir, no volvería con él, si era tirarse a sus brazos, contaría todo aún si eso quería decir un posible rechazo. Estaba harto de tener la sensación de incertidumbre y además, no se sentía con derecho de estarlo lastimando.
Kame no estuvo de acuerdo con esas decisiones, pero debía dejar que Ueda se tranquilizara. Así pues, pasaron más tiempo juntos antes de irse. Al pasar por una iglesia, Ueda vio a una ancianita que vendía joyería de plata. Al menor no le gustó mucho porque estaba sucia y brillaba poco, pero Ueda sabía que con un trapo de seda la plata volvía a tener su brillo.
Compró dos anillos iguales, consistían en dos aros cruzados y sueltos. Podrían confundirse con un llavero si se jalaban en contra. Pagó la cantidad, muy barato para su gusto, y los miró sintiéndose como una niña emocionada. ¿Qué diría Maru cuando los viera y…?
El menor volvió a abrazarlo cuando Ueda rompió a llorar en silencio, llevándose los anillos al pecho. Estar entre el sí y el no era lo peor, y Kame lo sabía perfectamente. Lo peor de todo es que para él también sería una decisión difícil.
Aún confundido, ambos decidieron volver a la posada… donde tendría qué decidir.
Yuya había tenido una idea estupenda para distraerse mientras regresaban Kame y Ueda de su paseo por Numazu. Comenzaron a jugar “Uno Rummy”, un juego de fichas que consistía en hacer tercias y escaleras. Era bastante interesante porque, a pesar de que se veía fácil, era todo lo contrario.
-¡¡No, no, hagas eso!! –pidió Reio desesperado al ver que su hermano le tapaba la tercia que pretendía convertir en cuarta.
-Lo siento, pero… ¡es mi jugada! –contestó Jin depositando el cuatro rojo con las fichas del mismo número pero diferente color.
-¡Nooooo! –gritó Reio en una excelente exageración de desesperación.
-Tu turno, Yucci –dijo Jin ignorando el berrinche de su hermano.
-Mmm… -él tenía juego, había estado tratando de armarlo cuidadosamente, pero nada parecía estar de su parte.
Por fin lo notó, había algunas fichas que le servirían de mucho, así que las tomó y comenzó a hacer movimientos en donde los demás se dedicaban a cuidar sus próximas jugadas: Reio no quería que le taparan la nueva oportunidad que había descubierto con la escalera de rojos, mientras que Yuya estaba preocupado porque nadie se llevara el comodín que se encontraba en la tercia de ochos, y Jin, cuidaba sus gestos ya que Maru le había arruinado su próximo movimiento.
-Creí que nunca tendría oportunidad –dijo Maru sonriendo, pues se había deshecho de tres fichas y ahora le quedaban ocho por descartar. Si se comparaba con sus compañeros de juego, era cierto que era quién más fichas tenía, pero a medida que te quedabas sin ellas, era más difícil encontrarle lugar para ganar-. Tu turno, Yuya-kun –dijo el mayor sonriente.
-Mmm… -ahora el pensativo fue el menor, observando su juego- ¡Jo, jo, jo! ¡Mi futuro se abre!
Todos rieron debido a la frase y Yuya tomó dos fichas para acomodarlas donde quiso. Cuidando no confundir el número seis con el nueve, pues Jin lo había hecho anteriormente, lo que provocó que todos se destornillaran de risa.
-¡UNO! –dijo Yuya alzando las manos para festejar que estaba a un paso de ganar.
-¡Ciérrenle su juego! –Reio imitó a Yuya para llamar más la atención que el menor, lo que provocó que su kohai le diera un codazo.
-¡Senpai!
-Mi turno –se sobó el codo debido al golpe de Yuya y observó el juego… Sin embargo, él tenía qué tomar una ficha porque no tenía dónde acomodar sus tres restantes.
-¡Já! ¡Eso te pasa por andarte burlando, senpai! –dijo Yuya riéndose.
-Urusai –también se rió.
-Bien… -Jin se quedó pensativo sobre el paso que tendría qué dar. Tenía qué tomar una decisión importante porque había diferentes sitios donde podía acomodar sus fichas… ¿pero dónde? ¿Dónde para arruinarle el juego a Yuya? Aunque no sabía ni qué ficha le quedaba al menor.
-Vamos, úsala estúpidamente para aprovecharme de eso –dijo Maru haciendo movimientos raros con las manos, como si quisiera hipnotizar a Jin.
-¡Urusai!
Mientras los menores reían y Jin continuaba pensando, se escucharon pasos presurosos en el pasillo, pero ninguno de los cuatro prestó atención, hasta que la puerta del cuarto se abrió y se mostró un Junno apresurado y sobre todo asustado. Su rostro era la mismísima cara del miedo y la preocupación.
-¿Qué pasa, Junnosuke-san? –preguntó Yuya un poco asustado.
-¡Graves noticias! ¡Vengan al vestíbulo, pronto! –no se movió hasta que los demás lo hicieron.
Los cuatro se levantaron rápidamente, pensando que había algún problema en la entrada y como amigos del Kame y Ueda tenían qué respaldar a su amigo en lo que fuera que necesitara.
Corrieron detrás de Junno, siguiéndolo a lo largo del pasillo, mientras que otros visitantes se paseaban tranquilos por la misma área. Y cuando llegaron a la recepción, vieron a varias personas agrupadas mirando la televisión que se encontraba ahí. Unos se tapaban la boca horrorizados, otros solo movían la cabeza en forma negativa, como sino pudieran creer lo que estaba viendo.
-Así es, esto ha sido inesperado. Numazu es un pueblo que es reconocido por su tranquilidad y porque la gente comenta que no pasan acontecimientos de ésta índole. Todos en el pueblo están espantados y no saben exactamente qué hacer. Al parecer, ya se ha solicitado el apoyo de servicios de emergencias de las ciudades cercanas a Fujisan, por lo que el apoyo no tardará en llegar –la reportera guardó silencio mientras que el conductor de noticias le hacía una pregunta que dejó a Jin y a los demás helados.
-¿De cuántos muertos estamos hablando? –preguntó el hombre del traje.
-Aún no se tiene una estimación, pero cifras no oficiales hablan de que son aproximadamente unas diez personas, entre hombres y mujeres. Afortunadamente no se ha informado de ningún infante caído en la zona de desastre. Estamos esperando a que las autoridades nos den más detalles de la situación…
-¡¿Qué ocurrió?! –preguntó Jin de inmediato, sin esperar a escuchar más informes. Volteó con Junno y casi lo acorraló contra la pared.
-Explotó una bomba en la plaza principal de Numazu… ¡Oh, Dios mío!... –Junno se tapó el rostro, porque temía que lo peor les hubiera sucedido a Kame y a Ueda, que aún no regresaban de su visita.
-¡¿Cómo que una bomba?! ¡¿En dónde demonios creen que estamos?! –le espetó Jin muy preocupado.
-Akanishi-san, cálmate –pidió Yuya un poco tranquilo. Estaba asustado por la noticia, pero no comprendía por qué Jin se comportaba como un loco.
Entonces el mayor sintió miedo. No le había dicho que su hermano había ido con Ueda a esa ciudad. Cuando Yuya preguntó por Kame, Jin solo respondió que había salido con Ueda y que no volverían sino hasta más tarde, probablemente hasta la noche. El menor no había hecho más preguntas.
-Ji-Jin… -Maru se acercó, saliendo del shock y del miedo de que, quizá, Ueda estuviera en la cifra de muertos. Pero no… algo le decía que no era así. Podía sentir que algo había ocurrido, en efecto, pero estaba seguro que él estaba bien- Kame-chan… y Tat-chan…
-Nii-chan… -Reio comprendió de inmediato todo y volteó con Yuya, quién continuaba viendo a los mayores para que le dieran una explicación del por qué la agitación.
-¿Qué sucede? –preguntó Yuya sintiendo mucho miedo, mientras un calosfrío le corría por la espina dorsal… Entonces comprendió- Mi… ¿Kazu-nii-chan…? ¿Él…?
-Tenemos qué ir para allá –dijo Jin convencido de que no podía quedarse ahí de brazos cruzados.
-Los caminos están bloqueados, Jin-san –intervino Junno estrujándose las manos-. No dejarán pasar a ningún vehículo.
-¡No puedo quedarme aquí de brazos cruzados! ¡Tengo qué saber si Kazu está bien! –contestó de inmediato, organizando sus ideas para pensar en cómo llegar al pueblo sin que la policía los regrese por el mismo camino.
-Iré contigo –dijo Maru siguiéndolo a la salida.
-¡Yo también quiero ir! –dijo Yuya siguiéndolos y Reio también.
-No, ustedes se quedarán aquí –Jin se giró para bloquearles el paso-. Es peligroso que vayamos todos.
-Pero… -Yuya insistió.
-Te avisaremos cualquier cosa –dijo Maru.
-¡Quiero ir! –se sentía desesperado porque Kame era la única familia que le quedaba en Japón, y no quería quedarse ahí, sin hacer nada, esperando a que le dieran alguna señal de que su hermano mayor estaba bien.
-Leo, cuida de él, ¿de acuerdo? –pidió Jin ignorando la posición de Yuya. Sabía que tenía mucho derecho a ir, pero no quería exponerlo a una fuerte impresión si es que Kame estaba… No quería ni pensarlo, tampoco quería ser tan pesimista como para pensar que estaba mal herido.
-Hai –contestó Reio asintiendo.
-¡Akanishi-san! –Yuya intentó seguirlos cuando los vio bajar los tres peldaños de la entrada principal, en dirección a al verja de salida, pero Reio lo detuvo- ¡Suéltame, senpai!
-¡Debes esperar, Yuya-kun!
-¡No me pidas eso! ¡Kazu-nii es mi familia! ¡Suéltame! –insistió viendo cada vez más lejos a sus dos superiores.
-¡Y estoy seguro que mi hermano entiende eso! ¡Confía en él! Traerá con bien a tu hermano, ¡lo sé!
-¡¿Cómo puedes estar seguro?! ¡Quiero ir! –continuó forcejeando.
-¡Porque Jin es así! –de alguna manera, logró que dejara de moverse y le clavó la mirada en los ojos- No dejará que la gente que ama salga lastimada. Estoy seguro que están bien. Debes calmarte.
-No voy a perder a mi hermano mayor, ¿cierto? –preguntó Yuya esperanzado.
-No pienses así.
-No quiero perder a más personas que me importan… Ya no… -bajó la cabeza y comenzó a sollozar. Se sentía tan tonto e inútil, sobre todo impotente, porque Jin no lo había dejado ir y ahora porque Reio le impedía seguirlos. Aún si era de la familia, le habían impedido ir a ver que su hermano estaba bien con sus propios ojos…
-Tranquilo… -le acarició el cabello, pero Yuya continuaba llorando- No pienses eso. Ellos estarán bien. Ya verás que en unas horas estarán de regreso.
El menor solo asintió y se dejó abrazar por Reio para tener un poco de tranquilidad y consuelo. Se desahogó en su hombro y pensó una y otra vez, que Kame estaba bien, que no había pasado nada malo y que, como decía Reio, regresarían a la posada, sanos y salvos.
Mientras tanto, después de que Jin persuadiera al quinto taxi de llevarlos a Numazu, ambos se comían las uñas pensando qué habría pasado y preocupados de que sus parejas estuvieran bien.
Jin se sentía tan culpable de haber dejado que se fueran solos, pero tampoco podía ir con él a todos lados porque… en ese momento, Ueda necesitaba buscar un consuelo y pensar a solas. ¿Cómo podía adivinar que pasaría algo así? En caso de que así fuera… entonces, no los habría dejado salir por nada del mundo, o les hubiera pedido que se fueran a otro pueblo… pero no… ¡Cómo podía ser tan estúpido!
Volteó con Maru, dándose cuenta que estaba luchando entre el llorar y el mantenerse en pie. Sentía que si le pasaba algo a Ueda, jamás se lo perdonaría, nunca… porque por sus tontas
preguntas, ahora su novio estaba… ¡No quería ni pensar que le hubiera pasado algo malo! Solo quería verlo, saber que estaba bien, abrazarlo y pedirle perdón, tanto por pelearse como por permitir que algo lo dañara.
El mayor sacó su celular, probando de nuevo llamar a Kame.
-El número que usted marcó, no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio. Es posible que el propietario lo tenga apagado.
-¡Kuso…! –murmuró Jin mordiéndose la uña del dedo pulgar.
-Déjame intentar con el de Tat-chan –dijo Maru al escucharlo.
Jin asintió y de inmediato marcaron el número, escuchando varios timbrazos en medio de la desesperación. Maru puso el altavoz para que Jin pudiera escuchar noticias sobre su novio, pero siendo egoísta en ese momento, él solo quería saber si Ueda estaba bien.
-¡Maru! –dijo Kame al otro lado de la línea.
-¡¡Kame-chan!! –dijo Maru sorprendido.
-¡¡Kazu!! –Jin dio gracias a Dios por escucharlo.
-¡Gracias al cielo que contestas! ¡¿Cómo están?! Escuchamos del accidente, ¿se encuentran bien? –preguntó Maru de inmediato, robándole las palabras a Jin.
-… Hai… Etto… -había algo que no estaba bien, y Kame tardó mucho en decir qué era.
-¿Qué pasa? –preguntó Jin- ¿Estás bien?
-Sí, yo estoy bien.
-¿Qué ocurre, Kame-chan? ¿Qué hay de Tat-chan? ¿Por qué contestaste tú su teléfono? –apretó el aparato, pidiendo porque Kame no le dijera que algo le había pasado a su novio.
-Estábamos cerca de donde ocurrió la explosión… en la esquina… Queríamos tomar un taxi hacia la posada y… ¡Todo pasó demasiado rápido!
-Kame-chan, dime qué Tat-chan está bien, por favor…
-Se encuentra consciente… - fue lo único capaz de decir.
-¿Qué quieres decir con consciente? –a Maru se le heló la piel y Jin pudo notar que el color se le iba de las mejillas- ¡¡Kame-chan, contéstame!!
-Yucci, tranquilízate –pidió Jin quitándole el celular porque sentía que en cualquier momento iba a soltarlo o romperlo por la fuerza que estaba infringiendo en el mismo.
-Él me protegió… Escuchamos el ruido y… lo único que recuerdo bien fue que volteamos a ver qué sucedía. Un puesto de madera voló y solo vi que algo… iba hacia mí. Fue cuando Tat-chan… Lo siento, de verdad, Maru… Tat-chan me protegió para que no me pasara nada…
-¿Qué le pasó?... –preguntó Jin al ver que se creaba un largo e incómodo silencio y que Maru no era capaz de formular la pregunta que tanto estaba atormentándolo.
-¡Él está bien! ¡En serio que sí! Solo… tiene herido el brazo. El golpe provocó que cayéramos y los paramédicos dicen que fue más la impresión de haber visto su brazo… herido. Tat-chan estaba muy impresionado, así que se desmayó… -contestó Kame temblándole la voz por sentirse responsable que su amigo estuviera herido.
Pero Maru ya no pudo seguir escuchando más, se bloqueó completamente llevándose las manos a la frente y pensando, intentando asimilar lo descrito por el menor: Ueda herido del brazo. No era nada grave pero… no podía evitar sentir que todo eso era culpa suya.
-Yucci, ¿estás bien? –preguntó Jin tomándole el hombro, por lo que su amigo respondió negativamente, moviendo la cabeza.
-¿Maru? ¿Jin? –preguntó Kame aún asustado, esperando que le respondieran.
-Ah, ¿cómo está todo? ¿Estás seguro que estás bien? –preguntó Jin preocupado. Sabía que Maru necesitaba apoyo moral, pero él necesitaba saber que Kame estaba bien para poder ser el centro del equilibrio.
-Sí, estoy bien. Solo tengo unos raspones por la caída, pero me encuentro bien a comparación de algunas personas que tuvieron que llevarse al hospital de urgencia –contestó Kame un poco más calmado.
-Menos mal… -suspiró- Vamos para allá, ¿de acuerdo? No se muevan de donde están.
-Gracias, Jinjin –hubo un silencio corto y Kame volvió a preguntar-. ¿Y Yuya-chan? ¿Se lo has contado?
-Lo vio por televisión. Está muy asustado. Sería bueno que le dieras una llamada diciéndole que estás bien –contestó mirando a Maru que continuaba atormentándose.
-Hai. Lo haré ahora mismo.
-Cuídate y mantennos al tanto de todo, ¿de acuerdo?
-Sí, Jin… Los esperamos entonces –sin esperar respuesta de su novio, Kame colgó y Jin cerró el celular de Maru, volteando con él para intentar consolarlo.
-Yucci…
-Todo esto es culpa mía, Jin… -susurró Maru tapándose los ojos.
-¿Qué dices? No es culpa tuya –Jin quiso quitarle las manos del rostro, pero debía darle su espacio.
-De no haber… Soy un idiota… De no haber preguntado cosas que no me correspondían… Tat-chan y Kame-chan estarían en la posada, y jugaríamos con Yuya y Reio… Quizá nos enteraríamos de la noticia, pero estaríamos tranquilos pensando que estamos bien… Y ahora…
-Yucci, no tienes por qué echarte la culpa…
-Yuya-kun se ha llevado un gran susto, pensando que su hermano mayor pudo haber muerto y ahora… estoy seguro que me odiará…
-Yuya-kun no es así…
-Perdóname también, Jin… -Maru solo podía pensar en el “hubiera”, porque creía que era verdad que todo se desencadenó desde el momento en que había hecho enfadar a Ueda- Kame-chan pudo… Lo siento tanto… Sé lo que él significa para ti y…
-Basta ya, Yucci. Te he dicho que no tienes por qué sentirte responsable –parecía que Maru no escuchaba nada de lo que estaba diciéndole, solo se enfocaba a sentirse mal.
-Jin… -volteó incapaz de tirar una sola lágrima. Se sentía más culpable que triste- yo mismo le prometí que no permitiría que nada lo dañara y… ahora… -las palabras de Kame vinieron a su mente, diciendo que Ueda tenía lastimado el brazo- No voy a ser capaz de mirarlo a los ojos…
-¡Escúchame! –le tomó el rostro para enfocar su mirada- No tienes nada qué ver con lo que pasó en Numazu, ¿de acuerdo? Y olvídate de no poder verlo, porque serás a quien Ueda-san necesite más que a nadie a su lado. Kame dijo que está alterado y asustado… En vez de culparte, piensa en cómo deberás consolarlo.
-Pero… ¿crees que quiera…?
-¡Claro que querrá verte! –miró de reojo al taxista, quien ponía más atención al camino que a su conversación- Yucci… Ueda-san te ama, aún con todo lo que pasó por la mañana, estoy seguro que él continúa queriéndote mucho. ¿Quieres que pase estos momentos solo? ¿Con Kame? ¿Con otra persona que no sepa cómo consolarlo mejor que tú?
-No… -contestó de inmediato, imaginando a su novio extrañándolo.
-Entiende, Yucci… No es culpa tuya, y estoy seguro que Ueda-san piensa del mismo modo. Si quieres pedirle perdón, hazlo… pero no te atrevas a no acercarte a él cuando lo veas.
-Pero, Jin… siento tanta vergüenza porque no pude protegerlo… -bajó el rostro, ésta vez dejando escapar lágrimas de enfado contra sí mismo.
-Y comprendo exactamente cómo te sientes, porque en estos momentos me siento como el mayor idiota, por no estar al lado de Kazu-chan, pero… no ayudaré en nada solo culpándome.
-Jin… -miró a su amigo, sintiéndose un poco mejor.
-Llegaremos a Numazu en cinco minutos –dijo el chofer.
-Hai. Arigatou –contestó Jin.
El resto del trayecto lo pasaron en silencio. A Maru comenzaron a temblarle las rodillas, pensando en cómo sería encontrarse con Ueda y también pidiendo que no lo rechazara. El chofer los condujo lo más dentro de Numazu que le permitieron y de ahí siguieron las indicaciones de la gente que hablaba sobre el incidente.
Ambos caminaban a grandes zancadas, desesperados por encontrar la dichosa plaza que ahora ya era famosa. Caminaron por otra media hora, buscando el lugar y burlando a los policías que les exigían se alejaran del lugar.
Jin podía ver a gente corriendo y llorando, algunos desesperados por entrar en la zona acordonada, pero la policía no los dejaba pasar, más que a algunos familiares que llegaban por los heridos menos graves para llevárselos a sus casas. Se sintió afortunado de que él debía pasar por Kame del mismo modo, pero cuando volteó con Maru, supo de inmediato que era el único feliz.
Ambos se sujetaron de la cinta que impedía el paso y un policía se les acercó pidiéndoles distancia.
-¡Somos familiares de dos heridos! ¡¿Podemos pasar?! –preguntó Jin cuidando que Maru no rompiera las reglas y hacerlo todo tranquilamente.
-¡Nombres! –dijo el policía conteniéndolos.
-Kamenashi Kazuya y Ueda Tatsuya –contestó de inmediato.
El hombre buscó en la larga lista después de que llegaran otros dos elementos y contuvieran a todos los curiosos y la gente desesperada que quería pasar.
Maru vio horrorizado cómo había cuerpos con mantas encima y médicos forenses en la escena, analizando los hechos y apuntando. Había quiénes ponían etiquetas a los cuerpos y caminaban de aquí para allá, buscando heridos y estabilizando a quienes estaban en pánico.
-Kamenashi Kazuya-san ha sido dado de alta de inmediato debido a las lesiones leves que presentó –dijo el policía volviendo con los dos-. Lo puedes encontrar cerca de aquella esquina –apuntó donde estaba una pequeña carpa blanca que tenía una cruz roja en la puerta-. Ueda Tatsuya-san está en una unidad de paramédicos. Están terminando de ponerle el cabestrillo –finalizó el hombre inclinándose y para dejarlos pasar.
-¿Cabes… trillo?… -preguntó Maru sintiéndose mareado.
-Vamos –Jin lo tomó del brazo y como pudo lo hizo agacharse para pasar a la zona acordonada-. Iré por Kazu, mientras…
-¡¡Jin!! –gritó Kame interrumpiéndolo.
Jin y Maru de inmediato voltearon a su derecha y encontraron al menor corriendo hacia Jin, o lo que podía correr porque tenía el tobillo lastimado, pero fuera de eso solo podían ver pequeños parches en su rostro y brazos.
El mayor no tardó ni un segundo en reaccionar al verlo y corrió lo más rápido que pudo para abrazarlo y llenarle el rostro de besos, mientras que el menor repetía una y otra vez su nombre, diciéndole que había estado asustado y que no pudo dejar de pensar en él mientras estaba siendo atendido.
-Kazu-chan… qué bueno que estás bien… -susurró Jin estrechándolo con fuerza contra su pecho.
-Jin… -también lo abrazó aún si sentía que su novio estaba lastimándolo un poco por las heridas, pero no importaba, quería sentirlo protegiéndolo, como siempre.
-¿De verdad estás bien? ¿Te duele mucho? –se separó para mirarlo y Kame asintió con una sonrisa. Entonces Jin volvió a abrazarlo, agradecido de darse cuenta que su novio podía hacer esas muecas que tanto adoraba- Perdóname por no cuidarte…
-No es tu culpa… -susurró Kame escondiendo su rostro en el pecho de Jin.
-Mi amor, me diste un buen susto… -susurró acariciándole el cabello para calmarlo.
-Gomen… -se aferró más a su chaqueta, sintiendo la calidez del cuerpo de su novio… una calidez que necesitaba sentir para dejar de temblar por el miedo.
-Kame-chan, ¿estás bien? –interrumpió Maru estrujándose las manos.
-Sí, estoy bien, Maru –se separó de Jin y le sonrió-. No he podido ver a Tat-chan desde que nos separaron… Lo siento de verdad…
-Está bien. Iré a buscarlo, ¿ne?
Kame iba a decirle que lo acompañaban, pero Jin lo detuvo y movió negativamente la cabeza. Ambos miraron cómo Maru se fue, casi caminando como robot, hacia donde se encontraba la unidad de paramédicos. Podía ver un par de ambulancias dando servicio para los heridos leves… y ahí debería estar Ueda.
Buscó en la primera ambulancia. Estaba una señora y sus dos hijos que no paraban de llorar porque su madre tenía el brazo roto, pero la mujer les hablaba tranquilamente, asegurándoles que estaba bien. En la segunda, había un chico con los pantalones rasgados y le sangraba la cabeza, estaba muy alterado por lo que los paramédicos le dijeron que debía tranquilizarse para que la sangre dejara de brotar. Y finalmente, en la tercera, estaba Ueda, siendo atendido por una mujer que movía delicadamente su brazo y le ponía el cabestrillo del que estaba hablando el policía… Ver esa escena provocó que se sintiera como un cobarde que no podía cumplir una sencilla promesa de proteger a la persona que amaba… Era horrible ver… que estaba herido y con lesiones y raspones en el rostro y los brazos…
-Puedes moverlo pero te dolerá por un tiempo porque la herida debe cicatrizar –dijo la paramédico.
-Gracias –contestó Ueda con una sonrisa.
-Si el dolor es insoportable, toma ésta medicina –le dio unas pastillas.
-Hai –asintió.
-Bien. Quédate aquí. Iré por un médico para que evalúe por último tu estado de salud y puedas irte –Ueda volvió a asentir y vio cómo la mujer se retiraba.
Suspiró moviendo un poco su brazo pero podía sentir cómo la herida se acariciaba contra el vendaje y dolía. De seguro el dolor lo pondría de mal humor por un tiempo y odiaba no sonreír. Levantó la mirada cuando sintió que era observado y se encontró con Maru, que lo veía a unos dos metros de distancia. No fue capaz de desviar la mirada, sino que se quedó ahí, esperando a que el mayor se acercara.
Maru tardó unos momentos en hacerlo, desvió la mirada y se acercó. Sentía mucha pena de verlo ahí, sentado y con su brazo… Comenzaba a pensar que él no era la persona adecuada para cuidar a Ueda.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, miró de reojo a Ueda y al ver que lo miraba fijo, desvió nuevamente la mirada. Sentía tanto… coraje contra sí mismo… que…
Volteó con el menor de inmediato, al sentir que le rodeaban el cuello y lo hacían inclinarse un poco. Miró el oído de Ueda, en medio del abrazo que éste le daba con un solo brazo, el sano. Ninguno de los dos dijo nada, y Maru tampoco le respondió el abrazo sino hasta después de un largo rato de estar enlazados.
-… Estoy feliz… -dijo Ueda en un susurro.
Maru no preguntó, solo pudo volver a mirar su oído, como si ahí estuvieran los ojos del menor.
-Viniste por mí… -agregó aferrándose más al cuello de Maru.
-Tat-chan…
-Tuve mucho miedo… -volvió a susurrar sin soltarlo- Yucci… quería verte…
-Perdóname… Por mi culpa estás…
-No es tu culpa… -Ueda se separó y lo miró a los ojos, acariciándole la mejilla con una sola mano- Yo fui tan… infantil… Pero me da mucho miedo…
-¿Qué quieres decir? –tomó la mano sana de Ueda y la besó en la palma, dejándola entre sus manos para abrazarla.
-Contarte lo que quieres saber… por eso actúe así… porque me asusta la idea de que… puedas dejar de quererme…
-¿De dónde sacas esas cosas?… -le tomó el cuello con suavidad, esperando que no lo tuviera lastimado y apoyó su frente contra su pecho, acariciándole el cabello de la nuca para calmarlo.
-Yucci… hay tantas cosas que no sabes de mí, que siento a veces que te estoy mintiendo…
-No lo haces –contestó besando su cabello.
-Soy egoísta… Te quiero solo para mí y por eso hay cosas que no me animo a decirte porque no quiero…
-Shhhh… -Maru le colocó un dedo en su boca después de separarlo, todo con el fin de hacerlo callar- Me las dirás cuando te sientas listo, pero quiero que sepas, que sea lo que hayas hecho antes, voy a entenderlo sin juzgarte… ¿de acuerdo?
-¿En serio? –lo miró con ojos brillosos, intentando no derramar lágrimas para no hacerlo sentir peor de lo que seguramente ya se sentía.
-Claro que sí –besó su frente y quiso hacerlo con sus labios-. No tengas miedo, ni tampoco pienses que te forzaré a contarme algo que no quieras… Perdóname por lo de ésta mañana… Solo quería protegerte de él y… Bueno… Lo siento…
Ueda movió la cabeza en forma negativa y se refugió de nuevo en su pecho, aún asustado.
-Lo sé. Gracias… Créeme que a veces quisiera que de verdad creara una realidad, aunque fuera mentira, donde yo no existiera…
-No digas eso… Él está enfermo.
-Mmm~… -se separó sin dejar de abrazarlo y esbozó un lindo puchero de reclamo- No le pongas atención~
-No lo hago –rió por lo lindo que se veía.
-Solo preocúpate por mí –dijo en tono autoritario y caprichoso-. Bueno, y por tus amigos, pero no tanto que no me gusta~
-Eres un niño, Tat-chan –besó su frente nuevamente, dando gracias de reconciliarse con él, pero todavía se sentía mal por verlo herido.
-No recuerdo nada –dijo llevándose una mano a la cabeza.
-¿Te refieres a lo que ocurrió? –preguntó Maru preocupado.
-Solo… cosas borrosas y ruidos… Solo… veo a Kame que me decía que debíamos regresar ya, nos fuimos a la esquina para tomar un taxi… un ruido muy fuerte, como de algo que chocaba y… fuego… Recuerdo haber gritado el nombre de Kame-chan, me di media vuelta y… después desperté… -apretó los labios, quedándose para sí la palabra “sangre”.
-Tat-chan… -le limpió un rastro de ceniza que tenía en la mejilla- protegiste a Kame con tu cuerpo.
-Ah… Recuerdo haber visto un pedazo de madera que venía hacia nosotros…
-Fuiste muy valiente, amor, pero… -sonrió con pesar- no juegues al bodyguard, ¿quieres?
-Lo siento, Yucci –hizo un puchero de pena.
-Está bien… No fue algo tan grave así que… la próxima vez, solo derríbalo, ¿sí?
-Sí, Yucci.
-¿Es usted conocido del joven? –interrumpió la paramédico que venía acompañada del doctor.
-Sí. ¿Ya puede irse? –preguntó Maru soltándole las mejillas a Ueda.
-Sí, solo necesito una firma suya para el archivo. Ya sabe… el protocolo nos impide dejarlo ir así como así –asintió el doctor con una hoja en la mano.
-Comprendo. ¿Dónde firmo?
Después de hacer todo el papeleo para que dejaran ir a Ueda, ambos le dieron las gracias al doctor y a la paramédico para irse de inmediato con sus amigos, que estaban ya esperándolos fuera de la zona acordonada.
-Ah, Yucci… chotto –dijo Ueda deteniéndose para buscarse algo en los bolsillos del pantalón.
-¿Qué pasa? –ladeó la cabeza pensando que quizá habría perdido la billetera o algo.
-Dame tu mano –Maru se la dio enseguida, y Ueda la extendió para depositar en ella, el anillo que había comprado para ambos.
-¿Para… mí? –Ueda asintió sonrojándose- Tat-chan… -ésta vez no pudo contenerse y le rodeó la cintura para darle un suave beso en los labios, provocando que Ueda lo abrazara por el cuello con su única mano disponible.
-Te quiero ver usándolo… -dijo después de separarse- Eres mío, Yucci, no quiero que piensen que eres soltero.
-Claro que no –le dio otro beso corto en los labios y no dejó de sonreír, emocionado porque Ueda sintiera tal necesidad de marcarlo como suyo de diferentes formas.
-Compré uno igual, ¿ves? –sacó el suyo y se lo puso en el dedo anular de la mano derecha. Levantó la mano y se lo enseñó a Maru.
-Espera… -le tomó delicadamente la mano herida, que era la izquierda, le quitó el anillo del dedo y lo deslizó cuidadosamente por el otro dedo anular- Lo pusiste en la mano equivocada.
-Ah… -Ueda miró su mano izquierda… el anillo ocupaba el sitio donde los casados colocaban la argolla de matrimonio- E-etto… Yu-Yucci… Y-yo… -no fue capaz de desviar la mirada a ningún lado, pues los ojos de su novio eran un espectáculo que no quería perderse.
-Dime –preguntó enterneciéndose de verlo tan nervioso. Era la primera vez que su novio tartamudeaba y no era capaz de decir lo que sentía o tenía en la cabeza. Quizá estaba aprendiendo de él para poner a las personas nerviosas y… no era tan malo de vez en cuando.
-Es… que… -bajó la mirada, viendo el anillo en su dedo, emocionado por el significado.
-Tat-chan, quiero que estés solo conmigo, nada más. Como dijiste, no quiero que otras personas piensen que estás disponible… -juntó su frente con la de su novio, rozando su nariz con delicadeza.
-¿Por qué eres así?... –levantó la mirada y le observó el rostro, sin poder evitar sonrojarse y que le brillaran los ojos.
-Porque te amo…
-Yo también te amo, Yucci… Mucho.
Maru sonrió complacido de verlo tan encantado y besó su frente de forma cariñosa, provocando que las mejillas de su novio se encendieran más.
-Se suponía que el nervioso debías ser tú… no yo… -protestó el menor con un puchero de reclamo.
-Es bueno un cambio de vez en cuando, ¿no? –cuando lo vio inflar las mejillas dejó escapar una risita divertida y le tomó la mano derecha para irse de aquel sitio. No había mucho qué hacer ahí… y tanto qué hacer en la posada.
-Ne, Yucci… -lo llamó sin poder quitarle la mirada de encima.
-Dime.
-Dame un beso…
-Te daré todos los que quieras cuando salgamos de aquí, ¿ne?
-¿Podemos… cuando lleguemos a la posada? –insinuó el pasar una noche aún más linda que la anterior.
-Lo que haremos cuando lleguemos, será que ustedes se relajen y duerman. No ha sido un día fácil para nadie.
-Pero yo quiero~… -esbozó un puchero y utilizó aquel tono para manipular los deseos de Maru.
-Y yo también, pero no quiero lastimarte.
-¡Quieroooo!~
El viaje de regreso fue muy callado. Ahora todos estaban tranquilos y después de avisar a Junno que ya iban en camino, esperaban solo poder llegar a dormir y no hacer otra cosa que pasar a otro día. Había sido horrible el tener qué lidiar con ese tipo de cosas en las vacaciones.
Al llegar a la posada, los cuatro se bajaron y quién recibió un abrazado muy apretado fue Kame de parte de Yuya y Junno. Ueda también tuvo su abrazo de parte de ambos, después de un regaño histérico de parte del menor.
Decidieron cenar porque debido al susto, a Kame se le había abierto el apetito mientras que Ueda solo quería comer algo ligero.
Pasadas las diez de la noche, cada quién se fue a sus habitaciones para dormir. Había sido un día tan cansado que apenas se daban cuenta que era veintitrés de diciembre y que el día siguiente sería víspera de navidad.
Ueda y Maru se fueron a su cuarto, donde el menor intentó por todos los medios de provocar a su novio, pero el mayor no cedió y terminó haciendo dormir a Ueda con un puchero de reclamo en el rostro. Le prometió que podría reclamar en navidad, pero por ese día le preocupaba más que recobrara sus energías.
Reio y Yuya también se fueron a dormir temprano.
Jin y Kame fueron los únicos que se quedaron despiertos. El menor le imploró a Junno que los dejara usar las aguas termales por unos minutos. Prometían ser breves. Al final, el chico accedió pidiéndoles que fueran silenciosos porque no quería tener problemas con los huéspedes que también querían entrar por unos momentos más.
Así pues, dentro del baño, Jin estaba sentado en una piedra y tenía a Kame en sus piernas, abrazándolo sin hablar, hasta que el menor le dio una linda sorpresa…
-Lo encontré en una tienda de antigüedades –dijo Kame recargado en el hombro de Jin, mientras el mayor observaba el pequeño broche de trébol de cuatro hojas-. Dijiste que te gustaban por lo que representan… así que me dije que no podía dejarlo pasar.
-Es hermoso, Kazu-chan –respondió dándose cuenta que tenía grabado a la perfección las venas de la planta-. Me encanta.
-¿En serio? –preguntó sonriendo orgulloso por darle al clavo.
-Claro que sí –volteó con él y le alcanzó los labios para así agradecerle el detalle.
-Quiero ver que lo uses en la escuela, ¿eh?
-Por supuesto que sí, Kazu –lo puso cuidadosamente en una piedra para evitar perderlo y acomodó a su novio sobre su regazo para besarlo con más comodidad.
-Me siento tan tranquilo de estar aquí –comentó el menor después de separarse de ese beso.
-No sabes lo feliz que me siento de tenerte entre mis brazos… -susurró Jin acariciándole la cintura por debajo del agua.
-Yo también…
-Kazu… -el menor respondió al llamado con un ligero gemido- ¿cuánt
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SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 Empty Re: SENSEI (AKAME) cap 27 al 35

Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 11:48 am

-Kazu… -el menor respondió al llamado con un ligero gemido- ¿cuánto tiempo nos dio Junno-san para… quedarnos aquí?
-Veinte minutos.
-Ahh… -se mordió el labio inferior, viniéndosele a la mente una idea descabellada, pero no podía evitarlo- And what do you think about… to make you mine here? –como lo esperaba, Kame se alejó solo para mirarlo sorprendido, entre sonrojado y halagado pero…
-Es una locura –contestó apenado.
-Sí, supuse que dirías eso… -se acercó y comenzó a besar su cuello, intentando incitarlo descaradamente.
-Chotto… Jin~… -le fascinaba sentir los labios de su novio en esa parte de su cuerpo, porque era tan cariñoso…
-I‟m sorry, I‟m not gonna stop… I don‟t want to… -susurró lamiéndole delicadamente el lóbulo de su oreja.
-Jin… inglés… no~ -pidió sintiendo cosquillas en su estómago.
-I know… You love me speaking English, right? That‟s why I‟m doing it…
-Jin, basta… -y en contra de todo lo que sentía, buscó la boca de su amante para besarla, pensando que así podría calmar las ansias- Vamos al cuarto si… quieres hacer esto…
-No… I want to take your body here… Nowhere else… -se liberó de los labios de Kame y mordió cuidadosamente una de sus mejillas.
-Estás loco… -suspiró profundamente cuando sintió las manos de Jin acariciándolo por debajo del agua- Ahhh~… Basta, dije…
-Shhh~… Just talk if you‟re going to say something like “Oh, Jinjin, mou, mou!!” or “Yes, yes, yes!”
-Shut up!! –dijo completamente sonrojado por la imitación tan incitante de Jin.
-We‟re wasting so much precious time with complains and we can do it faster. Just… let me do it. I promise, you‟ll love it…
-¡Lo sé, lo sé! –contestó el menor mordiéndose el labio inferior al sentir que Jin lo levantaba un poco para besarlo en el pecho- Por eso… no quiero… porque una vez que empieces… no voy a ser capaz de detenerte… -y en contra de lo que estaba diciendo, comenzó a acariciarle el cabello, sintiendo los labios de Jin por toda su piel.
-Too late…
-Jin… te amo…
-Yo también…
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SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 Empty Re: SENSEI (AKAME) cap 27 al 35

Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 11:57 am

CAP 28 AKEMASHITE OMEDETOU GOZAIMASU??
(¿Feliz Año Nuevo?)


-Happy New Year!!! –dijo Melody al entrar en la sala de profesores, donde la mayoría ya estaban reunidos y trabajando en sus escritorios.
-Happy New Year! –contestaron todos al unísono.
-Jefferson-san, vienes muy positiva el día de hoy –comentó Machiko mirando la gran sonrisa que tenía la profesora en el rostro-, ¿y qué son todos esos globos que traes en las manos?
-Ahhh –dejó una pequeña cajita que venía amarrada con los globos, los cuáles flotaban en el aire con diferentes leyendas en cada uno-, es que ayer fue mi cumpleaños y mi novio me acaba de dar mi regalo. No pudo llegar a tiempo porque estaba de viaje de negocios –contestó la mujer muy sonriente.
-¡¿Eh?! ¡¿Tienes novio?! ¡No lo sabía! –agregó otro profesor volteando rápidamente y Melody asintió.
A Kame también le llamó la atención las nuevas noticias de la profesora que creía una amenaza para su relación con Jin, pero parecía que ya no tendría qué preocuparse tanto por eso. Suspiró aliviado y sonrió. Parecía que ese año que comenzaba sería muy bueno para él.
Jin pudo notar la tranquilidad de su novio y también sonrió al saber que ya no tendría a Melody detrás de sus huesos, acosándolo y pidiéndole besos en secreto, los cuáles después le provocarían problemas con Kame.
-Kamenashi-sensei –llamó Koki muy serio.
-Hai? –atendió el menor acercándose a su jefe.
-El Director aprobó un nuevo curso de japonés y comenzará a partir del próximo mes. Me gustaría que lo llevaras tú porque a mí se me cruza el horario –le extendió la hoja con los detalles del grupo y los nombres de los alumnos que hasta el momento se habían inscrito.
-Ah, pero… -a él también se le cruzaba el horario con las clases particulares con Asahi TV.
-Lo sé, lo sé –dijo Koki antes de que Kame pudiera reclamar-, pero solo es un día. El segundo es en un horario que tienes libre, ¿cierto?
-Hai –asintió.
-Piénsalo. En caso de que no puedas… -quiso decir “no quieras”- entonces veré cómo lo acomodo.
-¡Ah, no, no, está bien! –dijo Kame con una sonrisa, después de todo, solo era un día, aunque Jin iba a enfadarse por eso… ya podía verlo…
-¡Ese pelón de hospicio solamente quiere alejarme de ti! –se quejó Jin mientras salían del coche, deteniéndose en el apartamento de Ueda y Maru.
-No digas eso, Tanaka-san no es así –contestó Kame siguiendo a su novio de cerca.
-¡Es la verdad! Sé que no le agrado desde que entró a la escuela y por eso se la pasa haciéndome enfadar.
-No puedo negarme porque solamente somos dos profesores de japonés, Jin, además es mi jefe –le tomó el brazo, a lo que su novio no se opuso y esperó que comprendiera.
-Lo cuál usa de pretexto para crisparme los nervios –suspiró golpeando el botón del ascensor, lo que hizo sobresaltar a Kame.
-No te enfades así… Es solo un día, los demás estaré contigo en Asahi TV, no te preocupes.
-Si te hace algo, dímelo. Disfrutaré mucho haciéndolo papilla.
-No vamos a estar juntos en clase, Jin. Te estás poniendo paranoico –sonrió intentando ser comprensivo.
Jin no dijo nada a eso pero estaba de acuerdo, estaba siendo paranoico y solo porque Kame no estaría las usuales horas intensivas con él, enseñándole inglés a aquellos ejecutivos… pero es que últimamente se había acostumbrado a tenerlo cerca casi todo el tiempo, que era inconcebible que por cualquier excusa lo alejaran de su lado.
-Ne, Kazu-chan… -lo llamó. Había algo importante que tenía qué decirle.
-Hai? –preguntó el menor sintiendo que Jin le tomaba delicadamente la mano dentro del ascensor.
-He estado pensando… -se mordió el labio inferior y quiso mirarlo, pero sentía cierta pena, sobre todo, miedo al rechazo.
-¿Qué? –ladeó la cabeza confundido.
Las puertas del ascensor se abrieron y salieron juntos del pasillo, caminando hacia el número de departamento donde vivían sus amigos.
-¡Adivinen qué! ¡Comeremos Soba! –dijo la alegre voz de Maru detrás de los dos.
-¿Acabas de llegar? –preguntó Jin con una ceja alzada, pues Maru terminaba pronto las clases ese día y salía a las cinco del trabajo.
-Fui a comprar las cosas para la cena –contestó Maru con una sonrisa.
-¿Cómo le fue a Tat-chan en su entrevista de trabajo? –preguntó Kame interesado, olvidando lo que Jin tenía qué decirle.
Hacía unos días, después de regresar de la posada, debido a la preocupación de todos por el tema de Ryo, Ueda aceptó buscar trabajo en alguna escuela de música para al menos estar seguro dentro de un edificio por algunas horas del día. Aunque la paga fuera menor, el precio de estar a salvo no podía compararse con dinero.
-Parece que están interesados en su currículum y todos sus alumnos particulares se ofrecieron a ser referencia.
-Eso es bueno, ¿ne? –dijo Kame emocionado.
-Debes sentirte más aliviado, ¿cierto? –preguntó Jin al darse cuenta que Maru estaba más alegre de lo normal.
-Claro que sí –sacó sus llaves y comenzó a abrir la puerta-. Será un poco difícil para él, pues está acostumbrado a sus horarios de trabajo y en la escuela le darán un horario que debe seguir… pero es solo mientras nos aseguramos que Ryo deje de perseguirlo… Tadaima! –se anunció.
-¡Vaya! Regresaste rápido –dijo Ueda asomándose de inmediato al escucharlo-. Bienvenidos.
-¡Hola, Tat-chan! –saludó Kame entrando en el recibidor.
-Buenas noches –dijo Jin quitándose los zapatos.
-¡Cuéntame cómo te fue! –dijo el menor llevándose a Ueda hasta la sala, dejando a los mayores solos.
-Kazu-chan ha estado preocupado por Tatsuya-san –comentó Jin sonriendo por los murmullos que podía escuchar de ambos chicos en la sala-, que trabaje fuera es una buena idea. Así no estarás tan preocupado.
-Sí. Él no está del todo de acuerdo, porque ganará menos de lo que conseguía con sus clases particulares –Maru se sintió un poco culpable por ese detalle, pero era preferible a que algún día les diera un susto encontrando el departamento-. Es solo por un tiempo.
-Podría llegar a gustarle, ¿no crees? –Jin lo siguió a la cocina.
-Sí, eso mismo le dije y él mismo pensó en la posibilidad también –dejó la bolsa de la compra sobre una repisa y comenzó a vaciar su contenido.
-¿Y le has preguntado? –cuestionó Jin observándolo.
-¿El qué? –preguntó distraído con las cosas que necesitaba para la cena.
-Sobre lo que te dijo Nishikido-san esa vez –se dio cuenta que Maru se detuvo por unos momentos y después volvió a buscar recipientes.
-… No, no he preguntado nada. No quiero hacerlo todavía. Me gustaría más que Tat-chan me lo dijera, porque no quiero presionarlo.
-¿O te da miedo que vuelva a pasar el que quiera dejarte?
-No, Jin –movió la cabeza negativamente-, es él quién tiene miedo de que eso pase si llega a contármelo.
-Debe ser algo muy grave, ¿no crees? –se recargó en la repisa mirando a Kame y Jin que hablaban animadamente mientras bebían un par de cervezas.
-Nishikido-san habló de un intento de homicidio… pero yo no creeré nada de sus palabras hasta que salgan de la misma boca de Tat-chan –comenzó a partir las verduras-. Quiero confiar en él, darle su tiempo para que se prepare y después, entenderlo sin juzgarlo.
-Así eres tú, Yucci… Comprensivo y atento –se volteó con él, sonriéndole.
-Cállate –sonrió el mayor continuando con sus verduras.
-¿Sabes? Cada que te veo aquí haciendo la cena… me sorprendo –no pudo evitar soltar una risita divertida.
-¿Eh? ¿Por qué? –Maru se detuvo en el corte de las verduras y observó a Jin sin entender la gracia.
-Porque según recuerdo, tú odiabas cocinar; ¿ne?
-Bueno… no es tan molesto como creía –le retiró la mirada, haciendo un puchero de reclamo.
-Mejor dicho, cocinar para esa persona es lo que hace que le encuentres sentido a la cocina, ¿cierto?
-¿Vas a burlarte de mí? –dejó el cuchillo y miró a Jin con un poco de molestia.
-No, porque a mí me pasa lo mismo –miró de nuevo a los dos menores que estaban platicando todavía-. Quiero consentirlo de todas las formas posibles… y cada que veo que tiene hambre, la mejor forma de mimarlo en ese momento, es dándole cosas que le gustan.
Maru no dijo nada. Estaba de acuerdo con Jin en ese sentido. También observó a su novio, que reía de algo que Kame había dicho y le seguía la corriente. Amaba esa linda sonrisa que siempre tenía Ueda cuando estaba con sus amigos o con él… y quería proteger esa felicidad con todo lo que pudiera.
-Ne –Jin llamó a Maru al verlo ensimismado mirando a Ueda-, quién diría que terminaríamos así, ¿cierto?
-¿Te refieres… enamorándonos de ellos? –atendió Maru.
-No solo eso –Jin tomó una zanahoria y la miró, sin lavar y con la cáscara áspera-, sino todo esto que ha pasado últimamente. Ustedes dos viven juntos, nos fuimos de vacaciones a las aguas termales, nuestros hermanos se caen bien… Si te soy sincero, hubo un tiempo en que creí que Kazu sería solo un amor platónico…
-Es cierto… han pasado muchas cosas –hizo memoria de la primera vez que habló con Ueda… que lo vio presentarse y entablar conversación de manera rápida. Quizá ambos no habían pasado por el punto de ser amigos primero, pero se tenían una confianza muy fuerte.
-¿Te acuerdas cuando éramos unos niños? Cuando tendíamos a burlarnos de esas cosas… “El que llegue al último es gay” –Jin fingió la voz de un niño y le arrancó una carcajada a Maru.
-Pero es más que una identidad, ¿ne? –comentó Maru tranquilamente- Es solo… amar a una persona.
-Es cierto.
-¿Y ya se lo dijiste? –preguntó concentrándose más en la cocina.
-Iba a hacerlo pero nos interrumpiste –frunció la boca. Se quitó el saco del traje y se dobló las mangas de la camisa.
-¡Ups! –Maru se mordió el labio inferior y lo miró- Lo siento.
-Está bien. Tengo mucho tiempo para hablarlo con él –tomó un delantal dele perchero que estaba a un lado del refrigerador y se lo puso para ayudar con la cocina.
-No creo que te diga que no… pero quizá se sienta muy nervioso –comentó sacando otro cuchillo para Jin.
-Eso espero…
-¡Hey! –los interrumpió la voz de Ueda, entonces ambos voltearon saliendo de su conversación y se dieron cuenta que eran observados por los menores con una gran sonrisa en el rostro- Qué sensuales se ven con esos delantales, ¿saben? –Kame se echó a reír cubriéndose la boca al notar un sonrojo de parte de ambos.
-¡¿Se están burlando de nosotros?! –preguntó Jin entrecerrando los ojos para hacerse el ofendido.
-¡Para nada! Solo es un cumplido –Ueda sonrió y le lanzó un beso a Maru, quién le devolvió la sonrisa queriendo dejar todo para ir a besarlo de verdad… pero podía esperar.
Horas más tarde, después de la cena, Kame y Jin decidieron irse. El mayor llevaría a su novio a su departamento y después se iría a descansar. De camino, Jin no habló mucho porque estuvo pensando casi todo el tiempo sobre aquello que tenía qué decirle a Kame, pero no le parecía apropiado hacerlo dentro del coche.
El menor no se dio cuenta de que algo estaba en la cabeza de Jin hasta que le comentó sobre las clases de Asahi TV, fue entonces cuando el mayor le contestó solo con un “hai” muy débil y continuaba con la mirada al frente.
Haciendo un puchero, Kame se quedó callado el resto del camino, preocupado porque quizá se había enfadado por algún evento en especial en la cena… Quizá… había hecho algo malo sin querer…
Sin embargo, Jin actuó normal cuando lo acompañó hasta la puerta del apartamento, donde Kame se le colgó del cuello y le dio un largo beso de despedida, donde Jin solo lo abrazaba por la cintura con la misma firmeza de siempre… Ahí se confundió más el menor, pues Jin estaba siendo tan cariñoso como siempre.
-¿Estás bien? –le preguntó cuando se separaron, dejando sus manos en los hombros de su novio.
-Sí, ¿por qué me lo preguntas? –sonrió besándole la frente con mucha ternura.
-Porque… estabas muy distraído en el camino. No ponías mucha atención a lo que decía… -hizo un puchero caprichoso.
-Perdóname –lo atrajo para abrazarlo completamente.
-¿Seguro que estás bien? –preguntó en un susurro, acariciándole la espalda.
-Sí, amor… siempre que estoy contigo, estoy bien.
-¿No quieres entrar un rato? Aún es temprano –y era verdad, eran escasas las diez de la noche y para ellos, tarde era alrededor de las doce.
Jin sonrió y se separó de Kame para besarlo nuevamente.
-Quiero quedarme a pasar la noche… -le susurró juntando su frente con la de su novio al separarse.
-Yo también quiero que te quedes… -se alejó y tomó las muñecas de su novio para adentrarlo en el departamento y cerrar la puerta.
Ya dentro, no fue necesario encender las luces para ambos, pues inmediatamente se sentaron en el sofá, comenzando a besarse abrazados. Kame se sentó en sus piernas pasados unos minutos, sin romper los besos, mientras que Jin le acariciaba las piernas con ternura y se deshacía del saco del traje que cubría el frágil cuerpo de su novio.
Amaba sentir las manos de Jin sobre su cuerpo… porque sabía cómo tocarlo para hacerlo sentir relajado, aunque se escuchara pervertido, le fascinaba la experiencia que tenía su novio para hacerlo sentir deseado con solo algunos roces y besos… y bastaban solo unos suspiros para dejarse caer en cualquier parte, donde sea que estuvieran, y hacer el amor sin quejarse… solo haciéndole saber cuánto disfrutaba estar a su lado y a su merced. También en ese sofá se dejaba hacer cualquier cosa, y esa noche no era la excepción… Los suspiros de su novio, los suyos mismos, la adrenalina y el calor contenido dentro de sus cuerpos, el deseo de pertenecerse el uno al otro, el amor que era difícil de explicar con palabras… Siempre, cada que se acostaban, era mágico… un largo rato que ninguno de los dos quería terminar jamás…
En los brazos de Jin, ya recostados a lo largo del sofá después de haberse entregado mutuamente y cubiertos con una frazada que el mayor había buscado en el cuarto de Kame, observaban la misma oscuridad tenue que daba la pequeña lámpara de una de las mesas que estaban al lado de ese sofá largo y cómodo…
Jin le acariciaba los brazos, depositando pequeños besos en el cabello de su amante, quién sonreía ante los gestos y se acurrucaba más sobre su pecho, aún mirando hacia el techo igual que el otro.
-Me gustaría quedarme así mucho más tiempo –dijo Jin observando el reloj de pared: habían tardado dos horas en hacer el amor… cada vez se tomaban más tiempo de lo normal, pero… le encantaba consentir a Kame antes de poseer su cuerpo y estaba seguro que su novio lo disfrutaba mucho.
-Yo para siempre –contestó el menor.
-Kazu… -lo llamó y Kame se giró sobre el cuerpo de Jin para quedar de pecho contra él.
-Dime.
-Hay algo que he querido decirte… -le quitó el cabello de los ojos y sintió mariposas en el estómago al ver los castaños ojos de Kame esperando… No se aguantó y lo atrajo a sus labios para besarlo profundamente.
El menor le respondió los besos entre risas a medida que sentía las manos de Jin acariciándole la espalda, despertándole deliciosas cosquillas por las que era inevitable reír. Movió los pies con impaciencia y el mayor no pudo evitar darle repetidos besos por todo el rostro.
-Ya dime~ -pidió Kame impaciente.
-Bien… -se corrigió la voz y tragó saliva al verlo ahí, a su disposición y muy dispuesto a escucharlo atentamente- Puedes rehusarte y no me enfadaré, ¿de acuerdo?
-¿Quieres hacerlo de nuevo? –ladeó la cabeza con picardía. Sabía que eso no era lo que Jin intentaba decirle, pero quería hacerlo sentir nervioso.
-No quiero lastimarte –negó con la cabeza, encantado por lo lindo e… inocente que se escuchaba preguntándolo de esa manera. Sabía que no tenía nada de inocente, pero alguna manera, Kame lo hacía ver de ese modo.
-A mí no me molestaría… -se mordió el labio y alcanzó los de Jin para morderlos y besarlos con paciencia.
-Chotto… -pidió Jin sintiendo la lengua de su novio acariciando gentilmente el interior de su boca, intentando provocarlo con una facilidad que le resultaba y era impresionante ver cómo lograba que se olvidara de lo que quería decirle… que no era una segunda vez por la noche.
Kame acarició las piernas de Jin para incitarlo todavía más y… el mayor no se opuso a las caricias, de modo que cambió lugares y ambos se abandonaron a la deliciosa sensación de amarse nuevamente, pasando por los besos, las caricias, los mordiscos, suspiros y gemidos llenos de amor y peticiones, haciéndose promesas que cumplían a medida que continuaban.
En esa ocasión, Kame sí cayó rendido sobre el pecho de Jin, durmiéndose casi de manera instantánea mientras el mayor le acariciaba el cabello húmedo, lleno de sudor porque se había comportado un poco más apasionado que antes, pero también, tres veces más romántico y tierno… lo que sabía que su novio adoraba.
Viéndolo descansar sobre su regazo, sintió también mucho sueño y el cuerpo tan pesado, que se le fue imposible moverse de lugar para irse a la habitación y descansar mejor… y tampoco quería separarse de Kame. Tendría qué dejar de sentir la calidez de su pecho y sus mejillas sobre el suyo, escuchándolo respirar tranquilamente mientras continuaba descansando.
-Te amo… -le susurró acariciando su cabello e inclinándose un poco para darle un beso.
Era obvio que el menor no respondería porque estaba profundamente dormido, pero Jin no lo hacía con la esperanza de tener una respuesta, y aún así, ya la sabía.
-Quiero vivir contigo… -acarició su mejilla delicadamente para evitar despertarlo, por lo que Kame solo la escondió en un reflejo aún dormido, con su hombro- Quiero que vivamos juntos, Kazu… Eso es lo que quería decirte… -sonrió un poco decepcionado de sí mismo por no ser capaz de contenerse y terminar haciendo el amor nuevamente en vez de hablar claramente…
Maru le había dicho que dudaba que Kame se negara, después de todo, muchas veces terminaban durmiendo en el apartamento del otro, ya sea porque habían tenido una noche de intimidad, o por puro gusto.
-Quiero verte dormir y despertar todos los días… Quiero ser la primera persona que te diga “Buenos días” y “Buenas noches”… Quiero que entremos de la mano a éste apartamento o al mío… Incluso si quieres uno diferente, no importa… Solo quiero eso… -se acomodó mejor después de haberle depositado un último beso en el cabello y lo cubrió mejor con las cobijas, sintiendo él un poco de frío, pero no importaba… seguramente se le quitaría al enfocarse en el calor de Kame.
Sintió un ligero movimiento, gentil, pero no podía adivinar qué era… Abrió los ojos y lo único que fue capaz de ver fue la espalda de su novio, que ya estaba cambiado con el mismo traje del día anterior. Se levantó lentamente para no hacer mucho ruido y se dio cuenta que estaba en la cama, cuando recordaba que había perdido la consciencia en la sala, en los brazos de Jin.
-Jinjin… -lo llamó cuando se dio cuenta que iba a salir de la habitación sin despedirse.
-Ah, estás despierto –dijo el mayor volteándose, le sonrió con ternura y se acercó para inclinarse y darle un tierno beso en la frente-. Tengo qué ir a mi casa a darme una ducha y cambiarme de ropa, pero nos veremos en la escuela, ¿ne?
-Hai –asintió mirando a Jin como si le hubiera dicho la más hermosa de las frases.
-¿Qué pasa? –Jin lo notó y continuó acariciándole el rostro.
-No quiero que te vayas… Todavía es muy temprano… -protestó haciendo un puchero y abrazando a Jin por el cuello.
-Tengo qué, Kazu… -le respondió el gesto y depositó un tierno beso en su oído- Nos veremos más tarde, ¿ne?
-Deberías tener ropa aquí para que no tengas qué marcharte cuando esto pase… -se separó e hizo un puchero.
-A mí me gustaría tener toda mi ropa aquí… -le susurró acariciándole la nariz. Kame siempre se ponía así de mimoso después de que él pasaba la noche en el apartamento, y era casi imposible decirle que no a cualquiera de sus peticiones.
-Entonces tráela… -susurró mirándolo a los ojos.
-… ¿Cómo? –¿era su imaginación… o Kame estaba pidiéndole que se mudara con él?
-Anoche… te escuché… -se sonrojó pero no apartó la mirada- No te respondí de inmediato porque estaba sorprendido. No esperaba que… fueras a pedirme eso y… necesitaba pensarlo también…
-Kazu… ¿no dormiste? –le acarició las mejillas un poco hinchadas por el sueño.
-Sí –asintió sonriendo-. Un par de horas pero… estuve pensándolo bien. Es muy arriesgado si nos descubren pero… -se bajó de la cama, cubierto con el pantalón del pijama que Jin le había puesto para resguardarlo del frío- no tiene por qué pasar, ¿ne?
-Kazu… -le rodeó la cintura cuando Kame puso sus manos sobre sus hombros.
-Jin yo también quiero vivir contigo. Estoy harto de tener qué despedirnos por la noche y dormir separados. No me gusta cuando me dices que tienes qué irte o que nos veremos hasta el día siguiente en la escuela… tampoco… quiero saber a quién le dices buenos días primero… no quiero saber quién o qué cosa es lo primero que saludas… ¡Quiero ser yo! Ya no quiero compartir ésta cama solo… siendo matrimonial, me siento muy solo… y cuando tú te quedas a dormir… es como si la hubiera comprado con ese fin… No quiero a nadie más a mi lado paseando por éste lugar más que a ti… O como tú dijiste, si prefieres que rentemos otro departamento no me importa… donde sea está bien mientras estemos juntos y… -no pudo continuar porque Jin lo besó profundamente, abrazándolo con fuerza porque no podía responder de otro modo a las lindas palabras de su novio, estaba conmovido y también emocionado de que tuviera la misma ilusión que él.
-Yo también quiero pasar cada segundo en casa a tu lado… -le susurró cuando se separó, quedando a pocos centímetros de sus labios.
-Jin… -sonrió emocionado y se colgó de su cuello riendo, emocionado porque estuviera de acuerdo.
Por su parte, el mayor lo abrazó por la cintura, cargándolo un poco para levantarlo del suelo y cargarlo de ese modo, sonriendo por las risitas divertidas de su novio. Nunca había sentido tanta felicidad al pedirle a alguien que vivieran juntos… Cuando se lo dijo a Takako, era verdad que sentía muchos nervios y también había sido feliz con su respuesta afirmativa pero… no a tal grado.
-¿Qué haremos entonces? –preguntó el menor mirándolo a los ojos, con aquella sonrisa de oreja a oreja y aún abrazándolo por el cuello.
-Mmm… Me gustaría que viviéramos juntos en un lugar nuevo. Hay muchos recuerdos tuyos con Tatsuya-san aquí, y yo también tengo mis fantasmas en mi departamento así que… sería bueno crear los nuevos juntos… en un lugar más íntimo para los dos, ¿no crees?
-Hai! –contestó Kame de inmediato dándole un beso pequeño en los labios- Me gusta eso, Jin… Es muy romántico lo que acabas de decir…
-Entonces merezco algo, ¿cierto? –Jin alzó una ceja mordiéndose el labio inferior.
-No abuses~ -se quejó el menor haciendo un puchero.
-Vamos a cenar ésta noche, ¿ne? Mañana buscaremos un sitio.
-Hai!! –asintió emocionado- Mientras… ¿qué te parece pasar una noche en cada departamento en lo que nos mudamos?
-¿No sería mejor esperar hasta que esté listo el nuevo? –volvió a alzar la ceja.
-¡Yo no quiero esperar!~ -dio saltitos en aquel abrazo, demostrando impaciencia.
-Está bien, está bien. No te pongas así –lo tranquilizó aferrando bien su cintura y juntando sus frentes-. Usted gana, señorito impaciencia…
-¡Jin!~ -se quejó haciendo un puchero.
-Ya, entonces ésta noche la pasaremos en el mío, ¿ne?
-Después de ir a cenar –levantó un dedo aclarando ese punto.
-Seguro…
-Tatsuya-sensei… -lo llamó una mujer que entró en uno de los salones de piano donde Ueda practicaba mientras esperaba a que fuera la hora de su próxima clase.
-¿Sí? –se detuvo a media pieza de “Nocturne”.
-Lo buscan en recepción. Es un chico.
-… ¿U-un chico? ¿Quién? ¿Te dio su nombre? –se puso de pie sintiendo mucho miedo. No quería salir mucho debido a que estaba poniéndose más nervioso con eso de andar en las calles sin Maru… porque Ryo podría estarlo buscando por todos lados.
-Su apellido es Kamenashi. Dice ser amigo suyo, sensei –aclaró la recepcionista.
-Ah… -sintió mucho alivio y asintió con tranquilidad- Dile que voy en seguida. Gracias.
La mujer asintió y se fue directamente a su lugar.
Ueda cerró cuidadosamente la caja del piano y tomó la partitura que estaba usando para dejarla en el librero con los demás libros de diferentes autores de música clásica y contemporánea. Tomó sus cosas y se fue directamente hacia el pasillo, que estaba hecho a base de ventanas donde el que iba por el mismo, podía ver a los de fuera, pero los demás no. Miró por el mismo y se detuvo en seco en cuanto pudo ver el perfil de Ryo esperando en la recepción, mirando con impaciencia los cuadros y observando a todas partes…
Le tembló la boca cuando se dio cuenta que había engañado a la recepcionista, y de no haber mirado por los cristales, podría haber cometido el error de salir y tener qué atenderlo para no despertar sospechas o asustar a Katsuragi (la recepcionista).
Ella no tenía la culpa de no saber nada de lo peligroso que era su ex novio… de modo que… pensó que sería mejor salir y echarlo, pero… no tenía el valor de encararlo aunque…
-Yucci… -susurró con miedo, necesitando tanto un abrazo de su novio.
Quiso llamarlo pero… era mejor contenerse, además, Maru tenía clases en ese momento y… tampoco quería arriesgarlo. Ya habían pasado por problemas por culpa suya y además… además…
Se enfadó. Estaba harto de vivir con miedo y nervioso todo por culpa de la necedad de Ryo, pero por sobre todo, odiaba que le hubiera contado algo tan bajo a Maru cuando de eso tenía qué encargarse él mismo. No le perdonaba haberse metido en la relación de ambos. Así que, haciendo a un lado sus temores, caminó los últimos pasos hasta el final del pasillo y se dejó ver en la recepción, donde Katsuragi volteó inmediatamente con Ryo y anunció al “Profesor Ueda Tatsuya”.
El interesado volteó de inmediato y vio a Ueda de pie, aferrando con mucha fuerza su portafolio donde llevaba sus pertenencias. Tenía miedo, pero a la vez estaba tan enfadado de no poder llevar su vida solo.
-Hime… -lo llamó con una sonrisa, feliz de que diera la cara.
-¿Qué quieres, Ryo? –preguntó de inmediato Ueda con un tono tan serio y firme que la recepcionista levantó un poco la mirada sorprendida.
-He venido por ti –no dio un paso al frente, pero extendió su mano.
-… ¿Cuántos meses han pasado y no te has dado cuenta? –quiso decir algo más específico pero tampoco quería que Katsuragi se enterara. Apenas era su segundo día en el trabajo y llegaba Ryo a echar todo a perder.
-Tú me diste tu vida, ¿te acuerdas? Lo juraste y…
-¡Y fue un error! –contestó de inmediato- Ryo, el que estuviera agradecido contigo no quiere decir que de verdad fuera a quedarme contigo toda la vida –le explicó teniendo paciencia-. Y… sabes que las cosas al final no funcionan… ¿para qué me quieres a tu lado cuando solo nos hacemos daño? –Katsuragi se tapó la boca sorprendida de descubrir, que tan apuesto profesor fuera… homosexual.
-Te probaré que no puedes estar con nadie más que conmigo, solo dame una oportunidad más.
-¡No, Ryo, no quiero! –Ueda movió la cabeza en forma negativa y se alejó dos pasos- ¡Ya no…! –se guardó el “no te quiero”.
-Lo que tienes con quién quiera que sea, es un capricho. Cuando regreses conmigo comprobarás que lo es –se acercó para tomarle la mano pero Ueda escapó.
-¡No es un capricho! ¡Yucci no es un capricho! –entonces se tapó la boca de inmediato al revelarle el apodo de su novio.
-¿Yucci? –Ryo entrecerró los ojos al darse cuenta que su rival ya tenía un apodo que se escuchaba lindo y él… nunca había tenido uno.
-Vete, por favor, Ryo. Voy a perder mi trabajo por culpa tuya… -pidió desviando la mirada.
-¿Qué tiene de bueno? –ignoró la petición.
-Ryo, si de verdad me quieres como dices, vete de aquí –suplicó mirando de reojo a Katsuragi, que comprendió el mensaje: “Llama a la policía”.
-¿Qué tiene de bueno, Tatsuya? –cuestionó de nuevo intentando tomarlo por la muñeca pero alguien lo detuvo.
Ueda se puso blanco de la sorpresa y la recepcionista dejó el teléfono y corrió en busca del Director y los demás maestros para que la ayudaran a calmar el ambiente.
-Primeramente, yo no lo obligaría a andar conmigo solo porque quiero… ni tampoco lo aterrorizaría como tú lo haces –dijo Maru tirando de la muñeca de Ryo para alejarlo de Ueda.
-N-no… -susurró el menor preocupado, mirando a su novio que se colocaba en frente de él para evitar que Ryo continuara acosándolo- Yucci… -le susurró de manera que solo él pudiera escucharlo.
-Déjalo en paz. Te lo pedí de forma muy educada y vuelvo a hacerlo… No me hagas pedir una orden de restricción.
-¿Así que tú eres el tal “Yucci”? –lo miró como si quisiera matarlo con la mirada solamente, queriendo perforarle la frente y dejarlo inconsciente para poder llevarse a Ueda.
-Nakamaru Yuichi para ti –le respondió muy serio.
-¡No, no! –Ueda jaló el saco de Maru desde atrás temeroso de haber escuchado que le daba sus referencias a Ryo.
-¿31Así que quieres hacerle honor a tu nombre? –preguntó Ryo con una sonrisa en el semblante.
-Por favor… te ruego que lo dejes en paz…
-Es lo que yo debería de rogarte a ti.
-¡Ya basta! –dijo Ueda más movido por el miedo de que por fin Ryo supiera con quién andaba. Después de muchos meses de haberlo evitado muy bien, descubría a la persona que lo hacía sentir como el más afortunado- ¡Vete de aquí! ¡¿Por qué no entiendes que no quiero estar contigo?! ¡¿Por qué no entiendes eso?! ¡Déjanos en paz! ¡Estoy harto de que te metas en mi vida! ¡¡Harto!! Cuando te dejé te dije que lo sentía, que eras una persona especial y por eso, por favor, Ryo… Déjanos en paz y sobre todo… no le hagas daño a Yucci.
-Te lo dije una vez… si llegaba alguien que se interpusiera entre nosotros… LO MATARÍA –miró fijo a Maru y éste no se inmutó por aquellas palabras, pues imaginaba que eso podía anidar en la retorcida mente de Ryo si es que se atrevía a pegarle a Ueda.
-Estás loco, Ryo… -él pensaba que todo eso era una broma pero… a juzgar por cómo se miraban mutuamente, no estaban jugando- ¡Me das miedo! ¡Estás loco, Ryo, loco!
-Hime…
-¡No me llames así! –le espetó llevándose las manos a los oídos para evitar escucharlo.
-¿Estás bien? –Maru le preguntó con suavidad, tomándole los hombros, preocupado por lo alterado que estaba. Nunca lo había visto así y… comprendía que el solo ver a Ryo lo ponía en una crisis- ¿Puedes retirarte? Le haces mal.
-Aquí el único que le hace mal eres tú –se moría de celos de ver cómo Ueda se dejaba tocar por Maru y la forma en que le hablaba… ¡Odiaba ver que alguien más lo tratara bien!
-No me hagas sacarte por la fuerza.
-Tendrás qué hacerlo –sonrió maliciosamente.
-Yucci… -susurró Ueda sintiéndose mareado y abrazándose a su novio. Le importaba poco si Ryo lo veía, pero necesitaba tanto sentir esa tranquilidad que siempre le transmitía cada que lo abrazaba.
31 Se refiere al significado de “Yuichi”.
-Tranquilo… -le susurró envolviéndolo en un abrazo sobre protector, mirando a Ryo como si quisiera darle a entender que ahí había una prueba muy sólida de lo real que era que le hacía daño.
-Suéltalo -ordenó Ryo conteniéndose para no terminar echándose encima de Maru y acabar de una vez con su patética vida.
-¡Ya es suficiente, ¿no te das cuenta de lo que estás provocando?! –Ueda temblaba en sus brazos, no sabía si estaba llorando o era por el simple miedo de que el día más temido en su relación por fin llegara y en un lugar poco adecuado.
-No te estoy hablando a ti, le dije a Tatsuya. Suéltalo –volvió a ordenar, observando cómo Ueda escondía su rostro en el pecho de Maru, y que el mayor tampoco estaba dispuesto a soltarlo, sino muy por el contrario, estrechó más su abrazo.
-No sé cuál sea tu forma de ver el amor... –dijo Maru enfadado de escuchar que Ryo quería imponer su voluntad- pero yo jamás lo obligaría a hacer algo que no quiere, por más mínimo que fuera. Mucho menos le ordeno… tienes mucho descaro para haberlo golpeado y encima darle órdenes. Yo no tendría cara para postrarme en frente suyo y decirle siquiera “¡Cuánto tiempo!”
-No lo conoces… -sonrió divertido- Eso le gusta a veces.
-¡No te permito que…! –iba a soltar a Ueda para partirle de una vez la cara a Ryo, pero Ueda se aferró más a su saco, apretando la ropa y liberando un gemido lastimero, como pidiéndole de ese modo que, por favor, no continuara discutiendo con él- Lárgate ya.
-No me voy sin Tatsuya.
-Vete, por favor… -susurró el menor con voz amortiguada en el pecho de Maru.
-Hime… -Ryo podía notar que estaba acongojado, casi apostaba que estaba llorando- no te preocupes… Solo ven conmigo…
-No quiero ir contigo… -contestó volteando un poco hacia su ex novio, pero sin despegar su rostro del pecho de Maru- Quiero irme con Yucci… No te quiero…
-Tat-chan… -Maru le retiró algunos mechones de cabello que tenía adheridos al rostro por la humedad de las lágrimas derramadas.
-Pero… Hi-Hime….
-¡No me llames así! –volvió a esconder el rostro.
-No puedes amarlo… No puedes estar hablando en serio…
-Yucci… que se vaya…
-¿Qué no te das cuenta? Vete, por favor, le haces daño –Maru ya no sabía qué hacer para que Ryo se fuera, y sabía perfectamente que ese chico se contenía de golpearlo porque tenía a Ueda en brazos, de otro modo, estaba seguro que ya estarían en el piso.
-¡Váyanse de inmediato o llamo a la policía! –dijo una voz más.
Maru y Ryo voltearon al pasillo y se encontraron con el Director y unos maestros más, detrás de ellos, estaba Katsuragi muy angustiada, observando cómo habían pasado largos minutos sin que ninguno de los tres se fuera.
-Vimos suficiente. ¡Largo! –insistió el hombre.
El mayor aprovechó la estupefacción de Ryo para jalar a Ueda bruscamente de la mano y salir corriendo del lugar. Ya sabía que el Director se refería a que su novio también quedaba despedido, pero llamarían después para estar seguros… solo le importaba sacar de ese lugar a su novio.
Ueda le siguió el paso lo más rápido que pudo, sin mirar atrás porque no quería sentir miedo al momento de ver a su ex novio persiguiéndolos… pero aún así, podía escuchar sus pasos, por lo que confío completamente en Maru y se dejó guiar sin oponer resistencia.
Maru dobló en un recodo y se encontró con una de las avenidas más congestionadas de Tokio. Se detuvo por unos momentos, hasta que vio un taller de automóviles y jaló a Ueda para esconderse ahí.
Los empleados los miraron extrañados, pero ninguno de los dos se movió de su escondite cuando vieron pasar a Ryo de largo. No podían subirse al auto de inmediato porque él los habría visto y, ahora que lo conocía, sabía que era demasiado maniático para rastrearlos por medio de la placa.
Esperaron varios minutos más en los que no vieron a Ryo de vuelta, pero para mayor seguridad, Maru decidió salir a echar un vistazo, aún si Ueda le rogaba con lágrimas en los ojos que no saliera, pero tampoco podían quedarse ahí toda la vida.
Maru miró a ambos lados de la calle, buscando en la acerca del frente, pero no podía encontrar rastro de Ryo. Tampoco lo veía entre la multitud que pasaba presurosa, y en caso de que estuviera ahí, era imposible reconocerlos. Llamó a Ueda, quién salió rápidamente de su escondite y se colgó de su brazo sin tomar su mano, la cuál Maru le había extendido para salir de ahí lo más rápido posible.
-Vámonos antes de que se le ocurra regresar… -dijo sin esperar respuesta del menor y ambos volvieron a irse corriendo, sin detenerse ni un momento a tomar aire.
Estando cerca del automóvil, Maru le quitó la alarma y los seguros automáticos, se dirigió a la puerta del copiloto y la abrió para que Ueda entrara. Cerró la portezuela, mirando a todos lados y después corrió a la del conductor. Entró y cerró todo con seguro para después poner en marcha el vehículo.
-Ocúltate abajo –pidió Maru saliendo torpemente del estacionamiento, dándole un ligero golpe al coche de atrás, al cuál se le activó la alarma.
Ueda comprendió de inmediato, y se refugió en la parte baja del asiento… aunque no entendía si eso era necesario ya que Ryo sabía que estaba con él. De cualquier modo, abrazó fuertemente su portafolio, cerrando los ojos y sintiendo el movimiento del coche, respirando cada vez con más tranquilidad al sentirse lejos de aquella escuela y sobre todo, con Maru.
En ese momento le vino algo a la cabeza, una pregunta que no había hecho antes.
-¿Por qué estabas ahí? –preguntó Ueda sorprendido.
-Olvidaste el almuerzo en el coche. Vine a traértelo hasta ahora porque no tuve tiempo antes –contestó el mayor enfocado en conducir-. Me alegro que haya podido ser hasta ahora…
-Yucci… -quiso salir y abrazarlo, llenarlo de besos dándole las gracias, pero no podía hacerlo.
-¿Estás bien? ¿No te hizo nada? –preguntó Maru mirándolo de reojo.
Ueda negó dos veces sonriendo aún temeroso.
-Nada, gracias a ti.
-Sal de ahí… Ya estamos lo suficientemente lejos –contestó deteniéndose en una luz roja.
-Hai –obedeció cuidadosamente y se sentó ajustándose el cinturón de seguridad.
La luz se puso en verde y Maru arrancó lo más rápido que pudo, sintiéndose todavía con mucha adrenalina por los recientes acontecimientos. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho y tuvo una sensación que nunca antes había experimentado: el deseo de hacerle pagar a Ryo por todos los sustos y palabras feas que le había dado a Ueda.
Por su parte, el menor quiso decir algo, pero estaba tan asustado y avergonzado que no sabía exactamente cómo debía comenzar. Sobre todo, en su cabeza continuaba el temor de que por fin, Ryo sabía quién era su “rival”. Eso era suficiente para buscarlo por todos lados y hacerlo pagar por su “osadía” de alejarlo de su lado.
No podía dejar de sentir miedo más por Yuichi que por él mismo… y al mismo tiempo estaba enfadado con su novio por haberse pasado de héroe. No era necesario darle su nombre y…
-¡¡Hmp!! –Ueda se llevó una mano a la boca al sentir que devolvía el desayuno.
-¿Tat-chan? ¿Te sientes bien? –preguntó al verlo encorvado.
El menor negó con la cabeza y le pidió con una seña que se detuviera.
Maru obedeció y aparcó doblando en una calle vacía, cerca a la escuela de idiomas. Miró sorprendido cómo el menor se bajaba del coche rápidamente y corría al árbol más cercano para recargarse de modo que el tronco lo tapara y ahí descargó todo.
-¡Tat-chan! –Maru cerró bien el coche y corrió hasta su novio que estaba de cuclillas y continuaba devolviendo- Tranquilo, ya pasó…
Cuando parecía que dejaría de vomitar, volvió a hacerlo ésta vez con más ímpetu, sonrojándose tanto por el esfuerzo como por la vergüenza de que su novio lo viera hacerlo.
Sin embargo, Maru sacó un pañuelo de tela, comenzó a limpiarle la boca una vez que ya estaba calmándose y que no mostraba señas de continuar con su malestar.
-¿Te sientes mejor? –preguntó Maru después de que Ueda se enjuagara la boca en uno de los bebederos de aquel parque.
-No… -contestó negando con la cabeza, recargándose contra el bebedero para no caer- Me siento mareado…
-Ven aquí… -Ueda de inmediato hizo caso y se refugió en los brazos de su novio, respirando profundamente para calmarse- Tranquilo, él no está aquí, ya no puede hacerte daño…
-Yucci… ¿por qué tenías qué decirle tu nombre?... –cuestionó muy preocupado.
-Fue la única forma de que buscara otro blanco que no fueras tú –recargó su nariz en el cabello de su novio y depositó varios besos en el mismo.
-¡No, no, Yucci! ¡La solución no es que se enfoque en alguien más a quién molestar, sino que se olvide de mí! –contestó liberándose de su abrazo.
-¿Dime cómo va a lograrlo? Está obsesionado, Tat-chan –le tomó los hombros para hacerlo reaccionar.
-Pero exponerte tú no es la solución, Yucci –se llevó una mano a la boca, pensando en alguna forma de deshacerse de Ryo.
-¿Quieres devolver de nuevo?
Negó y se aproximó a una banca cercana para sentarse y poder pensar. Después de todo, él también había explotado y aceptado que mantenía una relación con Maru, cuando pudo haberlo negado… pero es que ni siquiera actuando se sentía capaz de decir que no era su pareja.
-Tat-chan… -se acercó poniéndose de cuclillas en frente suyo y colocando sus manos en sus rodillas, preocupado por lo que estuviera pensando- tú y yo sabíamos que esto iba a suceder algún día. No podíamos escondernos para siempre y menos si vivimos en la misma ciudad… no te rindas ahora…
-No quiero enfrentarlo… -dijo de inmediato, mirando a Maru con pesar, casi como implorándole que detuviera todo.
-¿Qué quieres decir? –tuvo miedo de que estuviera acobardándose.
-Estoy cansado… y apenas no ha comenzado, ¿ne? Es patético… -susurró bajando la cabeza.
-Patético es todo lo que está haciendo él para que regreses a su lado –se acercó más y le tomó las mejillas logrando que lo mirara-. Escúchame… tú has sido muy fuerte, Tat-chan, desde el momento en que me dijiste que te protegiera, hasta ahora. Lo dejaste, arriesgándote sin tener ninguna garantía de que pudiera ser mejor que Nishikido. Comprendo que estés cansado y también… por eso, déjame ahora defenderte y afrontarlo. Tú has hecho tu parte… déjame encargarme de que te deje en paz.
-Pero…
-Él nunca te haría daño, pero seguirá acosándote sino tiene algo más en qué fijar su atención.
-Yucci… eso se escucha como si fueras a suicidarte… -hizo un puchero con una mueca de preocupación.
-¿Confías en mí? –preguntó tomándole las manos, mirándolo a los ojos.
-Sí –contestó de inmediato. No tenía qué haber pasado con él muchos meses o años para creer en la palabra de Maru.
-No voy a dejarte, no voy a huir y mucho menos va a pasarme algo –se llevó las manos de Ueda a la boca y depositó un gentil beso, cerrando los ojos.
-¿Cómo estás tan seguro de lo último?
-Sé cuidarme –le sonrió dándole un golpecito en el mentón para animarlo-. No te preocupes, siempre me verás de regreso en casa, ¿de acuerdo?
-Yucci, Ryo… -iba a decir que no conocía a su ex novio, que no podía cantar victoria antes de ver de lo que era capaz, pero al ver los ojos de Maru comprendió que él tampoco estaba hablando solo porque sí o para tranquilizarlo- Dime qué estás pensando… así me quedaré más tranquilo.
-Aunque sé que será tardado, voy a buscar a un amigo que es abogado. Voy a pedirle que nos tramite una orden de restricción para él, y en caso de que reincida su actitud… entonces lo demandaremos por acoso.
-No sé si pueda hacerle eso, Yucci –Ueda dudó, después de todo, había una parte de él que le impedía hacerle semejante cosa a Ryo.
-Pero, Tat-chan… es por seguridad… -la sonrisa se borró de su rostro al ver la cara de preocupación de Ueda, y no era precisamente por la situación, sino por las medidas que esperaban tomar en contra del otro.
-Yo… antes de decidir eso… necesito que sepas mis razones para querer negarme –bajó la mirada, enfocándola en sus rodillas, era una mirada firme, decidida, como si fuera a confesársele por primera vez y con los nervios a flor de piel.
-Está bien, pero no es el mejor momento –se puso de pie, decepcionado porque Ueda se negaba a tomar las medidas necesarias. Le había dado vueltas al asunto y se daba cuenta, ahora, que hablar con Ryo no era una opción, que aunque se agarraran a golpes, el resultado sería el mismo… no dejaría en paz al menor-. Me lo dirás por la noche, ¿ne?
-Hai –se levantó y tomó la mano de su novio con delicadeza-. No dudes de mí. Yo te amo a ti.
-No estoy dudando. Lo sé –caminó hacia el coche, aún pensando en que debía encontrar otra salida en caso de que Ueda siguiera negándose a demandar.
-Tampoco te enojes, por favor… -pidió preocupado.
-Tat-chan –se detuvo y se puso en frente suyo-, no estoy enfadado ni tampoco pienso que sigas queriendo a Nishikido… es solo que me preocupa que pueda pasar algo porque te niegas a tomar medidas a las que te está orillando. Entiende… tú lo has vivido más que yo, su actitud nunca va a cambiar. Ya vio que no quieres estar con él, que te aferras a mí y le tienes miedo… y no se detiene.
-Sí, pero…
-Te llevaré al departamento, ¿sí? –lo silenció con un beso en la frente- Quédate ahí tranquilo y espérame a que regrese.
-Pero hoy llegas tarde, ¿cierto? –ladeó la cabeza esbozando un puchero.
-Ah… Sí, lo había olvidado –hizo una mueca de incomodo y se mordió la uña del dedo pulgar.
-Además, no quiero estar solo –se colgó a su brazo y lo guió al automóvil-. ¿Puedo quedarme de nuevo en tus clases? Di que sí~
-Sí, puedes hacerlo, por el Director no hay ningún problema solo… ¿no estás cansado? ¿No quieres descansar mejor?
-Descansaré mejor si estoy a tu lado.
Maru sonrió al verlo un poco más animado, aunque comprendía que todas esas peticiones eran en base a que tenía miedo ya de andar solo por la ciudad, incluso en la misma casa. Comprendía si paranoia y tampoco estaba pensando en dejarlo andar por ahí como si nada… Ya vería cómo lo protegería, pero quería convencerlo de que la orden restrictiva era una buena manera de parar a Ryo.
-¡¿Qué dices?! –preguntó Jin sorprendido cuando Maru le contó a grandes rasgos lo ocurrido en la escuela de música de donde Ueda había sido despedido por montar un numerito de “jotería” en el primer día de trabajo- ¡Eso fue muy peligroso! ¿Cómo está Tatsuya-san?
Ueda decidió acompañar a Kame a sus clases cuando el menor lo invitó, y eso le había dado oportunidad a Maru de contarle el incidente a Jin.
-Muy afectado. Aunque sonríe y habla como si nada hubiera pasado, sé que está muy nervioso por todo. No sabemos cómo es que Ryo descubrió dónde trabajaría… Era su primer día, Jin –explicó Maru al borde de los nervios.
-Cálmate, tú también debes conservar la calma –le palmeó la espalda al ver que se encorvaba en su escritorio.
-Lo único que me consuela, es que por fin va a dejarlo en paz –suspiró.
-¿Qué quieres decir? –preguntó Jin sin entender.
-Él ya sabe quién soy, le dije mi nombre y… poco faltó para pedirle una locura –se giró y se recargó en el escritorio, suspirando mientras miraba al techo.
-¿Qué locura? –Jin se preguntaba si había más, pues haberle revelado el nombre era más que suficiente para ser un blanco fácil para un maniático.
-No lo sé… solo quería que dejara de intimidarlo –se vio las manos y recordó el momento en que tuvo a Ueda en los brazos-. Jin… Tat-chan estaba temblando con cuando lo abracé… Lloraba de miedo y casi estaba histérico… ¿Qué harías si Kame-chan estuviera en la misma situación?
No respondió. Se quedó observando cómo Maru revivía el momento en su cerebro, en su mundo único donde la pregunta de cómo proteger a Ueda navegaba burlándose de su ineficiencia como pareja.
-¿Y qué piensas hacer?
-Quiero convencer a Tat-chan de girar una orden de restricción para Nishikido y si insiste en ese comportamiento… entonces demandarlo por acoso y agresión –contestó de inmediato. Para él no había otra salida porque Ryo no entendía de otro modo.
-Desgraciadamente se lo ha ganado a pulso, ¿ne? –comentó Jin sin sentir pena por el sujeto.
-Sí, pero… Tat-chan no quiere…
-¿Eh? Bromeas, ¿cierto? ¿Por qué no? –abrió tanto los ojos que después le dolió la frente.
-Dice que tiene razones muy fuertes para no hacerle tremendo daño a Nishikido –contestó mirándose las manos, sintiendo un poco de celos porque su novio insistía en proteger al desgraciado que le hacía daño-. Creo que se siente entre la espada y la pared, porque lo agrede y está asustado, pero no puede hacerle daño…
-¿Por qué no? –preguntó Jin desconcertado.
-Aún no lo sé. Hoy hablaremos de eso en la casa.
-¿Crees que tenga qué ver con lo que dijo Kame-chan? O quizá es por su enfermedad, ¿ne?
-O quizá porque de verdad le juró su vida… -susurró pensativo.
-No sé, Yucci… Todo esto es tan… confuso… -Jin se llevó una mano a la frente y se quedó pensando también.
-¡Hey! ¡Menos charla y más trabajo! –les llamó la atención Sonoda, quién había llegado de sus clases y se disponía a llenar el reporte de las mismas.
-¡Hai! –contestaron ambos moviéndose del sus lugares y dirigiéndose a sus respectivos escritorios.
-Then, what is the error here? –preguntó Kame señalando un verbo en pasado.
-The past tense –contestó una chica levantando la mano.
-That‟s right. You must use past participle, not simple past –corrigió Kame.
Los estudiantes comenzaron a anotar el ejemplo y el por qué era aquel tiempo mientras que Kame miraba la hora en su reloj, notando que faltaban escasos cinco minutos para terminar.
-Ok, guys! Homework! –anunció sacando el plumón y anotando la tarea en el pizarrón blanco.
El salón enteró respondió con un gran “¡Ahhh~!”, así que Kame los hizo callar dándoles un ejercicio extra por respondones.
-Teacher, you‟re becoming like Mister Akanishi~ -dijo una chica haciendo un puchero de resignación.
-Eh? That‟s not true –se giró y borró las demás anotaciones a excepción de la tarea.
-It is! Ne, mister Ueda? –dijo otra chica pidiendo la opinión del invitado, solo con la intención de hablarle a Ueda.
-¿Eh? Ah… -miró a su amigo quién le lanzaba una mirada que indicaba que era mejor que mintiera o dijera la verdad, pero quería que lo ayudara a que no lo relacionaran tanto con Jin debido a los rumores entre los alumnos… rumores que eran ciertos… eran pareja, y muy lovey-dovey- Kame-chan es más dulce que Akanishi-san.
-Gracias, Tat-chan –dijo Kame sonriente.
-Ueda-san, ¿cuántos años tiene? –preguntó otra chica apoyándose en la palma de su mano para mirarlo de forma soñadora.
-Veintiséis, y felizmente casado –les mostró el anillo que llevaba en su mano izquierda.
-¡¿Eh?! ¡Es muy joven para estar casado! –dijeron otras chicas desilusionadas.
-Silence or I‟ll leave you more homework! –Kame las calló y las chicas hicieron pucheros de aburrimiento- It‟s all for today. Take care class, see you the day after tomorrow –despidió al alumnado, quiénes respondieron saliendo rápidamente de las clases.
Ueda se puso de pie y se acercó a Kame, que estaba guardando sus cosas cuando el timbre para cambiar de clase apenas se escuchaba.
-Ésta clase va a odiarte como sigas así –dijo Ueda alzando una ceja.
-Es culpa de Hiromiya-sensei –contestó mirando por la puerta, esperando no tener la mala suerte de que Machiko pasara por ahí-. Los tenía tan consentidos que ahora son flojos.
-Ah, ya veo. ¿Es un nivel nuevo?
-Sí –asintió terminando de guardar sus cosas-. Ser como siempre soy no funciona, porque son un poco rebeldes, así que Jin me aconsejó que fuera más estricto.
-Akanishi te ayuda mucho, ¿verdad? –preguntó siguiéndolo.
-Sí, creo que he crecido mucho gracias a su ayuda –sonrió saliendo del salón, para después cerrarlo cuando Ueda también lo desocupó.
-¿Y?
-¿A qué te refieres con eso? –volteó sin entender.
-Hay algo más que no me has dicho, ¿cierto? –sonrió cruzándose de brazos y deteniéndose en el pasillo.
-Ah… -se sonrojó debido a que Ueda siempre era un adivino con él. No había cosa que no supiera, a excepción de algunas otras ocasiones- Bueno, sí…
-¿Qué es?
-Pues… -miró a ambos lados de los pasillos y se dio cuenta que algunos alumnos andaban por ahí, así que era más seguro no dar nombres ni especificaciones- me pidió que viviéramos juntos… -y se encogió de hombros como si fuera una chica tímida.
-¡¿Eh?! ¿En serio? –se sorprendió al hacer el conteo rápido de cuántos meses llevaban juntos y ya querían compartir una vivienda. Sí, sí, él también había ido rápido con Maru, pero… las cosas habían ido diferentes.
-Hai… -asintió.
-¿Y qué le dijiste?
-Acepté, claro –continuó caminando debido a que se dio cuenta que varios alumnos habían escuchado eso de “me pidió que viviéramos juntos”.
-Entiendo, ¿entonces te mudarás a su departamento? –preguntó impresionado.
-No exactamente. Quedamos en buscar un nuevo sitio.
-Oh, entiendo… ¿Mientras vivirán como hasta ahora?
-En realidad acordamos compartir las noches juntos.
-Souka…
-¡Sensei! –llamaron un par de voces cuando Kame y Ueda iban a doblar un recodo.
-Kamenashi-sensei, ¿podemos hacerle una pregunta? –preguntó una chica como si tuviera una duda existencial.
-Seguro, ¿de qué se trata?
-Es sobre Nakamaru-sensei –agregó la otra chica.
Ueda ladeó la cabeza interesado por lo que fuera que quisieran hablar de su novio.
-¿Qué pasa con él? –preguntó Kame extrañado.
-Desde que regresamos de vacaciones hemos notado algo muy particular… -las chicas voltearon a su alrededor, y cuando se aseguraron de estar solos, continuó la que hablaba- ¿Se ha casado en vacaciones?
-¿Eh? –preguntaron en coro Ueda y Kame.
-Hai, es que todos los días trae una argolla en el dedo anular de la mano izquierda… y es normalmente donde se usa la sortija de matrimonio –agregó la segunda chica conmocionada.
-Ah, bueno… -Kame pensó rápido y volteó con Ueda en busca de ayuda.
-Está casado, ¿cierto? –insistió la primera.
-No sé si se habrá casado, pero de lo que estoy muy seguro es que tiene pareja y tienen una relación muy estable. Quizá esté comprometido –contestó Kame muy serio.
Ueda miró hacia otro lado, disimulando muy bien que algo le había llamado la atención dentro de un aula, y se sonrojó debido a las palabras de Kame. Aún sino podía casarse con Maru, le emocionaba escuchar todas esas palabras. También sonreía victorioso porque el anillo había cumplido una de sus principales tareas: advertir a las admiradoras que ese hombre no estaba disponible.
-¡¿Ehhhh?!~ -dijeron ambas mirándose y haciendo muecas de pena y decepción.
-¿Por qué tanta decepción? –preguntó Kame alzando una ceja.
-Pensábamos que estaba disponible…
-Hai, como antes no llevaba nada en su porte que fuera constante… pensábamos que no había amor en su vida…
-Bueno, todos damos sorpresas, ¿cierto? –Kame intentó animarlas, pero tampoco podía darles esperanzas con uno de sus amigos- Además, ustedes están muy jóvenes para andar con Nakamaru-sensei. Busquen citas de su edad, chicas.
-Todos los chicos de nuestra edad son unos idiotas. Ninguno es tan maduro como Nakamaru-sensei… -ambas hicieron un puchero y suspiraron, para después despedirme de Kame y Ueda.
Ueda volteó con Kame al verlas partir y dejó escapar una risita divertida, no podía evitar sentirse afortunado de tenerlo a su lado, y por alguna razón, sentía que por más cosas malas que hubiera hecho en un pasado, Maru lo aceptaría y continuaría queriéndolo… pero eso no quería decir que estuviera cero porciento nervioso.
-Funcionó ese repelente que le regalaste –bromeó Kame al ver que nadie más los escuchaba.
-Eso noto –dejó de reírse y acarició su mano derecha, donde portaba el anillo.
-Anda, presumido. Vámonos –Kame lo tomó del brazo y se lo llevó mientras Ueda continuaba sonrojado por sentir la plata en su dedo.
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SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 Empty Re: SENSEI (AKAME) cap 27 al 35

Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 12:12 pm

CAP 29 ATASHI WA DAIJOUBU DESU
(Estoy bien)


-Tadaima! –se anunció Kame al entrar en el departamento de Jin.
Nadie le respondió, pero tampoco esperaba que alguien lo hiciera, de modo que dejó sus llaves en la mesa que estaba en el recibidor y se aproximó a la sala, donde dejó la bolsa de plástico que contenía algunas cosas que había ido a comprar.
Se dirigió rápidamente a la habitación de Jin, la cual encontró oscura y completamente silenciosa. Se acercó cuidadosamente a uno de los costados de la cama y le tocó la mano al mayor, quién tenía un trapo húmedo en la cara y daba la impresión de estar dormido, pero con el ligero toque de Kame, se sobresaltó y se quitó la tela fría.
-Ah… okaeri –le contestó con una sonrisa y volvió a ponerse el trapo en la cara.
-¿Cómo te sientes? –preguntó en voz muy baja.
-Igual –fue lo único que dijo, pues el ruido le provocaba aún más dolor.
-Compré algunas cosas que podrían ayudar. Iré a prepararlo… No tardo –le dio un beso en la mejilla y salió de la habitación, cerrando completamente la puerta para evitar que luz o algún sonido entraran y molestaran más a Jin.
Esa mañana, Jin y Kame se arreglaban para irse a trabajar, entonces Jin le comentó a su novio que se sentía extraño… como mareado. El menor de inmediato supo que esos eran síntomas de que padecería de migraña en el día y quizá le sería imposible trabajar. En efecto, al medio día, Jin argumentaba que había perdido parte de su visión y le costaba mucho estar en la oficina. El dolor de cabeza era insoportable y el Director accedió a darle el resto del día.
Sin embargo, para hacer todo menos sospechoso, en cuanto Kame lo dejó en el apartamento tuvo qué regresar al trabajo. Con la ayuda de Maru, convencieron a Ueda para que se quedara cuidando de Jin, ya que alguien tenía qué cubrir las clases que el mayor no podía impartir y después, el menor tenía qué irse a Asahi TV.
Desde hacía un mes, el doctor le había dicho a Jin que padecería de migrañas y que la culpa de todo la tenía la genética. Sin embargo, le dio una medicina que si la tomaba al primer síntoma, el dolor de cabeza no se presentaría o bien, sería poco intenso.
Aquel día, Jin no se tomó los medicamentos a tiempo y todo terminó en un día en cama, con las luces apagadas y bajo los cuidados del novio de su mejor amigo (aunque Ueda ya no odiaba tanto a Jin, y el mayor se sentía agradecido con él por haber protegido a Kame en aquel incidente de Numazu).
Esperando que la tetera silbara para poder llevarle un té a Jin, Kame estaba pensando en todas aquellas cosas. Miró el calendario que se encontraba colgado en la cocina y se dio cuenta que pronto sería su cumpleaños: estaban a veinte de febrero. ¡Cómo pasaba el tiempo!
Sonrió complacido cuando vio que Jin había marcado ese día en rojo, con una anotación que rezaba: “Sorpresa para Kazu”. ¿Jin le tenía una sorpresa? Y como si fuera una chica emocionada por los chocolates o regalos de su novio, aplaudió repetidas veces y no pudo borrar su sonrisa. Quería preguntar inmediatamente de qué se trataba pero… no era el momento. El mayor estaba enfermo y lo que menos quería era hablar…
-Pobrecillo… Seguramente el día se le ha hecho larguísimo con ese dolor… -hizo un puchero de culpabilidad por no poder estar con él.
Comenzó a hacer una mezcla de hierbas que había comprado en una tienda naturista y sacó una libreta de uno de los bolsillos interiores del saco, buscó la hoja que necesitaba y comenzó a leer minuciosamente: un poco de esto y otro de aquello, una pizca de lo otro… ¡y ya está!
Kame sonrió gustoso por ser perfeccionista, pues ahora tenía el remedio perfecto (o al menos eso esperaba) para que a Jin se le pasara ese horrible dolor.
La tetera comenzó a silbar cuando el menor intentaba recordar en qué día exacto había comenzado su relación con Jin… Lo cierto es que la fecha era desconocida para ambos, solo sabían que había sido a mediados de Noviembre, por lo que… llevaban pocos meses juntos… Aunque a él le parecía toda una vida.
Sirvió el agua caliente y revolvió el contenido de las hierbas. Lo olió y sonrió al darse cuenta que había dado en el clavo, al menos con el aroma.
“Cerciórate que huela a manzanilla, Kazuya-kun”
Con cuidado abrió la puerta de la habitación y se encontró a Jin masajeándose la frente.
-Jin, te traje un té –dijo colocándolo en la mesita de noche.
El mayor se quitó la mano de la cara y miró el lugar donde Kame había dejado la taza. El dolor ya era más soportable que en la mañana, pero aún le molestaba la luz.
-¿Podrías cerrar la puerta, por favor? –pidió Jin acercándose a la orilla, sintiendo cada uno de sus movimientos como si le dieran un golpe con un martillo en la cabeza.
-Hai –se apresuró a hacerlo y ambos quedaron a oscuras, acostumbrándose pronto sus ojos al negro poco profundo en la que había quedado sumida la habitación.
Lo vio queriendo tomar la taza, pero sus manos le temblaban en exceso, así que se sentó en el borde de la cama, impidiéndole hacer las cosas por sí mismo. Le acomodó las almohadas para que tuviera una posición más cómoda estando sentado y después se hizo cargo de la bebida. Con una pequeña cuchara, tomó un poco del líquido y lo llevó a los labios de su novio con un ligero “hai, douzo~”.
Jin tragó el té caliente, sintiendo cómo le quemaba un poco la garganta y la parte inferior del estómago… pero por otro lado, se sentía bien beber algo. Todo lo había devuelto por culpa del dolor… por lo que estaba de mal humor porque no tenía nada en el estómago.
-¿Qué tal sabe? –preguntó muy sutilmente.
-Manzanilla –contestó queriendo beber más.
Sonrió y continuó dándole de beber, como si fuera un enfermo terminal que no podía hacer las cosas solo, pero le gustaba consentirlo de ese modo cuando tenía sus dolores de cabeza porque sabía que lo ponían de malas.
En menos de quince minutos, Jin se había terminado todo el té y ahora intentaba dormir gracias a las caricias de Kame en su cabello para relajarlo. No era un secreto que Jin fuera muy vanidoso con su cabello, a nadie le permitía tocárselo más que a su novio… y obviamente, Kame se sentía orgulloso de tener tales privilegios.
Paseó sus dedos por su cabello, despejándole el rostro y cuidando no jalar porque sabía que eso le provocaría más dolor del que estaba sintiendo. Mientras tanto, Jin soltaba pequeños gemidos que le decían a Kame que estaba disfrutando de sus mimos, así que no pudo evitar sonreír. El dolor combinado con las cosquillas era relajante… y en cuestión de minutos sintió una pesadez enrome. Intentar luchar contra un dolor punzante que no lo dejaba en paz en todo el día era agotador, así que murmuró unas palabras antes de ladear un poco la cabeza y permitirle más cabello qué acariciar a su novio.
Kame distinguió que la nuca de Jin estaba húmeda… Era el sudor que el dolor le había provocado. Hizo una mueca de profundo dolor al darse cuenta qué tanto le dolía la cabeza, pues continuaba transpirando. Se volteó para buscar el trapo que Jin se ponía en la cara y con él comenzó a secarle todo el cabello y besarlo. Se inclinó un poco para alcanzar su oído y también depositar un pequeño beso ahí… por el cual, Jin gimió diciendo “kimochi”. El menor sonrió conmovido y le acarició la cara para después levantarse e ir por una toalla qué ponerle en el rostro para relajarlo y enfriarle el cerebro.
Mientras humedecía la toalla en el baño, a puerta cerrada para impedir que la luz saliera del mismo, se preguntaba si el té de hierbas funcionaría como le habían dicho, después de todo… era para relajar a la persona.
Suspiró derrotado por no saber qué otra cosa hacer para enfriar la cabeza de Jin… No era médico, tampoco conocía a uno, y Reio tampoco podía darle consejos sobre lo mismo porque decía que las cuestiones neurológicas eran muy raras. El cerebro era caprichoso.
Cuando volvió a la habitación, le dio la impresión de que Jin estaba durmiendo profundamente, por fin. Le colocó con cuidado la toalla fresca en la cara y el mayor dejó escapar un gemido de aceptación, como si fuera la cosa más deliciosa del mundo.
Kame permaneció al pie de la cama, observándolo dormir. Aunque fueran solo quince minutos, pero Jin necesitaba una tregua con su cabeza. Y ahora que mencionaba eso, su novio tenía trabajo qué hacer… pero en ese estado no podía… por lo que pensó que tenía qué darle una mano. Muy a su pesar, se puso de pie y salió de la habitación, cuidando no hacer mucho ruido para no despertarlo.
Pasó una hora y Kame no escuchaba ruido en la habitación, sonrió tranquilo al pensar que por fin descansaba en toda la noche. Para mayor seguridad, Kame había descolgado el teléfono, apagado los celulares y desconectado el timbre eléctrico que poseía el departamento. Si fuera por él, también habría silenciado la calle, que inusualmente, estaba bastante tranquila conforme a otros días.
Dos horas. Tres. No había señales de que Jin despertara y mientras tanto, Kame continuaba haciendo el trabajo de su novio. Corrigiendo ensayos, calificando tareas y poniendo anotaciones para que Jin las pasara después a la lista de observaciones grupales.
Al dar la una de la madrugada, Kame soltó tal bostezo que cualquier le habría dicho que se comería a alguien. Se cubrió la boca y pensó que ya era hora de dormir… de cualquier modo, después podría continuar con el trabajo. Se levantaría temprano y acabaría.
No queriendo perturbar el sueño de su novio, el menor se fue a dormir a la habitación de huéspedes.
A la mañana siguiente, Kame apagó su despertador. Eran las seis de la mañana y su primera clase sería hasta las diez. Contando bien el tiempo, y recordando que Jin tenía la primera clase a las ocho, seguramente tendría el tiempo suficiente para terminar.
Aún en pijama se puso a trabajar de nuevo y no bostezó ni una sola vez. Miró un par de veces hacia la habitación de Jin, y la puerta continuaba cerrada.
No fue sino hasta las siete y media que escuchó ruido y con la intención de ponerse en pie, Kame se quitó los anteojos y vio a Jin abrir la puerta, con el cabello sumamente despeinado y la piel brillosa.
-Ohayou… ¿Cómo te sientes? –preguntó el menor sonriéndole.
-Como si hubiera conducido hasta Hokkaido en medio del tráfico de las dos de la tarde… -contestó rascándose la cabeza.
-Mejor que ayer, entonces –sonrió al verlo hacer muecas de sueño.
-Exactamente eso –su respuesta fue acompañada de un largo y profundo bostezo, con el cuál se acercó al menor para ver qué estaba haciendo-. ¿Qué haces tan temprano? Tu clase es hasta las diez.
-Te ayudaba un poco –contestó el menor divertido porque Jin caminaba perezosamente.
-¿Eh? –se pasó la mano por toda la cara como si estuviera borracho y se sentó en uno de los sofás, pero al ver las hojas que estaban esparcidas sobre la mesa, casi se va hacia atrás sino fuera por el grueso respaldo del mueble- ¡Ka-Kazu! ¡No tenías qué…!
-Descuida, no hay problema –sonrió con ternura.
-Pero… es mi trabajo… -se bajó del sofá y se hincó mirando aún su trabajo hecho por Kame.
-Estabas muy mal, Jin, y hoy tenías qué entregar esto, ¿cierto?
-Sí, pero… es problema mío –se sonrojó por la vergüenza de hacer que Kame hiciera su trabajo.
-¿Me equivoco al pensar que tú habrías hecho lo mismo por mí? –cuestionó el menor acercádnosle a su novio para darle un beso en los labios, muy corto pero tierno.
-No, no te equivocas… -cerró los ojos para disfrutar de aquel beso.
-Además, no alcanzarías a hacerlo porque tu primera clase es las ocho, ¿no?
Jin soltó una risita divertida, por la que Kame alzó la ceja sin entender la gracia.
-Ese fue mi horario de ayer, amor –se acercó para abrazarlo pues que confundiera los días le parecía lindo.
-¿Eh? –ladeó la cabeza en medio de aquel abrazo- Ah… Es cierto… Quizá fue porque ayer no estuviste y…
-Ajá… -se separó y comenzó a besar a Kame, sintiendo la necesidad de no separarse de él hasta que fuera totalmente necesario.
-Jin… ve a descansar un poco más… -pidió el menor tomándole las mejillas para prolongar el beso.
-Estoy cansado… de estar recostado…
-Entonces… -no se le ocurría qué más sugerir y los besos de su novio siempre lo hacían perder la noción del tiempo y espacio.
-Tenemos mucho tiempo antes de que te vayas~ -y comenzó a recostarlo sobre el piso.
-E-espera, Jin… Es muy temprano…
-¿Y? –comenzó a besar su cuello, mientras que dirigía su mano a la camisa del pijama para desabotonarla- Mereces atención después de que el día de ayer no pude dártela…
-Está bien… yo… lo entiendo~ -se mordió el labio al sentir los besos en su hombro descubierto y ladeó la cabeza, sonrojándose al sentir que Jin marcaba su piel hasta su cuello nuevamente, donde continuó besando una y otra vez sin cansarse.
-Ohayou~ -saludó con un tono tan coqueto que Kame se sonrojó aún más.
-Baka…
-Los noto cansados. ¿Quieren un receso? –preguntó Jin mirando a los ejecutivos de Asahi TV.
-Un poco… -pidió la mujer sonrojándose.
-La clase de hoy es pesada, sensei –apoyó otro.
-Estoy de acuerdo –asintió Jin y todos los presentes suspiraron y se levantaron de inmediato, saliendo por unos momentos de aquella sala de conferencias porque ya se sentían sofocados con todo el conocimiento que tenían qué procesar.
Kame los vio salir casi empujándose, lo que le pareció divertido. Se llevó una mano a la boca para dejar de reírse y se aproximó a Jin, quién borraba algunas cosas del pizarrón blanco. Se quedó a su lado, observándolo mover el brazo mientras las marcas del plumón desaparecían.
Jin se dio cuenta de eso y se le quedó viendo, desconcertado por su mirada fija.
-¿Qué?
-Te quiero abrazar –dijo de inmediato sonrojándose.
El mayor sonrió y quiso darle una caricia en el mentón, pero se contuvo porque había cámaras en la habitación, ya lo sabía. Sentía tanta ternura por su novio en ese momento, que quiso tomarlo de la mano y esconderse para besarse y abrazarlo como él quería, pero no podía hacerlo… así que tendrían qué esperar.
-Tendremos qué esperar –fue lo único que pudo decir.
-Hai –se llevó las manos atrás y bajó discretamente la cabeza.
-¿Qué pasa? –preguntó de nuevo al verlo actuar de forma insularmente encantadora- Sino te conociera diría que vas a decirme que estás embarazado o algo… -se lo imaginó y de inmediato se dijo idiota por pensar en ridiculeces que no eran posibles.
-¡Jin! –protestó Kame haciendo un puchero.
-¿Qué ocurre, Kazu-chan?
-Solo… la próxima semana ya podremos mudarnos, ¿ne? –lo miró de reojo, sin disipar el rubor de sus mejillas.
-Ah… sí, es cierto –contestó asintiendo-. Pero ahora mismo es como si estuviéramos viviendo juntos, ¿no crees? Despertamos juntos… y dormimos igual…
-Pero no es nuestro espacio personal… -ladeó la cabeza preocupado porque Jin no comprendiera lo que significaba un piso que estarían pagando los dos y que además, podían llamar hogar.
-Sé a lo que te refieres… y quiero que sepas, que aún sino tuviéramos un piso propio… sería igual de feliz contigo… -se animó a tomarle la mano discretamente, mientras le sonreía por ver esa linda sonrisa que amaba en él.
-Tienes razón… Hacemos todo juntos… Lo que más me gusta es que puedo cuidar de ti cuando te sientes mal.
Jin, que tenía la mano libre dentro del bolsillo del pantalón, la sacó de inmediato y presionó la cintura de su novio para acercarlo y besarlo profundamente, como sino lo hubiera hecho en días. Sabía que era muy arriesgado hacerlo, pero no pudo contenerse al escucharlo hablar de ese modo.
-Jin… Las cámaras… -susurró Kame que no se oponía precisamente al beso, sino que lo devolvía con los ojos cerrados y abrazándolo por el cuello.
-Confiemos en que… el guardia esté… viendo hacia otro lado… -susurró sin poder separarse de Kame.
-Jin… basta… -muy contra su voluntad se separó de su novio y éste dio un paso hacia atrás, sintiendo cómo su corazón latía con rapidez por sus acciones… Últimamente sentía que tenía qué besar a Kame a cada momento, abrazarlo y mimarlo cada que lo veía… ¿Eso estaba mal?
-Lo siento… -susurró el mayor suspirando para calmarse.
-Está bien. Yo también te amo… -sonrió entendiendo perfectamente bien los sentimientos de Jin.
-Ahora que dijiste eso… -se refería a “puedo cuidar de ti cuando te sientes mal”- hay algo que quiero preguntarte.
-¿El qué?
-Ese té… me sabe muy familiar… ¿De dónde…?
-Me lo dijo Takako-san –contestó Kame de inmediato, a pesar de que sabía que Jin podría enfadarse.
-… ¿Cómo? –pensaba que Kame y Takako ya no tenían ningún tipo de relación, que ni siquiera se veían o se hablaban. Quizá había sido demasiado ingenuo- ¿Sigues…?
-Hace mucho que no sé de ella, Jin –lo interrumpió para calmar los celos que evidentemente habían salido a flote-. Una vez me la encontré. Hablamos y le comenté sobre aquella vez que te desmayaste por trabajo… Me dijo que siempre te hacía ese té especial para que pudieras conciliar el sueño y… funciona, ¿no?
-… Jamás me dijiste que habías hablado con ella… -por primera vez, sintió la horrible punzada de dolor que causaba el sentimiento de la mentira.
-Porque ella me pidió que no te dijera nada –contestó Kame preocupándose por el modo en que Jin lo observaba-. Estaba muy mal ese día… me lloró porque no te contara que la consolé… -de inmediato se tapó la boca. DEMASIADA información para Jin.
-¡¿Que tú qué?! –se sorprendió. Esa parte de la historia no la sabía, y por alguna razón, no le gustaba desconocerla.
-E-escúchame primero. No te enfades, ¿quieres? Ella no me buscó, tampoco yo… Fue una coincidencia –aclaró rápidamente tomándole la muñeca en un intento desesperado para que no se fuera a pesar cosas que no eran ciertas.
-¿Por qué nunca me lo dijiste? –preguntó Jin dolido.
-¡Porque ella me lo pidió! –repitió.
-¿Por qué habría de pedirte eso?
-Porque… -genial, sí le decía que ya sabía que había ido a gritarle y a devolverle algo muy preciado, entonces quizá Jin volvería a verla para exigirle que cerrara la boca y dejara de contarle a todo el mundo su “trágica historia de amor”- porque no quiere problemas contigo, Jin… por eso –suspiró.
-Ella misma se los busca –Jin desvió la mirada, pensando que aquella plática no había sido suficiente escarmiento para Takako.
-Takako-san no hizo nada malo –Kame hizo un puchero de protesta, muy preocupado porque Jin no comprendiera-. El día en que llegó Yuya, antes del aniversario de mis padres, cuando salí a comprar los ingredientes para la cena, la encontré en un café, sola y llorando. Jin, no tuve corazón para dejarla sola… Lloraba mucho… tanto que no pude contenerme y entré a consolarla.
-Kame… lo que ella sienta no te concierne –le habló con paciencia, aún si por dentro estaba molesto.
-¡Es cierto, tienes razón! No me concierne pero… no pude dejarla… sola –bajó la cabeza, pensando si de verdad estaba mal lo que había hecho.
-Bueno… no tienes la culpa de ser tan buena persona…
-Jin…
-Ella no debió aprovecharse de eso –se llevó una mano a la cara, pensando lo peor de su ex novia, a la que aún tenía mucha estima por compartir tantas cosas juntos.
-No lo hizo. Sabes que Takako-san no es capaz –buscó en el interior de su ropa y encontró su billetera, de donde sacó la hoja de maple que Jin le había devuelto a Takako-. Por esto… y por muchas cosas que le dijiste… quiero que le pidas una disculpa.
-¡¿Eh?! –Jin se sorprendió cuando vio en la mano de Kame, aquel objeto. Cada que abría su billetera lo recordaba, pero se debía que debía olvidarse de eso porque no era correcto extrañarlo ahora que estaba con Kame.
-Jin, Takako-san no hizo nada malo. Nunca actuó con alevosía.
-Kazu… -su novio lo dejaba sin palabras, sobre todo porque en ningún momento insultaba a Takako- ¿sí sabes que fue ella la que le dijo a mi madre que…?
-Lo sé. Takako misma me lo dijo –asintió muy tranquilo-, por eso te digo que lo hizo sin malicia y me dijo que estaba arrepentida… y le creo, Jin.
-¿Eso no… te molesta?
-En un momento claro que me enfadé, pero ella ya había entendido que hizo mal… creo que mucho antes de que fueras a gritarle no sé qué cosas, ya sabía que había actuado mal y estaba arrepentida. Me pidió disculpas llorando, me explicó su relación con tu madre… y es comprensible que las cosas se le salieran de las manos cuando nadie la había consolado… Quizá si estuviera en su lugar, haría lo mismo porque era demasiada presión –recordó aquella plática con Takako y el sentimiento de culpa lo asechó por unos momentos.
-¿Te dijo que… le… grité? –¡genial, más que genial! Tampoco tenía por qué haberle dicho eso.
-Yo lo adiviné. Ella no quiso decirlo. Cuando se dio cuenta que no me podía tomar por tonto, me suplicó que no te dijera nada, que ya tenía bastantes problemas y… -era mejor no entrar en más detalles- Jin… sea lo que le hayas dicho, la lastimaste... Piensa que la odias…
-Yo no… -no la odiaba, para nada. Estaba decepcionado pero eso no quería decir que siquiera le molestara su presencia.
-Todos cometemos errores, y estoy seguro que de haber sabido los problemas que causaría contándole a tu madre su versión, antes que escuchar la tuya, hubiera preferido decir cualquier mentira con tal de no hablar.
Jin miró el piso, pensando en las palabras de Kame. En cualquier otra situación, si su novio no hubiera estado tan calmado, hablándole, tomándose la paciencia de explicarle cada detalle, de seguro ya estarían discutiendo. Y ahora que él hablaba de ese modo sobre la situación… era más comprensible la forma de actuar de su ex novia y también, los errores que había cometido.
-Falté a mi palabra con ella, diciéndote lo que me pidió guardar en secreto… pero no creo que sea justo que vivas con la idea de que te traicionó, que al final, la confianza y la imagen que tenías de ella… se hizo trizas, porque ustedes no terminaron mal, Jin… Fue en buenos términos y… Solo piensa, que si ella se equivocó, tú también lo hiciste.
-Kazu…
-¡Ahhh! ¡Me siento como nuevo después de haber tomado un poco de aire fresco! –uno de los empresarios entró después de tocar la puerta.
Kame y Jin hicieron más espacio entre ambos, preocupados porque los vieran hablando de algo muy serio y privado.
-¡Bienvenidos! ¿Mejor? –preguntó el menor esbozando una sonrisa.
-¡Seguro! ¡Listos para más palos de Akanishi-sensei! –contestó otro empresario, como si estuviera en un parque de atracciones.
-No es como si fuera un padrastro –dijo Jin con una sonrisa, aún teniendo en mente lo último que Kame le explicó.
“Solo piensa, que si ella se equivocó, tú también lo hiciste”
Era verdad… ¿Cuántas veces se había arrepentido de haberle gritado a una persona que tan dignamente, se hizo a un lado para que fuera feliz? ¿Que nunca le echó en cara haberla dejado por un chico? Takako JAMÁS le espetó cosas crueles, ni mucho menos le reclamó lo humillada que quizá se sintió… y él, explotó de un momento a otro tras saber que había cometido un error, él cuando le hizo tanto daño que…
Kame tenía razón… Takako se merecía una disculpa, porque era una mujer excepcional y esperaba, de todo corazón, que ya hubiera encontrado a alguien con quién cicatrizar sus heridas.
El menor miró hacia el frente cuando terminó de explicar una duda y se dio cuenta que Jin lo observaba, después de haber puesto a trabajar a los empresarios en un ejercicio a voz alta.
Jin le sonrió, sintiendo mucho agradecimiento por él, y viendo con tranquilidad que Kame le devolvía la sonrisa, comprendiendo bien a qué se refería.
-Ano toki no… ano basho… -canturreó Kame mientras sacaba un poco de ropa de una caja y la colocaba en el interior de uno de los cajones que llenaba con sus pertenencias.
Por fin tenían el piso que decidieron rentar entre los dos. Yuya les había sugerido una casa, porque así podría visitarlos con frecuencia y… habría más espacio para ambos, además de
comentarles que había visto en el periódico una casa con porche y jardín japonés… pero Jin y Kame se rehusaron a tener algo tan… amplio todavía.
Además, para Kame era suficiente estar con Jin y precisamente podían cambiarse de vivienda el mismo día de su cumpleaños, lo cual era un excelente regalo. Aunque Jin no había parado de darle pequeñas sorpresas: a la llave del departamento le ató un listón, le puso un moño a la puerta, cuando entraron, le tapó los ojos y lo guió por toda la habitación hasta quedar en la sala, donde le destapó los ojos y le mostró un gran peluche en forma de tigre que descansaba a lo largo del sofá más grande, debía medir por lo menos unos cincuenta centímetros (y según Jin, era para que no lo extrañara cuando no estuviera); al medio día salieron almorzar y llevó a Kame en una cita en coche, muy rápida, pero romántica… y finalmente habían regresado al apartamento para desempacar.
Sin duda, era de los mejores cumpleaños que había pasado.
-Kienai kono Kizuna~…
El nuevo departamento era suficiente para ambos: dos recámaras y un estudio, una amplia sala y cocina-comedor que no les incomodaba para nada. Estaba un poco más lejos de la escuela, pero ambos pensaban que mientras más lejos vivieran del lugar donde laboraban, menos posibilidades habría que los descubrieran. Situado en el séptimo piso de un rascacielos, cuando la luz del sol se filtraba por los grandes ventanales de la sala, todo se coloreaba de un lindo anaranjado y amarillo que podía disfrutarse por unos minutos hasta que cayera la noche.
-No sabía que tenía una tortuga musical –lo interrumpió Jin mientras lo escuchaba cantar, recargado en el umbral de al puerta.
-¡Ah! –se tapó la boca y se sonrojó al no percatarse de la presencia de Jin- ¿Desde…? ¡¿Desde cuándo estás escuchándome?!
-Desde el “Saki no koto dore…” –contestó Jin canturreando, sin olvidar el ritmo que Kame le había puesto.
-¡Jin!~ -se quejó y volteó la cara cuando se dio cuenta que era el principio de la canción que tanto le gustaba cantar, pero que nunca se había animado a hacerlo en frente de su novio.
El mayor dejó escapar una risita divertida y se acercó para hincarse detrás de Kame y rodearlo con sus brazos, dándole un gentil beso en el oído para susurrarle…
-Tatoeba kimi ga… kizu tsuita to emo… dare no ai datte nando mo iro wo kaeru… tsukarete boku ni… yorikakaru hi wa… donna kimi demo… dakishimerukara~… -el tono impuesto por Jin, junto con aquel ritmo de balada provocó que Kame se relajara aún si su corazón latía rápidamente porque… era como darle una respuesta a la que estuvo cantando y…
-Nunca había escuchado esa canción… -se volteó para mirarlo, queriendo escuchar más.
-Cuando estaba en la preparatoria era el guitarrista de un grupo que hicimos mis amigos y yo… Era más un pasatiempo que algo en serio. Aún así nos dio buen dinero, pero lo dejamos cuando comenzamos con los trámites a la universidad –le explicó con una sonrisa, recordando aquellos tiempos cuando se paraba en un escenario y hacía los acompañamientos para el vocalista-. Ahora que lo pienso, no canto igual que antes –se llevó una mano a la garganta.
-No es cierto… a mí me gustó –sonrió aún sonrojado, recordando aquellas líneas-. ¿Esa canción… la escribiste tú?
-Sí, ¿cómo lo adivinaste? –preguntó el mayor viendo cómo Kame se acurrucaba en su pecho, cerrando los ojos.
-Porque es como si estuvieras hablando… -sintió como Jin le besó el cabello y lo estrechaba con ternura- Esa es tu forma de hablar.
-La compuse pensando en que algún día encontraría a alguien a quién cantársela –susurró.
-Mmm… -no quiso saber si se la había cantado ya a Takako, así que se limitó a sonreír y sentirse afortunado por haber sido escogido para escucharla.- ¿Algún día me la cantarás completa?
-Cuando tú quieras… pero te advierto que puedo desafinar mucho porque estoy muy fuera de práctica –bromeó ruborizándose por la pena que sentiría cuando Kame se lo pidiera.
-No importa –se separó y le dio un corto beso en los labios, aún recordando la linda letra de aquella canción-. ¿Cómo se llama?
-Care.
-Qué bonito nombre –sonrió enternecido.
-Con esa canción nos despedimos de… nuestras fans –pensó en todas las chicas que llegaron llorándoles y pidiendo que no se separaran, pero todos habían estado de acuerdo en que la banda solo era un entretenimiento y que no lo veían como una opción profesional.
-Debieron llorar mucho… Me hubiera gustado verte en un escenario, Jin.
-Ah, no era tan genial, ¿sabes? Solo verías a un saco de huesos tocando una guitarra, haciendo coros y de vez en cuando moviendo la melena. En ese tiempo tenía mi cabello muy largo –se encogió de hombros recordando el apodo tan feo que tenía dentro de la banda: BONES-CHAN.
-¿Qué tan largo? –ladeó la cabeza esperando saber mucho más de la historia de Jin como músico.
-Mmm… por aquí… -se tocó el hombro, un poco más abajo.
-¡Eso no es TAAAN largo! –puntualizó Kame riéndose.
-¡Lo era para el subdirector! Siempre me decía que me lo recortara… -hizo un puchero de indignación. En ese entonces, adoraba tener su cabello largo, pero había adultos tan aburridos que no lo comprendían.
-Para ellos todo es largo –sonrió comprendiendo la situación.
-¿Y tú? No creas que me tragaré ese cuento que no sabes cantar porque es evidente que recibiste lecciones de canto.
-Mmm… -se llevó un dedo a la boca, pensando que sería demasiado vergonzoso que Jin descubriera cómo aprendió- Te lo diré si prometes no reírte.
-De acuerdo –levantó la mano para darle más significado a la promesa.
-Cuando era pequeño… a mi mamá le gustaba mucho escuchar a los niños… a Los Niños Cantores de Viena –se sonrojó y desvió la mirada, doblando sus rodillas contra su pecho pero separándolas un poco para recargar sus brazos en las rodillas-, así que pensando que sería lindo… nos metió a mí y a Yuya-chan en un… curso de canto…
-¡¿Eh, en serio?! –preguntó Jin sorprendido.
-Hai… -asintió aún con la mirada desviada- Íbamos todos los días. Era una clase de dos horas, pero siempre terminábamos muy cansados. Estuvimos ahí por… cinco… creo que casi siete años…
-Sugoii… -dijo Jin impresionado, pero más que nada, tenía una pregunta importante en mente.
-No es tan genial –miró a Jin de reojo-. En ese tiempo odiaba el inglés… pero el italiano era peor…
-¡¿Sabes cantar en italiano?! –preguntó emocionado.
-Fue hace mucho, Jin. Ya no recuerdo ninguna de esas canciones.
-Oh, es cierto… -se desanimó un poco, pues él sabía hablar italiano por parte de su madre- ¿Y usabas uniforme?
-¿Eh? –volteó de inmediato sin entender a dónde quería llegar con esa pregunta.
-Si estuviste en un curso de esos… debieron ponerte uno, ¿ne? –sin darse cuenta, se puso en cuatro extremidades y se acercó a Kame con cautela.
-… Bueno… s-sí… -asintió retrocediendo por la forma en que Jin lo observaba.
-Awww~… debiste verte muy lindo~ -sonrió como bobo y, sin darse cuenta, ya se encontraba sobre Kame quién lo observaba como si hubiera perdido un tornillo.
-Me veía como un tonto… -hizo un puchero y miró hacia un lado, sonrojándose.
-No lo creo… -se acercó para besarle la mejilla.
-Jin… -volteó con él y le acarició el cabello, queriendo besarlo.
-Vuelvo en un par de horas, ¿de acuerdo? –antes de perder la cordura, Jin se puso de pie, arreglándose la ropa.
-¿A dónde vas? –Kame se desconcertó y se sentó en le piso, pensando que había hecho algo mal.
-Por otro regalo tuyo –volteó guiñándole un ojo.
-¿Eh? ¡¿Otro?! –se sorprendió y también se puso de pie- Ah, Jin… ya no tienes qué darme nada, en serio… Ya has gastado mucho y… -pero el mayor se apresuró y le selló los labios con uno de sus dedos.
-Aún me quedan dos… Permíteme dártelos, ¿de acuerdo? Son los últimos, lo prometo –retiró su dedo y le dio un corto beso.
-Está bien… pero que lo sean o comenzaré a sentirme un poco incómodo con tantas atenciones –sonrió abrazándolo por lo agradecido que se sentía.
-Deberías sentirte halagado y afortunado –bromeó.
-Me siento así desde hace mucho tiempo…
-Kazu… -lo retiró y no esperó a nada más que un beso profundo de parte de Kame, sosteniéndole las mejillas para controlarlo.
-Te espero, ¿ne? Tenemos algo qué estrenar hoy… -dijo refiriéndose al colchón nuevo.
-Seguro… -le dio otro beso corto en los labios y se separó con dificultad- Lamento dejarte solo, pero es por poco tiempo, ¿ne? Regresaré pronto.
-Hai. Cuídate.
Dicho esto, Jin salió dela habitación, dejando a Kame nuevamente con la tarea de desempacar sus cosas y arreglar los cajones, pero ésta vez, tenía una sonrisa mucho más amplia que cuando estaba cantando.
De camino a su objetivo principal, Jin no podía parar de imaginarse diferentes escenas con Kame, pero eso sí, TODAS eran acompañadas de una sonrisa de tonto, debido a que sabía que su novio se sentiría muy feliz por su regalo. Estaba seguro que ni siquiera Kame se imaginaba qué iba a darle en ésta ocasión.
No tardó mucho en llegar a donde planeaba, pues ya tenía localizado el lugar desde días antes y había apartado muy cuidadosamente el regalo… Bajó rápidamente del automóvil y subió las escaleras del edificio, sin siquiera fijarse en el nombre.
-Bienvenido. ¿Puedo ayudarle en algo? –preguntó la mujer del mostrador.
El lugar era un hospital veterinario pero también se dedicaba al negocio de adopción y venta de mascotas, así que estaba lleno de animales de diferentes especies y tamaños y además, apestaba como cualquier veterinaria… pero eso no importaba.
-Vengo a recoger a un perro que compré la semana pasada, solo que no pude llevármelo porque es un regalo de cumpleaños para mi pareja y bueno… por fin llegó el día –sonrió emocionado mientras se estrujaba las manos.
-¡Ah, ya lo recuerdo! –dijo la mujer sonriendo- Akanishi-san, ¿cierto? Permítame, están dándole un baño a su pequeña mascota para que huela delicioso como usted mismo lo pidió –contestó.
-Gracias –se inclinó.
-Si gusta puede pasar a verificar cómo va –le mostró el camino hacia una de las puertas que rezaba: estética.
-Gracias –le tomó la palabra y entró en el lugar, encontrándose en un cuarto un poco grande, con diferentes pilas y soportes donde bañar, peinar y cortar el cabello a los animales.
Buscó con la mirada a alguien que estuviera trabajando, ya que estaba todo desierto y la encontró hasta el final de la habitación, encorvada mientras se escuchaba el agua caer en la superficie y los gemidos del pequeño perro que se negaba a ser bañado.
Jin pudo escuchar la melodiosa voz de la empleada, diciéndole al cachorro que no tuviera miedo, que todo estaría bien porque por fin tendría un hogar donde vivir, ya que las perreras no eran el hogar de los caninos, aún si el mismo nombre tenía qué ver con ellos. Para ella, eran más una prisión que una casa… Y todos esos argumentos le resultaron familiares.
-¿Ta-Takako? –llamó Jin sin poder creer la coincidencia.
La muchacha se detuvo en seco y volteó rápidamente, dejando de masajear el cuerpecito del perro e irguiéndose un poco sin soltar a la mascota para que no corriera el peligro de salir corriendo o caerse de la superficie.
-… ¿Qué haces aquí? –preguntó Jin cuando la vio casi ponerse pálida y pasear la vista por el piso, obviamente sorprendida de volver a encontrarse.
Después de la plática que había tenido con Kame, decidió ir a pedirle una disculpa a Takako…
“-Lo lamento, Ta-chan ya no trabaja aquí –dijo la chica de recepción, limándose las uñas.
-¿Eh? ¿Desde cuándo? –preguntó Jin sorprendido, pues ese trabajo le había costado mucho a Takako.
-Eso no creo que sea de tu incumbencia –le contestó la muchacha viéndolo con rencor-. Al final, el que se haya ido no es más que culpa tuya.
-… ¿Sabes dónde puedo encontrarla? –cuestionó preocupado.
-Sí, pero no voy a decírtelo. No me importa si es urgente o no, y no se te ocurra preguntarle a alguien más porque fui a la única a la que le dio su nueva dirección –le volteó la cara y atendió una llamada.
-¡Por favor, necesito hablar con ella! –pero la chica ya no le puso atención y se enfocó en el cliente.”
-La verdad, pensé que habría más gente con el apellido “Akanishi”, por eso no quise hacerme a la idea de que la estética era para ti –comentó la chica secando con cuidado al pequeño cachorro que apenas había dejado de llorar.
Jin estaba recargado contra la pared, observando el piso y recordando las palabras de una de las amigas de Takako. Maru también quiso localizarla, pero la chica había hecho todo lo posible por desaparecer para ellos: cambió su celular, volvió a mudarse y en el trabajo nadie quería darle sus referencias… por lo que perdieron las esperanzas de localizarla y ahora… Parecía que el destino siempre quería ponerlos en el camino del otro… ya fuera por ironía o por algo bueno.
-¿Por qué renunciaste? –preguntó Jin sabiendo de ante mano la respuesta.
-Porque cada que entraba a mi oficina me ponía a llorar –contestó sin titubear y abrazó al pequeño perro para sentarse con él en una silla y continuar secándolo con cuidado sobre su regazo.
El mayor apretó los labios, sabiendo que todo eso era culpa suya. Kame tenía razón, él también se había equivocado.
No se sintió capaz de decir mucho, porque había tanto qué decir, mucho por lo qué disculparse pero tampoco podía darle un discurso sintiéndose como le idiota del año. Estaba seguro que Takako había llorado en aquellos meses, lo que nunca cuando estuvieron juntos… y eso, de alguna manera, se sentía como una apuñalada en el corazón.
Se acercó a ella, que aún tenía la mirada baja y continuaba con su trabajo, se puso en cuclillas y le mostró algo por lo que Takako dejó de moverse y volteó con Jin sorprendida: la hoja de maple.
-Lo siento… -fue lo único que pudo decirle cuando sus ojos se encontraron… y es que no había nada más que pudiera decir. Hablar y hablar solo abriría más heridas y si se limitaba solo a decir lo esencial, era más fácil y menos doloroso para… ambos- De verdad… lo siento… No quise lastimarte… No me excusaré diciendo que me enfurecí y por eso lo dije… Sé que hice mal, te hablé como no debía y tuviste razón… fui muy cruel. Lo siento, Takako…
-Jin… -fue lo único que pudo decir. Estaba sorprendida porque del Jin que conoció hacia tiempo, no quedaba rastro de su personalidad explosiva y tonta al momento de disculparse, sino una muy serena y sincera, sin necesidad de buscarse excusas para dar razones.
-Al final… si las cosas pasaron… En el fondo… sabía que no hiciste nada a propósito…
-¿Entonces por qué…?
-Ya te lo dije, me equivoqué y tomé… la peor actitud. Lo siento.
Takako pensó que debía ponerse en pie y gritarle que ya había pasado mucho tiempo para venir a disculparse así de la nada y pretender que lo perdonara. El mundo no funcionaba así de fácil, o al menos eso era lo que decían sus amigas… pero ella no podía pensar con tanto rencor ni tampoco con tanto orgullo. Ellas no comprendían, que Jin había sido tan parte de su vida que le dio los mejores años de su juventud, la conoció como nadie y… simplemente, por errores no podía odiarlo… era muy difícil deshacerse de recuerdos tan hermosos por palabras imprudentes.
De modo que… con una sola mano tomó al pequeño perrito gris que comenzaba a esponjarse por la humedad de su pelaje, y con la otra atrajo a Jin para darle un abrazo, solo rodeándolo por el cuello y en cuclillas como estaba.
-Fuiste un grandísimo animal… -le susurró cerrando fuertemente sus ojos para impedir que las lágrimas salieran. Ya no quería llorar más. Si había decidido cambiar de trabajo era por su propia salud mental y para sentirse mejor, respirar nuevos aires, hacer de su vida una nueva historia.
-Lo siento… -era todo lo que podía decir. No tenía qué decir más excusas, porque al final, gran parte de que ella estuviera deprimida y escapando, era culpa suya.
-Le dije a Kazuya-kun que no te dijera nada… Los hombres nunca cumplen sus promesas… -se aferró más a la camisa de Jin y continuó sollozando con discreción, sintiéndose en parte feliz y en parte triste por tener a Jin en frente.
-Pero gracias a Kazu recuperé lo que… No lo voy a tirar, mucho menos aquella foto. Él comprende que todo es parte de mi vida y me ha dicho que no le molesta en lo absoluto. Kazu te admira mucho, Takako… -la miró con preocupación, pues reconocía bien esa mueca en su rostro: estaba enfadada.
-Como si eso me hiciera sentir menos humillación… -se retiró de Jin y se limpió las lágrimas con rapidez, pues sabía que mientras más tiempo tardara, Jin se atrevería a ayudarla.
-Esa nunca…
-Ha sido su intención. Ya lo sé –suspiró derrotada-. Podría decirte “¡Claro, te perdono!”, pero lo cierto es que por más buena que intente ser eso me hace daño por dentro. No puedo hacerlo todavía, Jin… -el aludido bajó la cabeza apesadumbrado, preocupado porque ella fuera a repudiarlo por siempre- No te odio… -Jin levantó la vista sorprendido de que Takako todavía fuera capaz de adivinar lo que estaba pensando- Solo estoy muy enojada contigo por ser tan tonto –sonrió irónicamente y Jin apretó los labios intentando tragar esas palabras-. Sin embargo, voy a tener siempre en cuenta tus disculpas… y cuando esté preparada, las aceptaré.
-Takako…
-Y eso no será cuando deje de amarte, Jin, sino cuando deje de pensar en el tema como una parte amarga de mi vida.
-Yo… -comenzaba a pensar que Takako se estaba desquitando más de la cuenta.
-No te digo todo esto para vengarme, sino para que me entiendas, pero descuida, yo ya entendí muchas cosas… aceptarlas es un proceso difícil –pudo leer en el rostro Jin algo por lo que sonrió-. Enamorarme ahora no es buena idea, pero no me lo negaré después.
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SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 Empty Re: SENSEI (AKAME) cap 27 al 35

Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 12:34 pm

CAP 30TANJOUBI OMEDETOU!!
(¡¡Feliz Cumpleaños!!)


Kame acomodó la foto familiar que Jin conservaba, aquella donde salía Takako y sintió un pequeño incomodo en su vientre… Era verdad que le dijo que la conservara pero… lo cierto es que cada que la veía le daba un poco de celos. Ya sabía que Takako era la ex, pero ver una foto de la ex en la recámara de ambos era…
Volteó el rostro y prefirió salir de la habitación, totalmente molesto consigo mismo por no ser capaz de ser lo suficientemente sincero con Jin como para decirle la verdad: No quiero ver esa foto donde dormimos y hacemos el amor, no quiero verla dentro de nuestra casa.
Se escuchaba tonto, pero era como sentir la mirada de Takako sobre ambos… Cuando pasaban la noche en el departamento de Jin, sentía lo mismo, y pensó que si cambiaban de sitio sería un poco más llevadero ese sentimiento de… No sabía bien qué era lo que sentía pero… estaba seguro que no era nada positivo.
Paseó por la sala con esa idea en su cabeza… Quizá no le estaba teniendo la suficiente confianza, y es que Jin era tan maduro para tener una relación… Como le dijo desde el principio, la única relación formal que tuvo fue en sus años de estudiante universitario, pero solo duró un año. Nunca llegaron a vivir juntos, tampoco a compartir tantas cosas como las que había compartido con Jin pero… Es que a veces se asustaba de ser como un adolescente mientras su novio ya era… bastante maduro.
Vio su mano y se quedó pensando. Cinco años de diferencia pueden marcar mucho… quizá no una generación, pero sí muchas vivencias. ¿Jin estaría aprendiendo con él?... ¿O sería como enseñarle a su kohai cómo ir por la vida? Si era así… se sentiría muy avergonzado y… no podría estar más tiempo con él porque…
Movió la pierna impaciente… preocupado por todo lo que estaba pensando. Miró el teléfono, que apenas tenía la línea activada pues por la tarde pasaron a la compañía a dar de alta su número nuevo. Quería llamar a Ueda, preguntarle si él había sentido parecido con Maru…
-Moshi, moshi? –preguntó Ueda del otro lado de la línea.
-¿De verdad… estará disfrutando el estar conmigo? –no saludó, ni siquiera se alegró de saber que era Ueda quién contestaba.
-¿Eh?... ¿Kame-chan? ¿Eres tú? ¿Qué pasa? –preguntó Ueda desconcertado.
-Estoy confundido, Tat-chan –contestó de inmediato, llevándose una mano a la cara por lo avergonzado que se sentía.
-¡¿Eh?! ¿Qué quieres decir? ¿Hablas de Akanishi? ¿Pasó algo malo? –Ueda se escuchaba alarmado.
-He estado pensando… que quizá… aburro a Jin… -miró el piso sintiendo mucha pena porque su corazón estaba doliéndole.
-¿Por qué piensas eso? ¿Te dijo algo? ¿Te lo dio a entender?
-No, para nada… Jin es… maravilloso… Nunca me ha insinuado nada de eso…
-¿Entonces?
-Recuerdo que cuando estábamos en las aguas termales, le dije que confiaba en él a tal grado de saber que nunca sería capaz de hacerme daño pero… -suspiró y cruzó la pierna.
-¿Pero?
-Creo que todo esto es porque soy muy egoísta… posesivo… Lo quiero solo para mí, Tat-chan. No quiero que nadie de su pasado… No quiero compartirlo con Takako-san… -se recargó más en el sofá, queriendo hacerse uno con el mismo y esbozando un puchero.
-¿Eh? ¡¿Cómo?! ¡Ese desgraciado está…!
-No, Tat-chan… pero…
-Kame-chan, habla claro, ¿quieres? No estoy entendiendo nada de lo que dices –se armó de paciencia y le habló con un tono más tranquilo.
-¿Recuerdas la foto de la que te conté? –Ueda respondió “sí”- Le dije que la conservara…
-… ¿Por qué le mientes? ¡Sabes que no estás de acuerdo en que la tenga en frente tuyo! Si quiere conservarla que la guarde, pero a ti te hace daño. ¡Kame-chan, debe respetar su relación! Dejándola fuera, donde puedas verla, solo provoca que te sientas peor y… que pase esto, el que desconfíes. Yo no podría siquiera dejarme tocar o besar por Maru, aunque fuera de
forma inocente, mientras tuviera una foto de una ex novia suya en alguna parte de la casa, al menos donde pudiera verla… y si la tuviera en la habitación… ¡No! ¡Definitivamente no! –Kame sonrió al saber que había alguien que pensaba igual que él, lo hacía sentir que no estaba loco o mal de la cabeza.
-Pero no puedo decirle que la quite… es parte de su vida, Tat-chan. Takako-san…
-¿Hasta cuándo vas a dejar de sentir compasión por ella? Como sigas a sí y Akanishi se dé cuenta, se te va a armar el lío en grande, Kame-chan –le advirtió Ueda fastidiado.
-Pero yo no… -apretó los labios pensando que no podía ser tan egoísta como para decirle que se deshiciera de la foto, quizá lo lastimaría y no quería eso.
-Dile cómo te sientes.
-Yo…
-Kame-chan… de secretos no se construye una relación… ni tampoco de buen sexo… mucho menos de besos tiernos y frases bonitas. Piénsalo y no cometas una tontería como callarte eso que estás sintiendo –colgó. No tenía nada más qué decir sobre el asunto y solo terminaría regañando de más al menor.
Kame no respondió. Ueda tenía razón… no podía solo vivir de eso. Había quizá algunas cosas que no le había dicho a Jin. No era completamente sincero y era por miedo a hacerle daño o… no sé, a las reacciones de Jin, quizá. Tampoco quería volverse un mandón en casa…
-Tadaima!!! –se anunció Jin desde fuera del departamento.
Se levantó y se limpió las lágrimas que amenazaban con salir. Dejó fuera todas esas dudas porque era su cumpleaños y además, Jin estaba muy animado. No iba a echarle a perder sus esfuerzos. Ya habría más días para hablar.
-Okaeri! –dijo Kame asomándose por el recibidor.
-Date vuelta y regresa a la sala –ordenó Jin, que parecía estar luchando con algo y además, continuaba fuera de la casa.
-¿Qué estás haciendo? ¿Quieres que te ayude? –preguntó Kame sin obedecer.
-No, no. Solo ve a la sala y cierra los ojos –Jin desapareció pero lo calmaba moviendo su mano en frente de la puerta.
-… ¿Seguro? –tuvo intenciones de acercarse, pero Jin solo levantó el pulgar para indicarle que estaba bien.
Obedeció pensando qué sería aquello que no lo dejaba siquiera caminar, así que regresó a la sala pensando. Se sentó y se cruzó de brazos y de piernas, cerrando los ojos como Jin le había pedido.
Solo puedo escuchar cómo entraba en la casa y dejaba algo en frente suyo. Luego volvió a irse y regresó con la misma dificultad de antes. Alzó las cejas muriendo de curiosidad, pues podía escuchar ligeros ruidos en la mesa. Después vino un “itai!” muy ligero de parte de Jin, supuso que se habría golpeado en la mesa. A continuación escuchó cómo cerró la puerta y después, lo demás fueron los mismos ruiditos en la mesa… ¿qué tanto se traía?
-¿Ya puedo abrirlos? –preguntó Kame impaciente.
-Solo dame un minuto más, ¿de acuerdo? –contestó Jin con dificultad, como si estuviera cargando algo enorme.
-Jin, quiero ver~ -movió las piernas impaciente. Sintió que su novio se colocaba en frente suyo y sonrió ansioso.
-Está bien, ya ábrelos.
Kame lo hizo lentamente y se desconcertó cuando vio y sintió, que un cachorrito que tenía en frente, en las manos de Jin, le lamía la nariz y se quedaba observándolo, ladeando un poco la cabecita.
De momento, solo se quedó muy abierto de ojos, sin poder creer lo que tenía en frente… un hermoso cachorrito gris, con un largo hocico y que maneaba la colita como si estuviera muy feliz. Sin embargo, después de procesar la información, sonrió y lo tomó entre sus manos muy emocionado.
-¡¡Es lindísimo, Jinjin!! –lo cargó como si fuera un bebé y acarició su nariz con la del animalito.
-De hecho es “ella” –aseguró sonriente de haberle dado al blanco con uno de los regalos más importantes.
-¿Cómo se llama? –Kame jugueteaba con la pequeña perrita gris que se movía por todo su regazo, siguiéndole el juego a su dueño.
-Pensé que tú querrías ponerle uno –Jin alargó la mano para acariciar detrás de la oreja a la perrita, la que volteó y le lamió la mano.
-Mmm… Pensemos en uno juntos, ¿ne?
-Pero pensé que sería lindo que “mamá” decidiera el nombre de la “hija”, y “papá” el del “hijo” –hizo un puchero y volteó un poco su cuerpo detrás suyo.
Kame no comprendió nada de lo que estaba hablando, pero no necesitó preguntar porque vio que Jin ponía una caja roja sobre sus piernas y le quitaba la tapa. Entonces, un cachorro de French Poodle negro asomó la cabecita, olfateando y mirando por todos lados, sacando la lengua y moviendo el rabo de un lado a otro.
-Pensé que sería triste que ella estuviera solita… así que decidí que tuviera un compañero –sonrió sacando al pequeño de la caja.
-¡¡También es muy bonito!! –dijo Kame emocionado, juntando sus manos queriendo abrazar también al segundo perrito, pero no quería soltar a la otra.
-Me da gusto que sean de tu agrado, Kazu –le acercó al negro para que le perrito lo reconociera y de inmediato el animalito comenzó a olerlo y lamerle la mejilla.
-¡Basta!~ -dijo Kame riéndose mientras intentaba esconderse de los “besitos” del perro.
Jin sonrió enternecido de verlo tan contento. Desde hacía un mes que Kame hablaba mucho de perros y de que quería tener uno, pero jamás le comentó el que quisiera uno con tantas ganas, y al ver el rostro feliz de su novio… supo que había dado en el clavo.
Movieron la mesa de centro de la sala para permitir que los cachorritos se familiarizaran con la misma, pero solo se dedicaban a jugar entre los dos y con sus amos, quienes estaban a distancia considerable para impedirles salir de aquel cuadro.
-Va a ser difícil educarlos pero… si lo hacemos bien no tendremos problemas –dijo Jin observando a los perritos que estaban dormidos uno encima del otro, con una frazada encima. De tan emocionados que estaban, gastaron todas sus energías jugando y terminaron agotados.
-Sí… -Kame estaba recargado en el hombro de su novio, observando a los pequeños dormir.
-Tendrán qué dormir en el estudio o en el cuarto de lavado –rodeó su cintura para sentirlo más cerca.
-¡¿Eh?! ¡Pero están muy chiquitos para estar solos, Jinjin! –hizo un puchero, inconforme, no quería que los perritos durmieran lejos de él.
-Amor, no es bueno dormir con animales –le explicó con ternura.
-Pero… pero están tan pequeños, Jin… Anda, solo por los primeros meses, ¿sí? –le sonrió haciendo pucheros para convencerlo, pestañeando varias veces para verse más adorable.
-Está bien, pero no me hagas esas caras –asintió y besó sus labios con ternura-. Solo por los dos primeros meses, después tendrán qué irse a dormir a otro lado, sino los vamos a malcriar.
-¿Qué te parece, “Ran”? –preguntó para olvidarse de ese tema, ya que sabía que no iba a cumplir con esa condición de parte de Jin. Él los quería siempre cerca por ser uno de los regalos más bonitos que le habían dado.
-¿Eh?
-Hai, para ella –le indicó con una mirada a la perrita que dormía sobre el negro.
-Ah… Suena lindo –asintió sonriendo-. Ran-chan…
-¡Hai! –Kame quiso acercarse a su mascota, pero prefirió no hacerlo porque seguramente la despertaría- Y él… mmm…
-¿Kazu-chan? –bromeó divertido.
-Jin~ -frunció la boca estando totalmente en desacuerdo.
-Es una broma, amor –le besó la mejilla para disculparse y siguió pensando-. ¿Qué tal “Pin”?
-¿Pin? ¿Qué es Pin? –preguntó Kame ladeando la cabeza.
-Solo se me ocurrió. Hace buen juego, ¿ves? Ran-Pin –comparó ambos nombres diciéndolos de manera rápida para probar que se escuchaban bien.
-… Se escucha como juego infantil, Jin –Kame alzó la ceja en desacuerdo.
-En ese caso es adorable. Los niños lo son, ¿no crees?
-Mmm… Sí, pero… -miró al pequeño perro negro y se imaginó llamándolo “Pin”, luego, que el animalito obedecía y corría hacia él, saltando emocionado… No era tan mal nombre después de todo.
-¿No? –a Jin de verdad le gustaba ese nombre.
-Está bien –asintió el menor sonriendo-. Serán Ran-chan y Pin-chan.
-Pin-kun.
-¡Chan!
-¡Kun!
-¿Por qué “kun”? –Kame se cruzó de brazos.
-Porque es el novio de Ran-chan, si le decimos “chan”, quizá Ran termine mordiéndonos –explicó el mayor puntualizando con el dedo.
-… Jin, son cachorros. No creo que Ran-chan esté pensando ya en aparearse… y lo mismo con Pin-chan.
-Pin-kun –volvió a corregirlo.
Kame rodó los ojos, pensando que Jin no dejaba de sorprenderlo siempre, en todos los sentidos, y esa ocasión no era la excepción. Pero para qué quejarse, al final él llamaría a sus cachorros como le diera la gana y sabía que después estarían discutiendo sobre los términos… otra vez. De cualquier modo, lo importante es que los tenía ahí, en frente suyo, durmiendo. Eran suyos y era lo que más le importaba.
-Gracias, Jinjin –volteó con Jin y le acarició la mejilla con su nariz-. De verdad es un regalo muy bonito… Siempre quise un perro.
-Soy un genio, ¿ne? –alzó las cejas sintiéndose orgulloso de sí mismo.
-Tramposo… Sabes que estuve viendo perros en los últimos días.
-Dame crédito por algo, ¿quieres? –frunció la boca fingiendo indignación.
-El tigre de peluche es muy bonito –sonrió sabiendo que Jin se quejaría.
-Sí, puedes pensar en mí como uno –comenzó a acariciar su cintura mientras le sonreía con complicidad.
-Qué confianza –le detuvo la mano y alzó un dedo índice, moviéndolo en forma negativa.
-¿Por qué no? Es mi último regalo –ladeó la cabeza desconcertado, pues Kame mismo le había dicho que tenían qué estrenar el colchón nuevo.
-Porque ellos pueden escuchar e ir de curiosos –advirtió mirando de reojo a los cachorros.
-¡¿Eh?! –se quedó con la boca muy abierta, sorprendido por lo… rara que era la preocupación principal para no irse a la recámara- ¡Son cachorros, Kazu! Dudo mucho que despierten en toda la noche.
-Están muy chiquitos para ver esas cosas –negó con la cabeza.
-Cerraremos la puerta –insistió rodeándole la cintura con ambos brazos.
-Da~me!
Jin entrecerró los ojos y apretó los labios, casi haciendo un puchero. De inmediato lo cargó en brazos, lo que asustó un poco a Kame y se aferró muy bien al cuello de su novio, mirándolo muy sorprendido. Jin no solía insistir tanto y al final, eran bromas de parte suya también… pero le impresionó lo rápido que lo guió a la habitación, no sin antes apagar la luz para los cachorros. Cerró la puerta de una patada y con cuidado, depositó a Kame en la cama. Alargó una mano para bajar el tono de la luz que daba la lámpara de tocador… y, como si fuera un tigre al asecho… se subió a la cama para cubrir el cuerpo de Kame con el suyo, pero sin tocarlo.
-¿Decías que no?... –preguntó Jin con una sonrisa de triunfo.
-Será tu culpa si se pervierten… -susurró Kame sintiendo que su corazón latía rápidamente debido a que tenía a su novio sobre él, mirándolo con la advertencia en sus pupilas, de que no iba a levantarse.
-Prometería que no nos escucharán pero… -bajó su rostro para alcanzarle los labios, comenzando a besarlo- hoy quiero escucharte decir mi nombre varias veces, quiero… escucharte… decirme que me amas…
-Jin… te lo digo muy seguido… -contestó el menor sonriendo.
-No mientras suspiras…
-Cada que hacemos esto, sí –le tomó el rostro y comenzó a acariciar sus mejillas, sonriendo debido a las cosquillas que ya sentía en la parte inferior de su estómago, todo gracias a los besos.
-Kazu… Feliz Cumpleaños… -se separó un momento de sus labios, para admirar el lindo rostro que tenía en frente.
-Gracias… -se estiró un poco para alcanzarlo de nuevo y ésta vez, le rodeó el cuello para abrazarlo así y continuar con los besos.
Pero Jin tenía un poco de prisa por hacerlo suyo, así que, con cuidado coló una mano en su espalda y lo levantó cuidadosamente. Ambos se sentaron, Kame sobre las piernas de su novio, respondiéndole los tiernos besos y acariciando su cabello y rostro. Mientras que Jin le acariciaba la espalda y los hombros, para de inmediato dirigirse a su cuello y llenarlo de besos.
Kame liberó pequeños suspiros al sentir los besos de su novio en aquella parte de su cuerpo, y lo dejó tocarlo cuanto quiso en la parte superior de su cuerpo.
Jin movió las manos hasta el pecho de su novio que todavía estaba cubierto por la ropa, coló las manos por la camisa de botones que llevaba puesta, debajo de la misma portaba una camisa blanca de manga corta. Deslizó la camisa superior por sus hombros, mientras continuaba besándolo en el cuello hasta llegar a su oído, el cuál mordió con sutileza y tiró la camisa de botones a un lado de la cama.
Continuaron con los besos aún cuando Jin intentaba sacar la camisa blanca, pero Kame se lo impedía porque estaba encaprichado con sus labios, besando, mordiendo, lamiendo y acariciando con su nariz. Eso provocaba que la temperatura de su cuerpo aumentara, hasta que llegó a sus mejillas… sintiendo las manos de su novio recorriendo su espalda por debajo de la ropa, arrancándole suspiros que poco a poco se iban volviendo menos discretos.
Cuando logró sacarle la camisa blanca, Jin se dedicó a besar todo el pecho de su novio, paseando sus manos por el mismo y recostándolo con cuidado en el colchón de nueva cuenta. Sintió las manos del menor buscando a ciegas los botones de la camisa de Jin, la cuál era de manga larga, y sonrió cuando no lograba sacar el tercero, así que se separó de él para que pudiera mirar lo que hacía.
Kame se lamió los labios mientras le desabotonaba la prenda y consiguió que Jin le diera un beso dulce en la frente, logrando que se pusiera un poco más nervioso. De pronto, se le ocurrió algo que siempre quería ver en Jin, pero no se animaba a hacer porque temía arrugar mucho su ropa. Sin embargo, ese día podía pedir lo que quisiera, lo sabía… Jin prácticamente se lo transmitía con la mirada… así que acercándose al cuello de su novio, donde comenzó a hacerle un morete para marcarlo como suyo, detuvo el avance de la prenda que quitaba y la dejó a los codos del mayor.
-¿Kazu?... –preguntó suspirando por la marca que el menor estaba haciéndole en el cuello.
No le respondió. Estaba muy ocupado succionando su cuello como si fuera un vampiro, que solo pudo colgarse a su cuello para continuar con aquel ritual que estaba gustándole mucho desde hacía algunos días. Le fascinaba hacerle marcas a Jin y que Machiko u otro profesor (incluso las alumnas) le vieran. Sabía que era un poco irresponsable, pero al igual que Ueda, no quería que pensaran que estaba disponible para nadie… más que para él.
Cuando por fin terminó, Jin sintió aquel sitio tan caliente, que tuvo que llevarse una mano para sentir la propia humedad de la saliva de Kame palpitándole y marcándole la piel…
-Es más grande que los que te he hecho antes –dijo Kame con gusto, sonriendo como si hubiera ganado un gran premio.
-No sé qué voy a hacer contigo… -susurró mientras le acariciaba el rostro y lo recostaba nuevamente sobre la cama- Van a pensar que soy un ninfómano…
-¿Y no lo eres?
-Solo porque te amo… -susurró besándole los labios de manera cariñosa, arreglándoselas para quitarse la camisa y tirarla al suelo.
-N-no… -Kame pudo adivinar sus movimientos y le impidió siquiera mover un poco la prenda- No te la quites… -susurró separándose y mirándolo a los ojos, sonrojándose por lo que iba a decir- Déjala así… Yo…
-Kazu… -estaba extasiado por lo que escuchaba… ¿acaso su novio tenía fantasías de cómo hacer el amor?
-Quiero… Yo… -no sabía cómo decirle que deseaba continuar así, solo con esa prenda a medio poner.
-Entiendo… -y se acercó de nuevo para besarlo con cuidado.
Jin volvió a bajar hacia el cuello de Kame, llenándolo de besos y buscando un lugar apropiado… entonces lo encontró: debajo del oído. Se lamió los labios y sonrió debido a lo que iba a hacer. Al escuchar un gemido delicado acompañado de su nombre, Jin imitó lo hecho por Kame hacía poco: marcó el cuello de su novio con la mayor fuerza que pudo… pidiendo perdón internamente por ser un poco brusco.
-Jin, te amo… -susurró acariciándole el cabello, paseando sus manos por su espalda y distrayéndose un poco con la camisa que aún cubría parte de cuerpo.
Cuando Jin se separó, sonrió al ver cómo su novio respondía a aquel gesto: simplemente continuaba con los ojos cerrados, tocándose la marca con mucho cuidado y suspirando por el mero placer de sentirse reclamado.
Jin se inclinó hacia su oído y le susurró un par de cosas que hicieron reír a Kame hasta mover las piernas de la diversión… Y por supuesto, el mayor amo eso, tanto que tuvo que sellar sus labios nuevamente para atrapar las risas de su amante en lo más profundo de su corazón.
-Kazu… dime una cosa… -se separó un poco cuando el menor besó su mejilla y continuó sonriendo.
-¿Mmm? –preguntó el menor acariciándole el rostro con mucho cariño.
-¿Eres feliz conmigo? –preguntó Jin atrapando sus manos y besándole los nudillos, para al final entrelazarlas.
-¿Cómo? –Kame se desconcertó con tremenda pregunta.
-Sí… Todos los días me esfuerzo por hacerte sonreír, y me encanta cuando te ríes, pero sobre todo, el mero hecho de estar contigo es lo que más me gusta… Te amo, Kazu.
-Jin…
-¿Eres feliz conmigo? –insistió en la pregunta, juntando su frente con la del menor.
-Claro que sí, Jin. No sé cómo me puedes preguntar eso cuando… ahora vivo contigo y estoy viviendo uno de los mejores cumpleaños de mi vida –contestó el menor conmovido.
-¿De verdad?
-Sí –asintió al verle ansiedad en sus ojos-. Jin, no te preocupes, ¿ne? Yo te amo… te amo tanto que no sé a veces cómo hacértelo saber… solo… estando contigo me parece la mejor forma, es decir… al igual que tú… estar a tu lado, vivir contigo… es lo que me hace feliz.
-Amor… -lo abrazó para sentir toda la sinceridad de su novio, emocionado por sus palabras.
-Mi Jinjin~… -utilizó un tono infantil, acariciándole la espalda y dándole un pequeño beso en su oído disponible.
Después de unos minutos abrazados, comenzaron a besarse nuevamente, haciéndolo con ternura y abandonándose más a las caricias que se regalaban mutuamente. Kame dejaba escapar de vez en cuando risitas, que Jin por supuesto adoraba y atrapaba con sus labios, mientras que la noche se hacía más oscura.
-¿Te importa si…? -dijo Jin mientras desabotonaba el pantalón de Kame, tomándose todo el tiempo antes de escuchar la respuesta.
-Claro que no –contestó sonriéndole, acariciando su rostro de forma gentil.
Jin le dio un corto beso en los labios a medida que bajaba la bragueta y tocó cada centímetro de piel que descubría. Podía escuchar los gemidos de Kame al sentir el contacto, así que no se distrajo mucho con su parte baja y se dedicó a observar cómo su novio movía la boca y se mordía el dedo índice para disfrutar más, a ojos cerrados.
Sin embargo, sabiendo que era ridículo, sintió envidia del mismo dedo de Kame, así que lo alejó de su boca y comenzó a besarlo a medida que acariciaba sus piernas con delicadeza, sintiendo cómo Kame las movía con lentitud… seguramente porque gozaba de aquellos roces.
El menor lo abrazó por el cuello, besándolo una y otra vez aún si sus labios comenzaban a dolerle un poco, pero no importaba… jamás se cansaría de besar a su novio aún si sus labios se ponían rojos.
Se sonrojó cuando sintió que Jin le quitaba los bóxers y sentía el aire frío de la noche que se colaba por la puerta, sabiendo que se encontraba totalmente desnudo, a merced de su novio… y
no era que le disgustara, solo que siempre sentía ese tipo de vergüenza al verse tan vulnerable… y la ansiedad crecía a medida que se daba cuenta que Jin estaba sobre él.
-Te amo, ¿sabes?... Mucho… -dijo Jin al separarse de aquel largo beso, dándose cuenta que los labios de su novio estaban más hinchados de lo normal y continuaba con los ojos cerrados, sintiendo las manos de Jin acariciándolo en sus muslos.
-Lo-lo sé… -susurró Kame sonriendo al imaginar las manos de su novio en aquellas partes bajas de su cuerpo, tocándolo con sumo cuidado y dedicación.
A ciegas, porque no quería abrir los ojos y salir de concentración por los ojos que tanto amaba ver, Kame dirigió su mano hasta el límite de los pantalones de Jin, buscando el cierre y los botones para despojarlo de la prenda. No tardó mucho en encargarse de aquella tela que ahora le parecía molesta (aunque cuando vio a Jin por la mañana, le parecía lo más sexy del día… Adoraba su forma de vestir).
La prenda negra y los bóxers del mismo color, pertenecientes a Jin, ya se encontraban en el piso, sobre la ropa de Kame. En esos momentos, ambos se encontraban besándose en cada parte de su cuerpo, abandonándose a las caricias de sus manos, sus labios, sus lenguas y los mismos suspiros, creando un ambiente tan delicioso e íntimo que se habían olvidado de la hora y sobre todo, de que los perros dormían aún en la sala.
Jin le repetía constantemente a Kame cuánto lo amaba y éste le respondía de igual modo, a veces en suspiros, gemidos y frases indirectas… pero con el mismo resultado.
-Jin… -lo llamó mientras le acariciaba la espalda y el otro se dedicaba a besarle el pecho, acariciando la cintura de su novio- Por favor…
-¿Qué cosa? –preguntó haciéndose el tonto.
-No seas malo~… -acarició su cabello, se portó gentil con su espalda, solo con el único fin de que comenzara a reclamarlo.
-Tranquilo, Kazu… -susurró Jin volviendo a los labios de Kame, depositando un tierno beso.
-Ne~… -no obedeció y le rodeó la cintura con sus piernas, sonriéndole con picardía para se apresurara y no dejara las cosas inconclusas.
Jin se acercó a besarle los labios nuevamente, arrancándole gemidos cuando internó su lengua en su boca y comenzó a jugar con ella. Entonces, a parte de sentir la delicada fricción de las piernas de Kame, también pudo sentir la de sus brazos rodeándole los hombros y acariciando su espalda.
Bajó después de besar todo el rostro de Kame y se detuvo al llegar a su cuello, donde volvió a besar, morder y lamer tanto como quiso, deleitándose con los suspiros y la respiración agitada de su novio.
El menor dejó ir un gemido de reproche, porque dentro de su pecho ya no aguantaba las ganas de sentir a Jin dentro suyo. Adoraba tanto cuando estaban unidos de aquella manera, que no quería separarse jamás.
Viéndolo totalmente distraído, absorto en algo que quería saber pero al mismo tiempo, tenía la idea de lo que era, Jin se acomodó sin que Kame lo notara y acarició a su novio en el punto especial del mismo.
Kame dejó escapar un suspiró prolongado y profundo, falto de aire. Se sonrojó completamente pero sonrió al comprender que Jin ya no podía esperar mucho tiempo tampoco. Abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada de Jin… aquella expresión que solo era para él, con la que nadie más utilizaba y, orgullosamente sabía, que solo podía despertarla en momentos parecidos.
-Jin… ¿te había dicho antes… que tus ojos son preciosos?… -preguntó Kame acariciándole el rostro.
-… No, no me lo habías dicho –sonrió halagado y sonrojándose al sentir un poco de pena y orgullo.
Soltó una risita divertida, nunca había visto a Jin con esa expresión boba en la cara.
-Sonríes raro.
-Urusai… Es tu culpa –besó su mejilla y se abrazó a Kame apoyándose en sus hombros.
Kame solo cerró los ojos y esperó. Sin embargo, cuando Jin comenzó a entrar en él, sus labios fueron sellados por los de su amante, atrapando el gemido de dolor y placer en su boca.
El primer impulso fue suave, lento y tan gentil que el menor sintió un golpe tan agradable en su pecho que quiso trasmitirle todos sus sentimientos a su novio, pero con la boca bloqueada no podía hacer más que prologar aquel gemido tan dulce que le había arrancado. Después, los demás suspiros y gemidos continuaron en la boca de Jin, sintiendo por momentos que le faltaba el aire.
No pudo hacer más que moverse con más rapidez, pero al mismo tiempo quería escuchar a Kame gemir y pedir por más, por lo que dejó en paz su boca para poder escucharlo mientras lo observaba, con los ojos cerrados y abrazándolo para no perder ni un centímetro de contacto entre sus cuerpos.
-Te amo… -susurró Kame entreabriendo los ojos, dejando escapar más gemidos y sonriéndole a Jin para que supiera qué tanto estaba disfrutando aquella noche.
-Yo… también –contestó Jin con dificultad y se concentró más en darle mayor rapidez a sus movimientos, juntando su frente con la de su amante, y pasando así el tiempo mientras lo veía suspirar, observar cómo su boca, sus labios, sus ojos, cejas y pómulos le regalaban la más dulce de las expresiones… los gestos que tanto amaba ver en su novio cuando estaban en la intimidad.
-Ji-Jin~… -gimió al sentir una embestida sumamente especial y profunda. Jin estaba más tierno que de costumbre… y adoraba también al apasionado, pero cuando se trataba de cuidar y ser gentil, su novio era el número uno.
El mayor quiso decir algo más, pero prefirió continuar contemplando a su novio, perdiendo un poco la concentración al momento de sentir que estaba llegando a un clímax que no quería. Aún deseaba ver más expresiones de Kame, escucharlo gemir y decir su nombre, pedirle más, decirle cuánto lo amaba y acariciar todo su cuerpo sin detenerse ni un solo momento a dudar qué parte debía consentir mejor. Simplemente… trasmitirle cuánto lo quería y necesitaba, era el objetivo principal de ese regalo de cumpleaños…
En la sala, Pin y Ran continuaban dormidos, cubiertos con la frazada. Las orejitas de Ran se movieron en un salto adorable ante los ruidos que se escuchaban por todo el departamento, pero continuaba durmiendo tan profundamente como al principio. Pin solo dormía tranquilo, sin inmutarse ante alguna cosa.
Los días pasaron y la vida de Kame y Jin estaba yendo viento en popa. Aún si tenían sus pequeñas discusiones por sus respectivas costumbres y malos hábitos, al final terminaban comprendiéndose el uno al otro. Comenzaban a tenerse más paciencia que antes y por eso, ahora vivían mucho más tranquilos.
Ninguno de la escuela sospechaba que ambos vivían juntos, mucho menos los alumnos… y eso solo lograba hacerlos más felices, aunque de vez en cuando sentían una necesidad muy grande de estar juntos a cada momento pero… se contenían.
-Es importante realizar una celebración para los grupos que están próximos a graduarse –comentó Sonoda que estaba viendo los horarios de nivel experto de inglés y otros idiomas.
-Hay que preguntar quiénes pretenden continuar con el Teacher‟s Training –sugirió Maru llevándose una mano al mentón.
-Es verdad, no tiene caso incluirlos en la celebración si van a continuar con ese curso –dijo Kame asintiendo.
-De cualquier modo, esas clases ya son independientes de todo el plan principal de inglés, ¿no? –preguntó Koki frunciendo la boca.
-Es verdad –Jin rodó los ojos.
-Bueno, hay que ver cuántos alumnos están próximos a graduarse y hacer un aproximado de la gente que asistiría al evento –dijo Sonoda muy pensativa.
-Hai! –contestaron todos los profesores.
-¿Akanishi-sensei, puede venir un momento a mi oficina? –pidió el Director en seguida que todos los demás profesores se retiraban a sus lugares.
-Seguro, señor –Jin siguió al Director pasando por detrás de Kame, quién ya estaba poniéndose a trabajar en su escritorio. Entonces al mayor se le hizo muy gracioso el picarle delicadamente las costillas al pasar, haciéndolo con discreción para que nadie lo notara.
-Ay~ -se quejó Kame retorciéndose del lado donde Jin lo había tocado y de inmediato le lanzó una mirada de complicidad, haciendo un puchero por lo indiscreto que se había visto.
Jin le guiñó el ojo de forma coqueta y Kame desvió la mirada. Últimamente el mayor se estaba comportando bastante cariñoso y además, intentaba llamar su atención de todas las formas posibles… Y eso le gustaba, porque tener su atención solo para él era uno de sus caprichos.
Cuando Jin entró en la oficina del Director, tenía una sonrisa divertida en el rostro por el puchero tan encantador que le había robado a su novio.
-Akanishi-sensei, me alegra que seas tan amigo de Kamenashi-sensei pero… estamos en horarios de trabajo, así que dejen sus jueguitos para después, ¿comprendes? –el Director había alcanzado a escuchar el gemido de Kame, y al voltear se dio cuenta que Jin le dirigía una mirada. No era que le molestara, sino que debían guardar seriedad en el trabajo, y más cuando estaban en la oficina.
-Sí, señor, lo siento –contestó Jin borrando la sonrisa de su rostro y apretando los labios, sintiendo un poco de pena por ser descubierto.
-Bien. Hay algo en lo que quiero que me ayudes –el Director se fue directamente detrás de su escritorio y comenzó a buscar unos papeles.
-¿De qué se trata? –preguntó Jin acercándose.
-Es otro profesor de inglés. Viene de Canadá.
-¡Oh! ¡Genial! ¿Cuándo vendrá? –se emocionó por el hecho de tener a otra persona nativa del inglés en aquella institución, así que se recargó en el escritorio, observando los papeles que movía su jefe.
-Dentro de unos cuatro o cinco meses –contestó encontrando la carpeta donde tenía los datos. Se lo extendió a Jin y él comenzó a revisar su expediente-. Su nombre es Jeremy Saunders, habla también francés.
-Es lógico, ¿no? En Canadá hablan los dos idiomas –contestó Jin sorprendido por el currículum del nuevo integrante-. Es muy joven y ya ha trabajado en diferentes instituciones… Me sorprende.
-Así es. Tiene la edad de Kamenashi-sensei, pero es mucho más experimentado que él. Actualmente está estudiando japonés también, así que venir aquí sería muy buena práctica, ¿no crees? –explicó el profesor muy serio.
-Sin duda será una buena experiencia para él –leyó que una de las aspiraciones del chico era ser intérprete de diferentes idiomas y trabajar en la ONU, así que… parecía que iba por buen camino.
-Solo espero que no haya problemas… -el Director se acercó a Jin, observando el currículum.
-¿Por qué habría de haberlos? –preguntó Jin alzando la ceja, mirando a su jefe.
-Porque es la contraparte de Kamenashi-sensei. Saunders-san es una persona muy ambiciosa y por sus conocimientos, es un tanto… engreído –sonrió mordiéndose el labio inferior-. Quisiera que cuando viniera, lo ayudaras a adaptarse y sobre todo, a trabajar en equipo.
-Ah… -por él no había problema, pero no comprendía por qué tenía qué guiarlo cuando el chico tenía tanta experiencia- Me temo que él lo entenderá al ver el ambiente de trabajo aquí, ¿cierto?
-He pedido referencias –aclaró con una sonrisa-. No es una persona fácil de tratar.
-Ya veo…
-Como Presidente del Departamento de Inglés, es tu responsabilidad que haya armonía en tu sección. Lo mismo le diré a Sonoda. Este chico también sabe chino debido a que su abuelo emigró a los Estados Unidos, así que… no sé si también aspire a enseñar ese idioma.
-Comprendo –su jefe tenía razón, sino había armonía entre los compañeros de trabajo, entonces habría problemas.
-Lo dejo en tus manos, Akanishi-sensei.
-Hai.
-¿Un nuevo profesor de inglés? –preguntó Kame ladeando la cabeza, mientras jugaba con Ran.
La perrita corría de lado a lado, rodeando a Kame e insistiendo en hacerse la adorable para llamar la atención de su dueño. Lo logró, porque el menor la tomó en sus manos y comenzó a acariciarla mientras la colocaba entre sus brazos como si fuera una bebé.
-Sí, me lo dijo el Director –contestó Jin que jugaba distraídamente con Pin.
-Eso está muy bien, ¿ne? La escuela ha crecido mucho desde que entré –sonrió complacido.
-Así es –al escucharlo, Jin se remontó al tiempo cuando conoció a su novio… pensar en que ese entonces eran solo amigos-. Llega quizá para el verano.
-Mmm… todavía falta mucho para eso… -Ran saltó de los brazos de Kame y buscó jugar con Pin, quién movió la colita emocionado y comenzó a jugar con su amiga.
-Aunque hay algo que me dijo el Director y que… no me gustó para nada.
-¿De qué hablas? –Kame le dirigió una mirada.
-Dice que el nuevo no está acostumbrado a trabajar en equipo, es engreído y tiene muchos conocimientos. Eso es lo malo del asunto, sabe que es inteligente y culto, y estoy seguro que alardeará de ello –Jin observaba cómo Pin y Ran corrían de aquí para allá, ladrándose.
-Eso sí es un problema… -Kame intentó encontrarse con la mirada de su novio, pero no pudo llamar su atención- Jin, ¿qué te preocupa?
-En el momento en que me lo dijo, no le tomé mucha importancia, pero después me puse a pensar y… -se aclaró la garganta- Ese chico tiene tu misma edad, y me preocupa que quiera meterse contigo solo porque vaya a sentirse superior.
-No tienes por qué preocuparte por eso, Jin –sonrió Kame halagado-. Solamente lo ignoraré en caso de que comience a molestarme.
-Lo sé… solo… -se acercó y se sentó a su lado, rodeándole la cintura para darle un beso tierno en los labios- no quiero que se haga realidad lo que temo…
-Jin, no tiene qué pasar solo porque lo piensas. No invoques. A lo mejor y terminamos siendo amigos, ¿no crees? –sonrió recargándose en su hombro.
-Eso espero –lo estrechó más contra su cuerpo y besó su cabello de forma protectora.
-No te vayas a atrever a fijarte en él, ¿entiendes, Jinjin? –bromeó esbozando un puchero.
-Como si pudiera hacerlo… -sonrió besándole la frente.
-Eres mío~ -dijo en tono caprichoso y se acercó a su cuello, besándolo y dando pequeñas y tiernas mordidas, esbozando una sonrisa al escuchar que Jin suspiraba.
-Kazu… -volteó de inmediato y tomó el rostro de su novio para darle un beso en los labios, tomándose todo el tiempo del mundo para hacerlo con lentitud y acariciar así mismo también sus mejillas.
-Jinjin… te amo… -se sonrojó al sentir cómo Jin lo besaba con tanta tranquilidad.
-Yo también… -se separó de él y lo encerró en sus brazos para mimarlo un poco más con su calor.
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Mensaje por Ecatheriina Dom Jun 10, 2012 7:19 pm

Y MAS KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! ESPACIO! ESPACIO!
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Mensaje por yuhi_ kamenashi Dom Jun 10, 2012 7:51 pm

que hermosoooooooooo me encantaron los cap no sabes cuanto tiempo los estuve esperando SENSEI (AKAME) cap 27 al 35 - Página 10 364250 qw
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 8:04 pm

CAP31 MASAKA…
(No puede ser…)


Kame había llegado temprano a la escuela y cambiaba la fecha del calendario de clases, además de borrar algunos cursos que se habían cancelado y poner en el tablón de avisos que en dos meses se graduaría otro grupo de inglés.
Mayo.
Sonrió al ver el mes que estaba anotado… Llevaba casi seis meses con Jin y no podía creer lo lejos que habían llegado ya. Se preguntaba si es que su relación había ido muy rápido pero… a veces sentía que conocía a Jin desde hacía mucho tiempo. Además, las cosas marchaban perfectamente bien.
Se dirigió a su escritorio, pensando que Ueda tenía razón: hacía dos noches había hablado con Jin sobre la foto de Takako, su novio había comprendido sus sentimientos y accediendo, retiró la foto familiar pensando que era justo que Kame exigiera el respeto que merecía. Guardaría la foto, pero le dejaba claro que de ahora en adelante, solo estaría él en su corazón.
-Ohayou gozaimasu! –saludó Jin al entrar a la oficina, seguido de él venía Machiko que saludaba a todos alzando la mano y enseñando su anillo de casada.
Kame les respondió al saludo y sonrió más satisfecho cuando vio la felicidad de su compañera porque había regresado de su luna de miel de quince días. Él y Jin habían asistido a la boda y sintieron mucha ternura por Machiko cuando la vieron llorar en el altar, aceptando a su marido, intentando hablar entre los sollozos. Sin duda su compañera de trabajo era una chica muy dulce, aunque tuvieran sus diferencias.
-Kamenashi-sensei, ¿tienes listo lo que te pedí para la clase de Asahi TV de hoy? –preguntó Jin que se había acercado a su lugar y recargado en el escritorio para hablarle en voz baja.
-Hai –contestó el menor asintiendo y buscó en los cajones del lado opuesto a Jin-. La lista de comparativos… Phrasal verbs… -murmuró en busca de la carpeta que había guardado.
-Ne, llevé a Ran-chan al veterinario –susurró mirando de reojo a todos lados para que nadie lo escuchara.
-¿Eh? –Kame volteó de inmediato con Jin, preocupado por su mascota.
-Tranquilo, pasaré por ella después de la sesión con Asahi TV –contestó el mayor sonriéndole para tranquilizarlo.
-¿Estás seguro que estará bien sola? –preguntó preocupado.
-El médico dijo que no era algo muy grave, así que en cuanto terminemos el trabajo podemos irnos si te preocupa mucho.
-Hai.
-Bien –quiso besarle el cabello para darle más tranquilidad pero se contuvo-. Mis papeles, Kamenashi-sensei.
-Ah, ¡hai! –volvió a buscar y le entregó una carpeta amarilla.
-Thank you –sonrió y se fue a su lugar.
Maru borraba el pizarrón que tenía a espaldas mientras que los alumnos salían del aula. La clase había terminado y solo tendría qué rendir dos sesiones más y podría irse a casa… aunque, estaría solo porque Ueda regresaba de sus clases pasadas las siete de la noche. Eso de que trabajara estaba comenzando a hacerlo sentirse solo, pero era por el bien de su novio, si estaba moviéndose constantemente, Ryo no podría localizarlo y además, en aquella escuela comprendieron la situación de Ueda, y le permitieron trabajar aún así.
Suspiró pensando en que últimamente veía a Ueda poco por la noche y en la mañana, él mismo lo llevaba al trabajo cuando entraba temprano… pero últimamente las cosas no eran como antes… Ambos llegaban cansados, cenaban y casi de inmediato Ueda se iba a la cama a dormir… Las insinuaciones y las proposiciones para irse a la cama se habían reducido en un… Mucho. Esa semana solo habían hecho el amor una vez… y lo demás, trabajo, trabajo, trabajo… Extrañaba mucho a su novio. Quizá… había perdido el deseo hacia él o… ¿y si había otra persona? ¿Alguien en la escuela de música con quien estuviera…?
Agitó la cabeza negativamente. No podía desconfiar de su novio.
-Moshi, moshi? –contestó Ueda del otro lado de la línea.
Maru había marcado para siquiera escuchar su voz por unos momentos, movido por la necesidad y el sentimiento de extrañarlo.
-¿Yucci? ¿Qué pasa? –preguntó al no recibir respuesta.
-Ah, nada… solo…
-Nani? –el tono que empleó fue tan dulce que hizo a Maru sonreír.
-No es nada –movió la cabeza negativamente, sonriendo-. Solo quería escuchar tu voz, decirte que te amo.
-Yucci… -Ueda suspiró conmovido- Yo también te amo. Es una sorpresa muy linda de tu parte llamarme solo para decirme eso.
-De nada.
-Ne, adivina qué –se escuchaba emocionado, así que Maru solo respondió con un gemido para que continuara-, mi clase de las seis fue cambiada para el lunes a las cinco, ¡o sea que hoy salgo temprano!
-¿De verdad? –preguntó un poco más animado, pero no lo suficiente como para denotar que estaba de buen humor.
-Hai, hai!! ¡Así que estaré en casa a eso de las seis y media más o menos! –contestó el menor emocionado.
-Qué bueno, Tat-chan… -miró el escritorio y sintió ganas de llorar, pensando que quizá llegaría a descansar… como todos los días… Tenía una sensación de vacío muy grande en su pecho… era el sentimiento de estar solo cuando estaba tan acostumbrado a tener a Ueda a su lado.
-… Yucci, ¿estás bien? Te escucho muy apagado. ¿Ocurrió algo? –supo que estaba preocupado por algo y no quería decírselo- No me guardes secretos, por favor…
-Te dije la verdad, quería escucharte…
-Yucci… -Ueda comprendió lo que estaba pasando- yo también te extraño mucho…
-No te preocupes, mientras vivamos juntos…
-No lo digas. Son mentiras…Yucci, yo sé que no he sido lo suficientemente cariñoso contigo últimamente y lo siento de verdad. Es que…
-No, no, lo entiendo. Sé qué es por trabajo –bajó la cabeza al sentirse culpable por preocuparlo.
-Tú siempre tienes tiempo para mí… Yo…
-¡Ah, tengo qué irme! Me llaman, Tat-chan. Hablaremos después en casa, ¿sí? Cuídate –desvió la conversación porque no quería escucharlo disculparse y colgó sin darle tiempo a su novio de despedirse.
Maru suspiró, pensando que había sido un tonto por haber llamado a Ueda, intentando ser romántico y al final, que descubriera cómo se sentía. Su novio lo conocía peligrosamente, pues era incapaz de que sus mentiras se creyeran y… también era imposible esconderle algo. Ueda lo sabía todo, era como si le leyera la mente.
-Shigoto, shigoto! –dijo tomando sus cosas y saliendo del aula para continuar con su trabajo.
-Otsukaresama deshita! –dijo Kame muy animado mientras salía por la puerta de la oficina.
-Otsukaresama! –dijo Jin siguiendo a Kame. Ambos habían estado hablando en frente de todos los profesores, que se irían a cenar juntos, así que se les hizo muy natural verlos salir uno detrás del otro.
Sin embargo, el único que no se dejaba engañar por aquella facha de “los buenos amigos se van a cenar de vez en cuando”, era Maru. Él sabía perfectamente que todas las noches cenaban juntos aún si se iban a horarios diferentes, que quizá hacían más que cenar en casa, que tenían dos perros a los que consideraban como sus hijos.
Sonrió con ironía, ¿acaso sentía celos de esos dos? No tenía por qué, pues él también vivía con su pareja y lo quería mucho, todo ese cariño era recíproco pero… últimamente sentía todo tan frío que le costaba trabajo sonreír. Incluso Jin le había preguntado esa misma mañana si se encontraba bien.
-Nakamaru-sensei, otsukaresama desu! –se despidió la alegre y brillante Machiko mientras se retiraba dando saltitos: su marido pasaría por ella.
-Que te vaya bien –le respondió Maru con una sonrisa mientras agitaba un poco la mano… y entonces lo vio: el anillo que Ueda le había regalado.
Bajó la cabeza pensando que estaba haciendo mal en sentirse desolado solo por no tenerlo como siempre y además, era por el bien de su novio. No podía deprimirse solo porque extrañaba sus mimos o siquiera pasar la noche mirando la televisión como solían hacerlo, abrazados, comentando y dándose caricias de vez en cuando.
“-Ne, Yucci… -lo llamó estando entre sus brazos mientras veían el Music Station.
-¿Mmm? –respondió.
-Esos chicos no me gustan~ -se revolvió en los brazos de Maru para hacerse el tierno- ¿Podemos cambiarle? Al menos mientras ese grupo se presenta. De verdad, no me gusta.
-Claro que sí, Tat-chan –contestó Maru sonriendo por lo inocente que se escuchaba.
-¡¡Gracias!! –dijo el menor tomando el control remoto y cambiándole.
En ese momento, Maru no pudo aguantarse de estrecharlo más contra su pecho, pues Ueda estaba sentado entre las piernas de su novio, y le dio un dulce beso en el cabello, recargando en él su mejilla.”
-Nakamaru-sensei, ¿qué ocurre? –preguntó Sonoda que pasaba por su lugar.
-¿Eh? –preguntó él olvidando sus recuerdos.
-Estás llorando –le limpió una lágrima que salió de sus ojos sin darse cuenta.
-Ah… -apretó los labios y después se talló los ojos- No es eso. Me duelen los ojos –sonrió.
-En ese caso deberías ponerte algunas gotas. Luces cansado últimamente… mejor dicho, desanimado. Deberías pedir unas vacaciones si te sientes bajo mucho estrés –aconsejó la mujer mirándolo con preocupación.
-En serio, Sonoda-sensei, estoy bien. Gracias por preocuparte.
-Bien. Nos vemos mañana –la mujer se siguió de largo para limpiar su escritorio e irse a casa.
Sin embargo, Maru no tenía ninguna intención de regresar al departamento con Ueda. Últimamente no estaba de ánimos ya, para llegar y encontrar las luces apagadas, con aquel aire frío (aunque estuvieran en primavera) y la sensación de que no había nadie esperándolo, dándole la bienvenida, arrojándose a sus brazos y sonriéndole…
Se sentó en su lugar y miró sus manos… Estaba siendo muy egoísta. A Ueda le gustaba mucho su trabajo, sobre todo porque era respetado por los demás profesores y el Director lo trataba de maravilla. No podía comportarse como un niño solamente porque extrañaba su antigua forma de vivir y regresar a casa. Antes se emocionaba con la sola idea de que faltara poco para que su horario de trabajo terminara y ahora… solo podía suspirar porque tenía qué…
-Sensei –volvió a ser interrumpido por el llamado del Director.
-¡Ah, jefe! –Maru se puso de pie de inmediato- Otsukaresama deshita! –lo despidió inclinándose.
-Otsukare… Doushita no? –preguntó el hombre frunciendo la boca.
-¿Eh? –Maru se irguió al escuchar la pregunta.
-Nakamaru-sensei, últimamente te noto muy distraído, como ausente… ¿Estás bien? ¿Tienes problemas?
-Ah… ¡No, no! ¡No es nada de eso! –movió las manos para ayudar a dar más énfasis a la negación- Solo estoy cansado.
-¿Puedo darte un consejo?
-¿Eh? ¿Un consejo? –Maru ladeó la cabeza.
-Sí. Los problemas no se resuelven solos, hay que trabajar en ellos para que dejen de jodernos la vida, ¿comprendes? –habló con seriedad y Maru iba a negar de nuevo el tener problemas, pero su jefe continuó hablando- Nakamaru-sensei, no eres alguien que se quede sentado pensando y sin hacer nada. Si algo te está molestando, entonces debes tomar las riendas y patearlo.
-¿Patearlo?... –preguntó ladeando la cabeza y alzando una ceja.
-Así es –asintió y le puso una mano en el hombro para darla apoyo moral-. Buenas noches.
Se fue sin decir más, dejando a Maru de pie, sin siquiera voltear a mirarlo, pensando en todas aquellas cosas que le había dicho su jefe. No era que lo desconociera, sino que no podía solamente plantarse en frente de Ueda y decirle que odiaba verlo llegar tarde, no pasar tiempo juntos, no recibir los mimos de antes… todo porque su nuevo trabajo lo absorbía. ¡No era justo!
Se quedó pensando un poco de más tiempo, sentado en su silla y mirando de vez en cuando el reloj. Repasaba una y otra vez las palabras del Director, sabiéndole bastante amargo el resultado de sus consejos: quería hablar con Ueda sobre lo que sentía pero… al mismo tiempo tenía mido de ser un egoísta.
Suspiró. Sino le decía la verdad a su novio probablemente se enfadaría. Ya había pasado antes eso de que le ocultaba algo muy serio y terminaban enfadados. No quería eso, sobre todo porque se sentía tan solo en los últimos días que lo que menos esperaba era tener una pelea.
Tomó sus cosas cuando el reloj marcó las ocho de la noche. Pensó que el menor ya habría llegado al departamento y quizá estuviera preocupado por él, así que para evitar ser interrumpido mientras reflexionaba, apagó el celular y caminó fuera del edificio.
Tenía hambre. Era una buena excusa para llegar más tarde al departamento. Sería mejor si no llegaba sino hasta que Ueda se hubiera dormido. Entró en un restaurante de comida rápida y se tomó todo el tiempo del mundo para decidir y ordenar su comida. Se movía como si fuera un robot, incluso comió bastante despacio… tanto que su comida se enfrió y… eso solo lo hizo sentirse un poco más solitario.
Del puro enfado y desesperación que sentía, terminó tirando la comida al bote de la basura, aún cuando le faltaba la mitad de la misma, pero su apetito se había ido al demonio, al igual que sus ánimos por llegar pronto a casa.
Sin embargo, cuando iba a abordar su automóvil, entrando al mismo restaurante de donde había salido, vio entrar a una figura muy familiar: Nishikido Ryo abría la puerta del lugar, dejando entrar a una mujer que le agradecía su caballerosidad.
De inmediato se metió al coche, preocupado porque Ryo pudiera reconocerlo. No le tenía miedo, pero en ese momento no se sentía lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo. Se quedó sentado en el mismo, sin encenderlo, permaneciendo para pensar…
“Ueda llegó con una gran sonrisa a sentarse al lado de su novio, observando cómo trabajaba con algunos ensayos de sus alumnos.
-¡Hola, Yucci! –saludó animadamente como niño pequeño.
-Hola, Tat-chan –contestó el mayor volteando con él, esbozando una sonrisa.
-¿Qué haces, Yucci? –preguntó de nuevo con ese tono que le hacía sentir tanta ternura a Maru.
-Reviso los ensayos que irán al Concurso Nacional de Oratoria –dijo Maru volviendo a su trabajo.
-¿Por qué? –continuó haciéndose el lindo.
-Porque si tienen errores los descalificarán –sonrió más divertido.
-¿Por qué? –insistió.
-Porque es parte de las reglas: el escrito debe estar bien, sin errores ni incoherencias.
-¿Por qué?
-Porque es un concurso de oratoria.
-¿Por qué? –ladeó la cabeza, sonriendo y aguantándose la risa.
-Porque… -infló las mejillas y se tiró sobre su novio, derribándolo al piso mientras reía- ¡¡Porque sí!! –contestó divertido mientras le hacía cosquillas a Ueda.
-¡¡¡Yucci!!! –dijo el menor revolviéndose debajo de Maru mientras reía sin parar a causa de las cosquillas. Sin embargo, no se quitaba a su novio de encima- Yamete!! Yamete!!!
-¿Alguna duda más? –preguntó Maru mientras le hacía cosquillas en la cintura, donde sabía que era más sensible.
-Nai, nai!! –contestó el menor aún riéndose mientras se movía de lado a lado, intentando quitárselo de encima.
Maru se detuvo y se acercó al rostro de Ueda lentamente, depositando un tierno beso en su frente y acariciándole el rostro con delicadeza.
El menor lo miró con una sonrisa divertida en el rostro, producto del ataque de risa reciente. Notaba cómo su novio lo observaba cómo si fuera lo más lindo que podía existir, así que, movido por las sensaciones y el amor que corría por todo su cuerpo, se aproximó y besó sus labios.
-Deberías irte a dormir –dijo Maru después de levantarse para permitirle a Ueda sentarse-. Mañana tienes una entrevista de trabajo, ¿no?
-Sí, pero no tengo sueño –hizo un puchero para convencerlo de que lo dejara permanecer más tiempo despierto-. ¿Me puedo quedar aquí contigo? Aunque sea por un ratito chiquitito.
Sonrió enternecido por las muecas que hacía Ueda, así que asintió y le rodeó la cintura con su brazo para acercarlo y volver a besarlo en su frente.
-Claro –fue su única respuesta y dejó su trabajo de lado para solo abrazarlo con cuidado.
-Yu~cci~ -utilizó un tono infantil de nuevo, sintiéndose muy feliz por estar abrazándolo. Últimamente se estaba comportando más mimoso de lo normal, pero Maru tenía la culpa de eso. No podía esperar que fuera tan lindo y él no corresponderle de alguna manera.
-Te amo…
Y pensando en todas aquellas ocasiones donde Maru hacía todo lo posible por demostrarlo, dándole un trato de ensueño que nunca pensó al querer estar con él hacía ya meses, a Ueda se le saltaron las lágrimas… pensando que no podía ser posible que su novio lo quisiera tanto. Dejó escapar unos sollozos y se abrazó fuertemente a Maru, quién quiso verle el rostro, pero Ueda se negó, apretando su abrazo.
-Ureshii… -susurró Ueda en su oído, sonriendo entre sus lágrimas.
-¿Eh? ¿Qué tienes?... –Maru intentó por segunda vez separarse, pero el otro se negaba.
-No pensé… que alguien pudiera ser tan… lindo conmigo… Que pudieran quererme tanto… Yucci… arigatou… -se le quebró la voz y continuó abrazándose a su novio, emocionado por sentirse tan afortunado.
-Tat-chan… -lo estrechó un poco más y sonrió comprendiendo los sentimientos de Ueda.
-Ne… ¿podemos hablar? –finalmente, le menor lo soltó, pero no acortó mucho la distancia entre ambos, todo con el único fin de sentirlo a su lado.
-Seguro. ¿De qué? –Maru se acomodó sobre el piso, sentándose de una forma cómoda para dejarle espacio a Ueda entre sus piernas, consintiéndolo de ese modo. Sabía que a su novio le encantaba sentarse en aquel lugar, pues así podía ser abrazado del modo que más le gustaba.
-Sobre… lo que te dijo… Ryo… -sin embargo, Ueda no se sentó como siempre entre las piernas de Maru, sino que se quedó sentado sobre sus piernas, enfrente del otro.
-¿Estás seguro? –se acercó para secarle las pocas lágrimas que derramó, haciendo sonreír al menor.
-Sí –asintió tomando una mano de Maru y dejándola en su mejilla para acariciarse con ella.
-Bien –sabía que ese era un paso muy importante para Ueda, así que se subió al sofá para sentarse y le extendió la mano para invitarlo a sentarse a su lado o en sus piernas, como mejor le pareciera.
El menor se sintió tentado a sentarse sobre él, pero no entendía por qué sentía que no tenía ese derecho. No obstante, haciéndole más caso a sus enormes ganas que a su consciencia que le exigía que mantuviera la cordura y seriedad, tomó asiento en Maru.
-No tengas miedo… -le dijo Maru al abrazarlo y notar que sus brazos estaban fríos.
-Me siento… nervioso… -contestó acurrucándose más en su novio.
-Shhh… No pasa nada. Está bien sino quieres decirme. Lo entenderé, ¿sabes? –besó su frente para darle tranquilidad y apoyó su mentón en su cabeza, cuidando no hacer mucha presión.
-Sí quiero –se aferró a Maru y pensó que era mejor comenzar de una vez a estarse mimando sin decir nada-. Conocí a Ryo… hace ya varios años –Maru guardó silencio para escuchar la historia completa sin interrumpirlo-, estábamos en el Instituto. Yo era un chico muy problemático, ¿sabías? Siempre estaba en problemas y Kame me llamaba la atención a menudo… pero a mí me gustaba esa vida.
-No te imagino siendo un gamberro –sonrió pensando en cómo habría sido Ueda en aquellos tiempos.
-Sí, bueno… -se sonrojó ante la pena de que se enterara que había sido un adolescente rebelde- Ryo era… estaba en el salón de al lado. Era compañero de Kame. Ellos nunca se llevaron bien –sonrió recordando las miles de discusiones que tenían-. Por él fue que lo conocí, ya que una vez los vi discutiendo y le advertí que dejara en paz a Kame-chan o se las vería conmigo.
-No sé por qué siento que debías verte lindo queriendo ser malo –rió discretamente, interrumpiendo el relato.
-¡Era un mal chico en ese tiempo!~ -se quejó haciendo un puchero, mirando a Maru.
-Está bien, continúa –besó su frente y volvió a recargarlo contra su hombro.
-Pasó el tiempo. A menudo me encontraba mucho a Ryo, nunca supe por qué, pero terminamos siendo amigos. Él intentó alejarme de los vicios de la calle, junto con Kame, pero a ninguno de los dos quería hacerles caso. Eran los únicos amigos tranquilos que tenía, ¿sabes?... Era muy extraño –sonrió-. Comenzamos a frecuentarnos mucho… y cuando llegó la época en que Kame-chan tuvo su primer novia, me sentí un poco solo porque la chica absorbía mucho de su tiempo… por lo que Ryo y yo comenzamos a salir juntos por mucho tiempo. Eran salidas de amigos, ya sabes… ir al cine, pasarla juntos… -sintió una gentil caricia en su brazo y sonrió más, sintiéndose mimado- Hasta que me enamoré.
Maru hizo una mueca de no gustarle mucho esa palabra, pero después se dijo, para consolarse, que estaba en pasado y eso lo hizo sonreír.
-No supe cómo pasó, ¿sabes? Solo entendía que me gustaba estar a su lado, hablar, reír… lo que fuera. Sabía que protegería a Ryo como fuera y de quién fuera… por eso… para agradarle también, comencé a dejar las peleas y a mis amigos que me invitaban casi todos los días al billar.
-Le daré ese punto a favor –Ueda asintió.
-Obviamente a ellos no les gustó eso, me dijeron que si pretendía salirme de la banda, que tenía qué pagar el precio… si es que sobrevivía. Se lo dije a Ryo y me dijo que denunciara a alguno si es que se atrevían a hacerme daño. Para ese entonces, yo ya sentía que era correspondido, pero me daba miedo dar el paso porque aún estaba asustado por lo que sentía… Yo… tenía qué aceptar… que la persona por la que suspiraba… era un chico…
No comentó nada sobre eso, pues también imaginaba que a la edad adolescente sería muy difícil aceptar que las preferencias estaban cambiando y además… él también había pasado por ese tipo de reflexión. No era sencillo de asimilar.
-Por mi terquedad… Bueno, el día en que quise terminar todo con mis amigos, volverme un chico de bien y entrar a la Universidad de Música, pasó algo por lo que estuve atormentándome por años: se esparció el rumor por toda la escuela, de que yo dejaba la banda y que los demás me darían una paliza. El líder lo llamaba “reprender a los traidores” –sintió cómo Maru lo estrechó más. Supo que estaba sintiendo ganas de volver en el tiempo y devolverles los golpes, por lo que se sonrojó-. Ryo lo supo… y los buscó para hablar con ellos, hacerlos entrar en razón pero… lo único que consiguió fue que le dieran a él la paliza que yo merecía. Después de eso… me dejaron en paz…
Ambos permanecieron en silencio. Ueda quería saber qué estaba pensando su novio, pero supo, por su largo silencio, que no saldría una sola palabra del asunto.
-Lo dejaron en el hospital. Estuvo internado por dos meses y perdió los exámenes de admisión a la Universidad. Fue desde entonces que comenzó el problema en su cerebro. El doctor dijo que fue por un fuerte golpe en su cabeza. Y bueno… me sentí muy responsable… No es necesario decirte que los padres de Ryo me odiaron en ese momento…
-No fue culpa tuya… -susurró Maru besándole la frente.
-Ryo no lo recuerda así… La realidad que él formó en su memoria, fue que yo lo había golpeado por meterse en cosas que no le correspondían –hizo un puchero de tristeza-. Yo no habría sido capaz de hacerle tal daño… -Maru lo acarició para hacerle saber que le creía- Es imposible que cambie su memoria… su enfermedad no se lo permite –volvieron a guardar silencio-. Desde entonces, el sentimiento que tenía por él creció, dándome cuenta que él era capaz de perder parte de su salud porque yo estuviera bien… Así que comencé a ser su pareja. Yo… le hice un juramento… pero es diferente al que él tiene en su memoria: Juré que lo protegería siempre, de la mejor forma posible… pero para él, le juré que mi vida siempre le pertenecería –volteó con su novio para que le creyera-. Terminar con él quizá no es protegerlo, pero también… continuar con él era estar haciéndole daño…
-Tranquilo, Tat-chan… Eras muy joven cuando juraste eso.
-… ¿Has estado hablando con mi madre? –alzó la ceja al notar que eran las mismas palabras de su mamá.
-No, Tat-chan –movió la cabeza negativamente-. No le preguntaría a ella algo que tú tenías qué decirme.
-Bien… -volvió a acurrucarse en él-. Bueno… fuimos pareja desde los diecisiete años... Jamás me separé de él, pero poco a poco, los últimos dos años fueron… más peleas y desconfianza que
amor. Ryo no era el mismo que conocía. Había logrado usar su enfermedad para que yo accediera a cada cosa –se aferró más a la ropa de Maru y continuó-. Y… poco a poco… se fue convirtiendo en… violencia de su parte…
-¿Por qué no lo dejaste cuando comenzó a golpearte? –le preguntó en un susurro.
-Porque tenía mucho miedo –respondió escondiéndose en el hombro de Maru-. Sentía que si lo dejaba, comenzaría a buscarme, como ahora. Le haría daño a Kame-chan, todo con tal de que yo nunca lo dejara. Además, me sentía muy débil como para abandonarlo, después de todo, el que esté enfermo es culpa mía…
-Escúchame –Maru lo retiró de su regazo para hablarle con paciencia-, no fue tu culpa. Tat-chan, tú no le dijiste que fuera a verlos para que te dejaran en paz. Él fue por su cuenta y… los únicos culpables son esos chicos que lo golpearon sin escrúpulos.
-Pero… si yo no…
-¿Habría alguna diferencia si te hubieras retirado antes o después de la pandilla?
-N-no, pero…
-No fue tu culpa, y sus padres también son muy injustos por echarte toda la responsabilidad –lo miró fijamente a los ojos, esperando poder convencerlo.
-Es que ellos creen en la versión de Ryo. Dicen que él no está armando ninguna realidad falsa de ese entonces, porque no estaba enfermo cuando lo golpearon –le respondió con una mirada afligida.
-Que ellos estén cegados por el dolor no quiere decir que deban desquitarse contigo.
-Yucci… -no se aguantó y lo abrazó por el cuello, agradecido de que él no estuviera cuestionándolo o reprendiéndolo como todos hicieron en su momento, menos Kame.
-Quizá se escuche como que te estoy dispensando de todo, pero en caso de que tuvieras la culpa de algo… creo que fue de hacerle un juramento tan… comprometedor –Maru lo estrechó un poco más contra su cuerpo, haciéndolo con delicadeza.
-Gracias, Yucci… -susurró comenzando a sollozar. Durante todo el relato sintió mucho miedo de que su pareja fuera a regañarlo por algo o que le pidiera que se detuviera, que no quería seguir escuchándolo. Eso le habría dolido mucho y sobre todo, no soportaría un rechazo de parte de Maru, ese era uno de sus mayores miedos.
-Tranquilo –le acarició la espalda, intentando consolarlo-. No llores. ¿Era esto a lo que Ryo se refería con que casi lo matas?
Ueda se separó de golpe y miró a Maru a los ojos, muy sorprendido.
-¿Él te dijo eso? –preguntó muy asustado.
-Sí –asintió el mayor con mucha tranquilidad.
-¡N-no le creíste, ¿verdad?! ¡So-son mentiras! ¡Yucci, yo jamás…! –pero Maru le selló los labios con sus dedos.
-Lo sé, por más gamberro que fueras, sé que tu corazón ha sido el mismo. No eres un cobarde, ni tampoco un maniático que va por ahí asesinando gente, y mucho menos le harías daño a alguien que amas o amaste alguna vez –lo tranquilizó sonriéndole, provocando que más lágrimas salieran de los ojitos de su novio-. Solo que cuando me lo dijo no pude evitar sorprenderme. Tienes toda una historia que no conozco y él…
-Nunca le he hecho daño a alguien de esa manera –insistió para dejarlo en claro.
-Lo sé, si tú lo dices, te creo.
-No puedo creer que te haya dicho eso… -bajó la cabeza avergonzado, muy triste de que Ryo pudiera decir ese tipo de cosas sobre la persona que decía “amar”. Además, ¿así pretendía que regresara a su lado? Estaba mal de la cabeza- Cuando te conocí… fue la primera vez que me acerqué tanto a alguien. Kame-chan siempre me ha dicho que soy coqueto por naturaleza, pero cuando estuve con Ryo, los últimos dos años, no me atreví siquiera a darle una sonrisa a alguien más… por temor a él.
-Bueno, concuerdo en eso de que eres coqueto –bromeó para tranquilizarlo un poco y hacer el ambiente menos pesado.
-Yucci… -se quejó el menor sonrojándose- Me preguntaba… ¿por qué contigo me había entendido tan bien? –aún mirándolo a los ojos, le dio un beso en los labios y después se abrazó a su cuello para esconder ahí su rostro- Cuando quise olvidarme de lo que pasó en el bar, no pude. Solo me trajo muchas discusiones con Ryo… y cada vez más fuertes. Me daba más
miedo… Por eso… ese día que Kame y Akanishi-kun nos engañaron… sentí que si me iba contigo podría escaparme de él –volteó de inmediato con Maru, quién no había dejado de mirarlo en ningún momento-. ¡N-no pienses que te utilicé! ¡Yo…!
-Tranquilo, no he pensado nada de eso –sonrió acariciando su mejilla para que se calmara-. Estás muy tenso… Dejémoslo hasta aquí, ¿de acuerdo? En otro momento me seguirás contando pero… con lo de hoy me siento satisfecho. Despejaste muchas dudas en mí –y le dio un pequeño beso cuando se dio cuenta que Ueda quería continuar hablando.
-¿Seguro? –preguntó muy cerca de sus labios, sin despegar la vista de sus ojos.
-Sí –asintió acariciando una de sus manos. No se dio cuenta en qué momento la tomó- Haré un poco de té para que te relajes, te siento como una piedra –soltó una pequeña risita al acariciarle las piernas y sentirlas muy tensas.
El menor hizo un puchero al ser comparado con un objeto sin vida.
Minutos después, Maru se encontraba en la cocina, preparando el té mientras que Ueda estaba mirando los ensayos en francés que calificaba su novio. Eran bastantes y no se imaginaba cómo Maru podía leerlos tan rápido, aunque la respuesta era evidente, ya que era profesor de la lengua.
Movió unas hojas cuando el silbido de la tetera, abriendo espacio para cuando su novio llegara con el té. En medio del movimiento, Ueda tiró la agenda de Maru al piso, y la levantó después de arreglar los papeles y dejarlos en uno de los sofás. El librito estaba a medio abrir, en el mes pasado: enero. En casi todos los días tenía anotadas algunas cosas, y también sus horarios… pero algo le llamó la atención, unas leyendas que decían, en todos los días: “Apresurarme a llegar a casa. Me espera Tat-chan”.
-… Yucci… -miró hacia la cocina, donde podía verlo sirviendo el agua caliente en las pequeñas tazas.
Cerró la agenda y cruzó la sala rápidamente para ir en busca de su novio. Sin anunciarse, cruzó el umbral de la puerta y se tiró a los brazos de Maru, que ya había dejado la tetera en la estufa.
-¡¿Tat-Tat-chan?! –preguntó sorprendido el mayor.
-Te amo… Te amo mucho… -dijo emocionado abrazándolo con más fuerza.
-Yo también, Tat-chan. Te amo muchísimo –le respondió el abrazo, pero estaba muy sorprendido por lo repentino del gesto- ¿Estás bien?... –le preguntó retirándolo de su regazo para mirar sus ojos.
-Hai –sonrió conmovido, asintiendo y volviendo a abrazar a Maru-. Vamos, tienes qué continuar con tu trabajo, ¿ne? Tocaré un poco el piano mientras terminas –lo miró sonriendo, sabiendo cuánto le gustaba escucharlo tocar el piano.
-¿En serio? –comprendió que Ueda se sentía muy sensible por el reciente relato, el tener qué recordar su relación tortuosa con Ryo no debía ser fácil y mucho menos placentero, así que asintió- Entonces vamos.
El menor también asintió y se llevó la bandeja con las dos tazas de té, mientras que Maru lo seguía de cerca, pensando que quizá había más historia que tenía qué saber, pero para él había sido suficiente todo eso. No había necesidad de más detalles.”
Limpiándose unas cuantas lágrimas que habían salido de sus ojos mientras recordaba, Maru comprendió que tenía a una persona maravillosa a su lado, que estaba feliz con su forma de ser y que jamás se había quejado de él. Le había dado meses de su vida, y sabía que podrían seguir así por mucho tiempo…
Movió la cabeza en forma negativa, muy enfadado por tener pensamientos tan egoístas cuando tenía una de las relaciones más estables de toda su vida. Era mágico… porque ambos se entendían tan bien que pocas discusiones tenían. No podía echar a perder todo solo porque quería ver a Ueda de nuevo en casa cuando regresara del trabajo. ¡Él no era un esclavo o alguien que pudiera tener encerrado por siempre! Merecía ir de aquí para allá si quería, hacer las cosas que quería con tantas ganas y… como su pareja tenía qué aceptarlo.
Sintiéndose aún más tonto, encendió el automóvil y se puso en marcha para regresar a casa. Seguramente Ueda estaría muy nervioso porque ya pasaban de las nueve de la noche y todavía no llegaba.
-No, Jin no me ha llamado todavía… -dijo Kame preocupado- Tampoco ha venido para acá… ¿Qué le habrá pasado, Tat-chan?
-No lo sé… Es lo que llevo preguntándome hace más de dos horas. Cuando se tardó media hora lo comprendí porque puede tener trabajo atrasado y se quedó a completarlo, pero cuando se cumplió la hora supe que algo estaba mal… Él siempre tiene apuntado en su agenda que debe darse prisa porque lo espero… No es como si… fuera una obligación llegar temprano pero… -Ueda caminaba de un lado a otro por el departamento, preguntándose dónde podía estar Maru.
-Maru siempre es muy puntual –comentó Kame.
-Sí… -se sentó en el sofá e intentó no pensar en lo peor.
Cuando Jin se enteró que Maru no había llegado al departamento y ya iban a dar las nueve, decidió salir en su busca. Le pidió a Kame que se quedara en casa por si llegaba al departamento o llamaba. También le indicó a Ueda que no se moviera de su lugar, que él saldría a buscarlo… Pero había pasado media hora y no tenían noticias de Jin.
-Tat-chan... ¿han discutido? –se atrevió a preguntar el menor.
-¿Eh? N-no, de ninguna manera. ¿Por qué lo preguntas? –contestó Ueda quitándose la mano de la cara, desconcertado por aquella pregunta.
-Últimamente… Maru se ve muy… ido. Sonoda-sensei me comentó que ella lo ve cansado y desanimado pero… yo lo veo triste, Tat-chan… -dijo el menor con tono lastimero.
-¿Triste?... –preguntó en un suspiro.
-¿Sabes si algo lo tiene mal?
-No me ha dicho nada… -se sintió la peor persona del mundo por no poner más atención a Maru, después de todo, él siempre tenía tiempo para darle y…- Ésta tarde me llamó, solo para escuchar mi voz y decirme que me amaba pero… lo escuché desanimado también…
-Tat-chan, quizá te extraña –Kame estaba enterado de que el horario para verse con Maru había cambiado mucho y quizá eso tenía descolocado al mayor.
-Lo sé, yo también lo extraño muchísimo –suspiró y miró hacia la ventana, como si esperara que llegara volando-. Kame-chan… ¿puedes guardarme un secreto?
-Claro. Dime.
-No quiero trabajar en una escuela de música…
-¿Eh? ¿Por qué? Dijiste que te sentías muy a gusto ahí, que te gustaba –Kame se sorprendió por la revelación.
-Lo sé, lo dije solo para que Yucci estuviera tranquilo pero… lo cierto es que no me gusta estar ahí… Lo mío son las clases particulares, enseñar a mi ritmo, sin exámenes ni esas cosas, tomarme mi tiempo para ir paso a paso con mis estudiantes y no… enseñarles como si fueran prodigios. No me gusta esa escuela, Kame-chan… y mucho menos me gusta perder mi tiempo en un sitio así y… hacerle daño a Yucci con eso… -a su mente llegaron los recuerdos de las clases de ese día, donde una de sus alumnas comenzó a llorar porque no podía estirar el dedo meñique como él se lo pedía. La chica estaba estresada porque estaban muy atrasados con el programa y decía, que por más que se esforzaba no podía. Si por él fuera… se tomarían todo el tiempo del mundo hasta que ella pudiera hacerlo correctamente.
-… Tat-chan, tú me dijiste que de secretos no se forma una relación. Si Maru se entera de eso quizá se enfade –le advirtió al menor.
-Ya lo sé, Kame-chan… Él está tan preocupado por mí que solo quiero hacerle ver que estoy bien…
-Pero no lo estás. Tú quieres regresar a tus clases particulares, ¿no?
-Sí, pero si lo hago, tendría qué poner anuncios en el periódico o por las calles. Ryo podría encontrarme, es por eso que no quiero regresar a eso todavía –contestó Ueda suspirando.
-En eso tienes razón…
-Tampoco puedo quedarme sin hacer nada… Es estresante… -susurró llevándose una mano a al frente.
-Háblalo con Maru, Tat-chan, estoy seguro que entre los dos encontrarán una solución –quiso decirle que aceptara la opción de girar una orden de restricción contra Ryo y así se sentiría más seguro dando clases, pero no quería presionarlo mucho menos.
-Primero quiero saber qué es lo que tiene en la cabeza en estos días. Comprendo que ha de ser el que extraña estar conmigo, yo también. Kame-chan, yo lo quiero mucho, me duele verlo triste cuando normalmente es muy animado y positivo.
-Tienes razón –tampoco le gustaba ver a Maru cabeceando por ahí, diciendo que no almorzaba ni comía porque no tenía apetito.
-No quiero pensar que le haya pasado algo… porque sino… -se le quebró la voz. La desesperación por saber dónde estaba era tan grande que estaba asfixiándolo, no salir a buscarlo él mismo estaba volviéndolo loco.
-¡No pienses eso! ¡Te aseguro que él está bien! –lo interrumpió Kame alarmado.
-Kame-chan… -se aclaró la nariz y sonrió apenado. Había dicho cosas muy fatalistas y eso no ayudaba en nada en esos momentos- Seguiré esperándolo, ¿ne? Si Akanishi-kun lo encuentra, por favor, llámenme.
-Sabes que lo haremos –contestó el menor.
-Ja ne… -Ueda colgó y se llevó las manos a la boca, entrelazándolas porque ya no aguantaba quedarse en casa, esperando a que el reloj marcara más segundos y sin Maru.
Sin embargo, en ese momento escuchó un ruido en el recibidor: alguien estaba abriendo la puerta. Apresurado, vio que Maru cerraba la puerta del apartamento con lentitud. Se acercó rápidamente pero no lo abrazó, estaba enfadado por preocuparlo tanto.
-¡Yucci, ¿dónde estabas?! ¡Me tenías muy preocupado! ¡¿Por qué no me llamaste?! –dijo Ueda de pie en frente de Maru.
-Lo siento… -fue lo único que se le ocurrió decir porque comprendía lo enfadado que debía estar Ueda con él, después de todo, él también se habría preocupado si llegara después de tres horas de lo acostumbrado.
-¿Dónde estabas? –preguntó de nuevo el menor intentando guardar la paciencia.
-Me quedé en la oficina y… se me fue el tiempo… Después me fui a cenar porque tenía hambre y…
-¡¿Y no pudiste llamarme para decírmelo?! –se alteró. Era la segunda vez que perdía el control con Maru. Además, ¿qué era eso de que se había ido a cenar SOLO? ¿Qué no le había quedado claro que por eso le emocionaba llegar temprano a casa? ¡Para cenar los dos juntos!
-… Lo siento… -bajó la mirada sintiéndose como un tonto. No tenía cómo defenderse y francamente, tampoco tenía gana de explicarse. Había estado pensando en muchas cosas durante los últimos días como para explicar todo.
-¡No me…! –quiso decirle una grosería pero mejor se contuvo y pensó en calmarse, decirle cuán preocupado había estado, pero tranquilo, sin gritos ni tampoco reclamos… pero estaba tan enfadado que no podía pensar en ser blando- Me tuviste aquí como un idiota, esperándote por tres horas a ver a qué hora se te ocurría regresar… ¡¿Sabes cómo me sentía?!
-Tat-chan, yo… -levantó la mirada para explicarle, pero Ueda no lo dejó.
-¡Terminé hablándole a Kame-chan y Akanishi-kun para saber si tenían noticias tuyas!
-No me pasó nada… Solo me quedé trabajando en…
-No, ¿sabes qué? –lo interrumpió volteándole el rostro para no mirarlo- Olvídalo. Me voy a acostar. Continúa con tu trabajo si es que no lo terminaste.
Maru quiso decir algo más pero aquellas últimas palabras lo hirieron de tal modo que volvió a bajar la cabeza para que sus ojos se llenaran de lágrimas, siendo incapaz de ver a Ueda que se alejaba por el pasillo, muy enfadado.
No supo cuánto tiempo estuvo de pie ahí, pero estaba seguro de que fueron varios minutos porque comenzaron a dolerle un poco los pies. Se quitó los zapatos pesadamente y entró en el departamento, sintiendo mucho miedo porque Ueda nunca le había hablado de ese modo. Comprendía lo molesto que estaba por verlo llegar tan tarde pero…necesita estar solo para pensar… y tampoco quiso llamarlo para darle mentiras porque se sentiría culpable.
Entró en la sala y tiró su portafolio a un sofá, pero el mismo se cayó. Maru no se molestó en levantarlo y se sentó dejándose caer en el mueble como si fuera un objeto inanimado muy pesado. Comenzó a rascarse las uñas, a picarse los dedos y mirar su aburrido juego como si fuera algo en lo que podía desquitar todo su estrés.
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Mensaje por Ecatheriina Dom Jun 10, 2012 8:17 pm

ESPACIOOOO!
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Mensaje por meiii.pindy Dom Jun 10, 2012 8:19 pm

No quiso mirar hacia la puerta de la habitación porque sabía que estaba cerrada. Podía verlo de reojo… Seguramente Ueda podía estar llorando del coraje que sentía o bien, cumpliría su amenaza de dormirse y dejarlo afuera…
Continuó pensando, echándose la culpa de que las cosas con su novio fueran cada vez peor. Si apenas lo veía en el departamento y le daba besos y abrazos, caricias y mimos, ahora estaba seguro de que menos tendría la atención de Ueda por su tonta actitud de “me voy a pensar solo y llego a la hora que se me da la gana”. ¡Vaya que había sido imbécil!
Tampoco supo cuánto tiempo pasó preguntándose mil y un cosas, recriminándose y con la mente en blanco de vez en cuando, pero escuchó que la puerta de la habitación de abrió. Quiso voltear pero no se atrevió y continuó pensando, esperando que su novio se acercara, deseando que se le hubiera pasado el coraje y pudieran hablar.
-Saldré por un rato. Vengo después –dijo Ueda al pasar detrás de él y dirigirse al recibidor.
Maru quiso ponerse en pie y preguntarle a dónde iba o a qué hora regresaba pero… no se sintió capaz porque el tono de su novio había sido tan frío que le quemó el corazón.
Se estremeció un poco al escuchar la puerta cerrarse y quiso ir detrás de él, pero de nuevo las fuerzas no le salían. Así que a lo más que aspiró, fue a comenzar a llorar nuevamente, con más fluidez que antes, aún mirando sus manos, rascándose y tallándose las uñas para tener algo con qué desquitarse.
Entrelazó sus manos después de un tiempo y en ellas apoyó su frente, apretando los ojos y esperando a Ueda por horas y horas.
Recibió una llamada de Kame, pensando que sería su novio avisándole a qué hora volvería. El menor le preguntó dónde había estado y por qué Ueda no le avisó que ya estaba en casa. Se enfadó con Maru también porque Jin continuaba en la calle, buscándolo y temeroso porque algo le hubiera pasado. Cuando Maru quiso explicarle, Kame le había colgado.
¡O sea… peor no podía ser su día! Y debido a que se sentía tan mal, no hizo otra cosa más que comenzar a llorar de nuevo.
Dieron las doce, la una… las dos de la mañana y Ueda no regresaba. Desesperado, tomó su celular y marcó el número de su novio, descubriendo que lo llevaba apagado. ¡Genial! Ahora sentiría la misma desesperación que el menor había sentido… ¿Esa era la idea? ¡Bien! Ya podía encenderlo de nuevo porque, a parte de sentirse el más egoísta de todos, de que lo trataran de irresponsable, de que Kame le reclamara no avisar, y por sobre todo, de estar siendo castigado por Ueda, sentía que todo el mundo se había puesto en su contra para hacerlo sentir mal.
De repente levantó la cabeza… Nishikido Ryo.
Si su día era tan malo, nada más faltaba que él se topara con Ueda y… Se llevó las manos a la cabeza. Si algo malo le pasaba a su novio y todo por esa pelea, nunca iba a perdonárselo.
Aterrado y dando tumbos, se puso de pie y buscó por todos lados sus llaves, desesperado por sentir que no llegaría a tiempo para salvarlo. Sin embargo, no las encontró por ningún lado. Puso de cabeza su portafolio, buscó en su ropa, incluso en la cocina, el recibidor… en todos lados de la casa. Incluso dentro del piano de Ueda, que sabía perfectamente que no podían estar ahí porque no pasó por el mismo cuando llegó.
De inmediato supo dónde estaban: Ueda se las había llevado. Entonces buscó por todos lados las de su novio, pero tampoco estaban. No podía creerlo… Lo había dejado encerrado a propósito para que no se saliera.
Se recargó en una de las paredes, preocupado y pidiendo que a Ueda no le pasara nada. Y así se quedó la mayor parte de las horas, esperando a que regresara. Ya había aprendido la lección, ya estaba bien de hacerlo sufrir, ¿no? Pero cuando vio que el reloj marcaba más allá de las tres y media de la mañana, comenzó a volverse loco de desesperación. ¡¿Dónde estaba?!
Fue directamente en busca de su celular de nuevo y lo tomó, marcando nuevamente el número de Ueda, pero la respuesta fue la misma de antes… apagado.
Las cuatro… Maru estaba de nuevo sentado en el sofá, masajeándose las manos, mordiéndose las uñas y casi arrancándose el cabello por los nervios que no lo dejaban en paz. Pensó en llamar a Kame y Jin, pero debían estar muy enfadados con él así que… ¡Pero necesitaba ayuda para buscarlo y encontrarlo!
A las cinco de la mañana ya tenía los ojos tan hinchados que apenas podía ver con claridad. Había intentado ponerse a trabajar, pero le resultaba imposible concentrarse. También quiso
hablar con Jin y Kame, pero el teléfono marcaba ocupado. Probablemente los perros habían estado jugando y derribaron el aparato, provocando que se descolgara.
Quince minutos después, se escuchó que abrieron la puerta y la cerraron. Quiso ponerse de pie para recibir a Ueda pero… estaba tan confundido con lo que ya sentía que prefirió quedarse donde estaba. Sentía ya tanto coraje y tristeza que no tenía ni las fuerzas necesarias para acercarse a él.
-Pensé que estarías dormido –dijo Ueda quitándose la chaqueta-. Me llevé tus llaves por equivocación –las arrojó a la mesita donde normalmente ponían todas las llaves que se utilizaban en la casa y se estiró caminando hacia la habitación, como sino hubiera pasado nada.
Maru suspiró. Se sentía agradecido de tenerlo en casa de vuelta, que no le hubiera pasado nada pero… por otro lado… ¿a dónde había ido? ¿Con quién había estado? ¡¿Qué había estado haciendo durante todas esas horas?! Y entonces el dolor que sentía en su pecho creció, porque nunca creyó que fuera capaz de hacerle eso.
Solo se puso de pie y caminó hacia el segundo baño que tenía el departamento. Necesitaba una buena ducha… Y tampoco quería ponerse a discutir porque ya se sentía lo suficientemente mal. Tenía clases a las siete de la mañana y no había dormido nada.
Ueda lo vio caminar y cerrar la puerta de manera silenciosa, casi sumisa y entonces hizo una mueca de desapruebo. Pensaba que quizá le preguntaría dónde había estado o por qué no le avisó que llegaría hasta tarde… pero nada. Eso solo lo hizo enfadar más, así que se fue a la habitación para dormir unas cuantas horas antes de irse a trabajar: entraba a las once.
Sin embargo, cuando escuchó que Maru abría la puerta de la habitación y tomaba algo de ropa para cambiarse, pensó que sería una buena oportunidad para acabar con toda esa situación absurda.
Sin embargo, Maru salió del cuarto con la ropa para cambiarse y se dirigió a la habitación de huéspedes, aún impresionado de lo vengativo que podía ser Ueda. Nunca creyó merecerse tal castigo solo por un descuido que… Es verdad que no le avisó a propósito, pero necesitaba estar solo… y no lo hizo con el afán de darle una lección… en cambio su novio había actuado con alevosía.
-¿Ya te vas? –preguntó Ueda recargándose en el marco de la puerta, observando cómo Maru preparaba sus cosas para retirarse y apenas eran quince a las seis.
-Sí… -contestó aclarándose la garganta, limpiándose la nariz- Llego tarde. Después de las nueve…
-Ya lo sé –lo interrumpió el menor con frialdad.
-Duérmete un rato. Vas a necesitarlo –se puso el abrigo y se limpió una lágrima que le corrió por media mejilla antes de ser atrapada por una de sus manos.
-Lo haré.
Maru tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, con la cabeza baja. Tomó sus llaves de la mesa y no supo por qué, cuando se aproximó a la puerta, las lágrimas se le saltaron con tanta rapidez, que comenzaron a fluir sin detenerse hasta que las limpió con la manga de su abrigo.
Ueda rodó los ojos, aún recargado en el umbral. No era que no le doliera verlo así, sino que quería hacerlo entender y sobre todo, que hablara. Estaba cansado de tener qué preguntar siempre qué le ocurría pero…
-¿No me vas a preguntar o a decir algo? –cuestionó Ueda siguiéndolo por el pasillo.
-… No quiero hacerlo –contestó después de aclararse la garganta de nuevo.
-Pero yo quiero escucharlo –si Maru se iba sin decir algo al respecto, se sentiría como el victimario y para él, la situación no era así.
El mayor se quedó pensando, que no serviría de nada, después de todo, él estaba muy afectado desde antes y comenzar una discusión en su estado no los llevaría a nada bueno… pero después recordó algo que él mismo le había dicho en aquella plática sobre la relación con Ryo…
-Yo pensé que te conocía, al menos un mínimo… -susurró bajando la cabeza desilusionado.
-¿A qué te refieres? –Ueda alzó la ceja.
-… ¿Se siente bien?... –preguntó Maru sintiendo mucho dolor en su pecho- ¿Se siente bien… hacerle daño a la persona que dices amar?...
Ueda se descruzó de brazos y sintió aquella pregunta demasiado dolorosa.
-¿Se siente tan bien vengarte de alguien? Yo no lo hice con malicia… pero tú sí, Tat-chan, y… -ya no se aguantó y comenzó a llorar aún si su novio podía escucharlo- Tú me dejaste encerrado a propósito para que me volviera loco de preocupación, ¿cierto?
-¿Cómo dices?... –se le fue el aliento al escucharlo. Esa no había sido la intención, mucho menos que se pusiera a llorar de ese modo- Yucci, yo…
-Mira, olvídalo… No me siento bien últimamente… -apretó los labios- contigo…
-¿Eh? –dio unos pasos al frente para intentar explicarse, pero se detuvo cuando lo escuchó hablar de nuevo.
-Lo que hiciste fue muy infantil de tu parte, Tat-chan –susurró muy dolido-. Comprendo que yo también actué mal al no llamarte pero… necesitaba espacio para mí, para pensar y no llegar diciéndote tonterías…
-Yucci… -le contagió las ganas de llorar y también la sensación de que era un completo tonto.
-No pensé que fueras hacerme algo así…
-Yucci, yo…
-… y creo que no me lo merezco…
-Yucci, déjame explicarte, por favor… -Ueda se acercó y le tomó el brazo para verle el rostro, pero Maru se volteó para evitar que lo mirara siquiera.
-No me siento bien… y… no creo regresar hoy en la noche. Necesito… pensar…
-¿Estás…? –le tembló la voz, aterrado porque sus acciones tan imprudentes hicieran desear a Maru terminar con él.
-Déjame unos días solo, ¿quieres? No puedo decirte cómo me siento ahora porque ni siquiera yo lo sé…
-N… -no quería. Unos días alejado de Maru era lo que menos quería, sobre todo porque ya pasaba poco tiempo a su lado y ahora tener qué tolerar que le pidiera días de no verse…- ¡No, no, Yucci! ¡No me digas eso! ¡Lo siento de verdad! ¡No fue mi intención dejarte aquí! ¡Tomé tus llaves porque no encontré las mías y creí que las había dejado en alguna parte del departamento, pero después las encontré en el bolsillo de la chaqueta y…! ¡No pensé que fueras a querer salir! –Maru no le respondía- ¡Amor, por favor! ¡Perdóname! ¡Yo…! ¡Estaba enfadado! ¡No te vayas, por favor! ¡No me digas que no vas a regresar hoy porque me partes el corazón! ¡No quiero unos días separados, ya es suficiente con no poder estar contigo como antes! ¡Por favor, Yucci, por favor!... –perdió las fuerzas en sus piernas y se deslizó por el brazo de Maru para hincarse y continuar llorando y suplicando- No me dejes… Por favor, no te vayas… Yucci… -continuó pidiendo entre sollozos.
-¿Sabes cuántas horas fueron las que te ausentaste?... –no quiso voltear a verlo, aunque sabía que estaba en el suelo suplicando.
-¡N-no hice nada! ¡Te juro que no hice nada! ¡No salí con nadie, mucho menos te engañé! ¿Quieres saber dónde estaba? –se incorporó como pudo- Me fui a un bar, pero no para coquetear con alguien. Tengo un amigo que es barman y estuve ahí toda la noche, pensando y tomando su consejo. ¿Sabes qué me dijo? –le tomó el brazo de nuevo, esperando que Maru dijera algo pero no lo hizo- Dijo que tenía derecho a enojarme por lo que hiciste, pero que debí escucharte cuando quisiste explicarme, porque quizá lo que te retuvo fue muy importante y yo me comporté, de cierto modo, muy egoísta. Entonces… Bueno… al principio no quise aceptarlo pero…
Maru suspiró tranquilo. Creía en sus palabras, sabía que no había estado con nadie, pero el hecho de tenerlo preocupado toda la noche, al borde de no dormir era lo que le dolía, porque no tenía por qué vengarse de la misma forma.
-No hice nada… Te lo juro… -siguió buscando la mirada de su novio, que tenía los ojos cerrados, asimilando la situación.
-Si hubieras hecho algo sería un problema… No podría seguir contigo, ¿sabes?
-¡Lo-lo sé! ¡No soy tan estúpido como para desquitarme de ese modo! –se animó a tomarle el rostro con sus manos, sintiéndose culpable por los ojos tan hinchados que tenía Maru y además, porque su rostro también estaba del mismo modo- Yucci, yo te amo… Eres lo mejor que me ha pasado en la vida… Por lo que pasó no iba a acostarme con otra persona por hacerte daño, ¿sí me crees?
-Lo sé pero… -retiró las manos de Ueda de su rostro, por alguna razón, no se ponía nervioso, sino que sentía que le quemaban- pero hiciste otra cosa con el único objetivo de lastimarme, Tat-chan…
El menor bajó la cabeza desesperado. Sabía a qué se refería y no iba a negar, a esas alturas, que había sido una tremenda estupidez.
-Aquí el problema principal… es que tú te fuiste con el plan de no regresar sino hasta altas horas de la madrugada…
-¡Me quedé hablando con Yusuke y no me di cuenta de la hora! –interrumpió desesperado porque comprendiera.
-Te marqué al celular y lo apagaste.
-¡Es que yo no quería…!
-Llegaste y lo único que hiciste fue decirme que te habías llevado mis llaves, sin siquiera importarte que estaba… Tat-chan… ¿sabes el miedo que tuve de que Nishikido te hubiera encontrado y yo aquí sin poder salir? –Ueda abrió la boca sorprendido. No se le había venido a la cabeza esa posibilidad. Había estado tan enojado y muy concentrado en las palabras de Yusuke, que se olvidó de que Ryo era una amenaza.
-¡Pe-pero no me pasó nada! –y de repente recordó algo- Además, yo tuve el mismo miedo, ¿sabes? ¡Pensé también que te pudiste encontrar con Ryo y…!
-Al final sí lo hiciste por venganza, por muy poca que hayas sentido… te quisiste… -sonrió decepcionado y se soltó de las manos de Ueda para salir del departamento.
-¡No, Yucci, no te vayas! –volvió a tomarlo del brazo para que no se fuera- ¡Por favor, perdóname!
-Tat-chan, suéltame…
-¡No! ¡No, no voy a permitir que te vayas! ¡No! ¡Lo acepto, fui un idiota, ¿sí?! ¡Por eso, por favor, no te vayas!
-Tat-chan… es que… -no se trataba de arreglarse con un simple perdón, sino que Ueda entendiera que había actuado mal y madurara.
-¡Siento que si pasas esa puerta no vas a volver nunca! ¡Por favor, Yucci, te lo ruego, dame otra oportunidad! ¡No lo volveré a hacer!
Al mayor le partía el corazón que Ueda estuviera suplicando de aquel modo, colgándose de su brazo. No pudo aguantarse y le tomó el mentón para darle un beso y así calmarlo. Sin embargo, el menor lo abrazó por el cuello y no lo dejó terminar. Lo besó con desesperación y casi pidiéndole con ese beso, que no se fuera y se quedara, que quería arreglar las cosas pero no quería verlo salir, como aquel día donde se enfadaron y Maru le pidió perdón por medio de una carta, para después reconciliarse durante todo el día.
-Tranquilo… -le susurró Maru cuando se separó de él, pero notó que Ueda aún seguía muy inquieto, lloraba y lo miraba aún suplicándole- No te pongas así… No he dicho que quiera terminar contigo, es solo que…
-Yucci, yo te amo…
-Y yo también –le dio un beso en la frente y Ueda se abrazó con fuerza a él-, pero necesito un poco de tiempo.
-No termines conmigo por esto, por favor, te lo pido… -se aferró a la ropa de Maru con tal fuerza que el mayor sintió un ligero dolor.
-¿Estás escuchando lo que digo? –lo cuestionó levantándole el rostro y Ueda asintió. Pudo ver el miedo en sus ojos y pensó que estaba siendo quizá muy cruel con él pero… tampoco podía ser muy blando porque sino la relación no se haría más fuerte- No voy a dejarte –le repitió-. Solo… quiero pensar algunas cosas y… -todavía no podía creer que quisiera vengarse de lo que hizo, en pocas palabras, necesitaba perdonarlo y que su novio hiciera lo mismo.
-… ¿Puedo llamarte? –pidió resignado a la idea de tener qué vivir unos días sin él.
-Dame solo unos días, por favor –quiso decirle que sí, porque también quería continuar al pendiente de cómo estaba.
-Bien –bajó la cabeza volviendo a llorar, no entendiendo para qué quería Maru algunos días fuera del departamento si ya se había disculpado muchas veces. ¿Quería que le rogara? No importa, podía humillarse ante medio Japón con tal de que lo perdonara y no se fuera.
-Hey… -le levantó el rostro de nuevo y le sonrió con pesadez- no será mucho, lo prometo.
-¿Vas a volver? ¿Verdad que sí? Dime que sí, Yucci –pidió con mirada suplicante y los ojos brillosos.
-Estoy seguro –claro que volvería, solo necesitaba darle una lección y así mismo también. No podían andar por la vida haciéndose tonterías, ni pensando que todo se arreglaría siempre de un día para otro.
-¿Me lo prometes?
-Sí.
-Te odio Yuichi… -dijo de repente colgándose a su cuello, abrazándolo con fuerza y repitiéndose una y otra vez, que habría deseado no ser un tono y salirse, haciéndose el orgulloso todo con tal de enseñarle que dolía que lo tuvieran esperando como un tonto- Voy a sentirme como en el infierno…
-No digas eso… -le devolvió el abrazo con fuerza.
-No te vayas… -volvió a suplicar cerrando fuertemente sus ojos, pues ya sabía la respuesta.
-Te dije que no será por mucho… Tranquilo… -acarició su espalda, pensando que estaba dándole muchos mimos cuando debía dejarlo así, para que comprendiera que no era tan fácil burlarse de él pero… esa parte no existía en su corazón. Maru no podía ser vengativo, por eso le daba tanto consuelo a Ueda- Estarás bien.
-No es cierto…
-Tat-chan, no seas caprichoso… -se separó un poco de él, besándole la mejilla- Cuídate mucho cuando andes por las calles, ¿sí? Llámame si Ryo te persigue o algo, ¿de acuerdo?
Ladeó la cabeza confundido, pero de inmediato comprendió que Maru quería continuar protegiéndolo, por eso le pedía que lo mantuviera al tanto si es que Ryo lo asechaba.
-Voy a pedir porque me encuentre entonces… -sonrió con ironía.
-No digas eso…
-Ne, ¿puedo pedirte algo antes de que te vayas? –sabía que Maru todavía estaba a tiempo para irse, de hecho MUY a tiempo.
-¿Qué cosa?
-Hazme el amor… -lo miró a los ojos, sonrojándose por la petición tan directa, pero sentía que si iba a dejar de verlo, al menos necesitaba sentirlo de nuevo como suyo.
-Tat-chan… -en ésta ocasión no se avergonzó, mucho menos se sonrojó, sino que lo miró preocupado y enternecido. Negó con la cabeza y le dio un beso en la frente.
-Entonces… -Ueda apretó los labios sintiendo mucha pena y tristeza de que Maru se negara. Nunca le había pasado que lo rechazara tan rápida y directamente, por lo que no pudo evitar sentir que se le rompía el corazón, pero comprendía que quizá su novio no estaba de humor.
-Escúchame… -le tomó las mejillas para que lo mirara- no me niego porque no quiera o porque esté enfadado… sino porque no quiero que tengas en la cabeza, durante este tiempo, que la última vez que hicimos el amor sintieras tanto dolor y tristeza… No quiero que llores mientras, ¿entiendes?
-¿La última… vez? –se asustó.
-No me refiero a la última de todas. Tat-chan, ya te dije que no estoy terminando contigo… -le tomó las manos y las besó.
-Entonces… -volvió a hablar pero no supo qué decir.
-Cuando regrese… prometo hacerte muy feliz… ¿de acuerdo? –le dio un muy corto beso en los labios y le sonrió, provocando que el menor también sonriera pero con mucho pesar, asintiendo sobre la proposición.
-Te esperaré –y cuando Maru se volteó para irse, sintió un enorme vacío en el estómago y lo detuvo con rapidez para hacerlo voltear- No te lo quites –levantó su mano y le enseñó el anillo-. No vayas a… hacerlo. Por favor…
-No lo haría ni aunque me corrieras de aquí –le sonrió tomándolo por la cintura y besándolo de nuevo-. No te voy a dejar –ya se sentía como disco rayado, pero era necesario dejárselo claro-. Te amo, ¿sabes? Te amo tanto que siento que no podré encontrar a nadie más a quién querer más que a ti, así que debes quedarte tranquilo, ¿de acuerdo? Cuídate muchísimo, ¿sí?
-Sí, Yucci-Yucci… -asintió haciendo un puchero porque la forma de hablar de Maru lo cautivaba- Tú también… No-no se te ocurra no comer, ¿de acuerdo? Y duerme bien una vez que
termines tus clases de hoy –sabía que quizá se iría a un hotel o con algún amigo, de cualquier modo, confiaba en que Maru estaría bien.
-Hai –asintió y no se quejó cuando Ueda lo haló para besarlo, ésta vez con tranquilidad, aún si sentía un fuerte nudo en la garganta que lo obligó a derramar lágrimas.
El menor también empezó a llorar, y más aún cuando Maru lo tomó de la cintura y comenzó a acariciar su rostro con su mano disponible.
-Te amo… -dijeron los dos al mismo tiempo cuando tomaron un poco de aire para volver a besarse.
-Pero, Yucci… -dijo Jin sorprendido mientras comían en el jardín de la escuela.
-¿Por qué? –preguntó Kame muy alarmado de solo imaginarse cómo estaría Ueda.
-… Porque no puedo creer que me haya hecho eso… Estoy muy dolido con él… No pensé que se fuera a vengar de mí… -dijo con tono lastimero picando su almuerzo. No tenía hambre.
-Tat-chan es muy sensible, es por eso que a veces toma medidas poco prudentes… -comentó Kame con un puchero.
-¿Vas a terminar con él? –preguntó Jin preocupado.
-¡¡Dios, claro que no!! –se puso de pie para pasearse un poco y sentirse más relajado- Pero siento que si permanecemos juntos en este tiempo que las cosas se pusieron mal… no haremos otra cosa más que hacernos más daño… Pienso que necesitamos un poco de tiempo para perdonarnos mutuamente.
-En ese caso deberías de pedirle a Tat-chan que te dijera la verdad sobre lo que siente –interrumpió Kame muy serio.
-¿A qué te refieres? –preguntó Maru volteando con el menor.
-Pregúntaselo a él y tú también se honesto. Dile por qué has estado triste estos días –fue lo único que dijo Kame con el ceño fruncido.
-Kazu tiene razón, Yucci. Todo esto paso en primera instancia porque quisiste tragarte todo lo que sentías respecto a la nueva vida que llevan, ¿cierto? Si lo hubieras hablado con él…
-Necesitaba mi espacio para pensar, Jin… No me hagas sentir que me equivoqué… -volvió a sentarse, llevándose las manos al rostro sintiendo preocupación.
-Maru, Tat-chan te ama muchísimo… -dijo Kame como si su amigo lo ignorara.
-¿Crees que no lo sé? –sonrió Maru de forma triste- Yo lo amo tanto…
-De nada sirve estarnos lamentando… Si de verdad quieres pensar lo que está pasando, adelante, pero tampoco te tomes todo el tiempo del mundo –interrumpió Jin muy serio.
-Lo sé…
-¡Akanishi-sensei! –la voz del Director se escuchaba desde el umbral de la puerta que daba a las instalaciones- ¡¿Puede venir un segundo, por favor?!
-Hai! –contestó Jin de inmediato y se disculpó con Kame y Maru, dejándolos a solas.
-Maru, ¿quieres que me quede estos días con Tat-chan? –dijo Kame después de un corto silencio en el cuál, el mayor se sentó en una banca cercana, pensando todavía sobre su decisión.
-Me gustaría mucho, Kame-chan –contestó Maru sonriendo-, pero no sé si Tat-chan quiera compañía ahora. Seguramente quiera reflexionar a solas también.
-No lo sé, Maru… Tat-chan ha odiado siempre la soledad. Cuando está así es cuando más inseguro se vuelve –agregó Kame mordiéndose los labios.
-No lo desampararé –aseguró aún sonriendo-. Él puede llamarme, aunque le pedí que no lo hiciera durante estos días… Sin embargo, si llega a hacerlo, no voy a ignorarlo.
-Sigo pensando que esto no es buena idea… -hizo un puchero de desacuerdo.
-Quiero que sea buena idea. Confío en que ambos somos lo suficientemente fuertes como para sobrellevar esto, y si lo logramos, entonces habremos dado un paso más en nuestra relación, Kame-chan.
-No entiendo –él ladeó la cabeza. Si Jin le pidiera lo mismo que Maru, probablemente no podría dejar de pensar que estaba dudando de él, que quizá ya no lo quería o peor aún, que había cometido una equivocación tan grande, que entre todas las opciones que reflexionaba, se encontraba la de terminar.
-Lo entenderás algún día –Maru se puso de pie y le desordenó el cabello cariñosamente, sonriéndole como si fuera un niño que le preguntaba a un adulto por qué lloraba.
-¿En qué puedo ayudarlo, señor? –preguntó Jin una vez que hubieron llegado a la oficina principal.
-Hay algo muy importante que debo decirte –el Director abrió la puerta de su despacho y dejó que el profesor entrara antes que él.
-¿De qué se trata?
-Es sobre el chico de Canadá –contestó con tranquilidad.
-¿Qué ocurre con él? –cuestionó sin comprender.
-Antes que nada, para entender a lo que quiero llegar, necesito tratar un tema muy importante contigo… -se colocó detrás de su escritorio y tomó aire, recargándose en la madera un poco fría.
-Dígalo sin rodeos, señor –pidió Jin alzando la ceja, sin entender qué era aquello tan grave, pues a juzgar por el rostro ligeramente arrugado de su jefe, no era nada bueno.
-Bien… -se corrigió la garganta y tomó asiento- Eres de mis mejores elementos, Akanishi-sensei, yo mismo te di la mayor parte del entrenamiento y estoy orgulloso de ti –Jin sintió como si estuviera hablando con su padre, salvo que el Director era mil veces más serio-. Hay algo que, por más que intento comprender, no puede dejar de molestarme.
-¿Qué es, señor? –Jin comenzó a preguntarse cuál era aquella cosa que estaba haciendo mal, porque era evidente que el problema era él y su comportamiento, por las palabras que estaba escuchando.
-Akanishi-sensei, hace algunos meses recibí una llamada de Asahi TV, que me hizo pensar y terminar indagando –tomó aire y desvió la mirada de su empleado-. Uno de los ejecutivos dijo, que un guardia de seguridad le reportó que había visto algo muy poco profesional por las cámaras… en uno de los descansos de las clases –Jin tragó saliva. Nunca había perdido la cabeza y siempre se había mantenido profesional… No podía dar crédito, a que en esa sola ocasión… tuvieran tan mala suerte-. Argumenté que ese hombre solo estaba diciendo calumnias y le pedí a Yamanaka-san que no creyera en semejantes disparates, porque… creí conocerte.
-Director… -Jin quiso hablar para excusarse sobre su comportamiento, pero el hombre no lo dejó y se puso de pie para tener más paciencia.
-En ese momento pensé que eran mentiras, porque ya ha pasado que en otras empresas donde das clases particulares, han querido levantarte falsos, ¿lo recuerdas? –volteó con el menor, quién asintió recordando aquel incidente en donde una de sus alumnas (una mujer trece años mayor que él) argumentó que intentó abusar de ella. Sin embargo, todas fueron mentiras porque Jin se rehusaba a tener algo pasajero- Desde entonces, nunca dudé de tu credibilidad pero… -Jin permaneció callado- te he estado observando… Solo dime una cosa –ya lo veía venir, aquella pregunta que no quería que nadie le hiciera porque significaría tener muchos problemas en el trabajo, pero sabía que llegado el momento no lo negaría-, ¿qué hay entre Kamenashi-sensei y tú?
-¿Por qué lo pregunta así? –primero debía estar seguro de que su jefe estaba abordando el tema que temía.
-No es un secreto que ustedes se lleven muy bien. ¿Sabes lo que dicen tus compañeros de trabajo sobre su relación? –se llevó las manos atrás y caminó a espaldas de Jin, quién no se animaba a voltear- Que son como hermano mayor y menor –contestó el Director muy serio, haciéndolo sentir alivio-. Sin embargo, a mí no me haces idiota.
-Señor… -Jin volteó con su jefe y le dolió distinguir el mismo sentimiento de la decepción en él. No pudo decir nada, porque él admiraba mucho a aquel hombre regordete, por haberle enseñado tantas cosas y además, porque siempre había demostrado tenerle mucha confianza.
-He pasado más tiempo contigo que cualquier persona de ésta escuela –afirmó tomando de nuevo el control de sus emociones y volviendo detrás de su escritorio-. Sé cuando alguien te cae mal, cuando sientes indiferencia, cuando eres solo amable para aparentar, cuando eres estricto, cuando algo de verdad te duele, cuando le tienes cariño a alguien… Te he visto enamorado y destrozado… ¿Quieres que continúe o prefieres decírmelo tú mismo?
Hubo un gran momento de silencio, donde Jin estuvo pensando en cada una de las palabras de su jefe. Comprendía su enfado y sobre todo, el por qué lo había llamado solo a él, aún si había descubierto su relación con Kame… o quizá solo sus sentimientos de su parte. No era que no tuviera el valor de decirlo abiertamente, sino que sentía como si estuviera traicionando,
engañando, mintiéndole a una de las personas que más lo habían ayudado en su carrera profesional… y no podía con esa culpa. Era muy pesado, pero tampoco podía decir que estuviera arrepentido por eso… muy por el contrario, porque gracias a toda su experiencia y carisma, había logrado llamar la atención de la persona que ahora amaba tanto.
-Akanishi…
-Boku no kohai ni aishiteru –contestó interrumpiendo a su jefe, aún estando de espaldas a él, pero no duró mucho tiempo así. Se giró y con mirada firme, pero sintiendo temor, lo repitió con un volumen de voz más presente… como si estuviera diciéndoselo a una clase entera- Kazuya ni aishiteru.
El Director no dijo nada. No esperaba que Jin fuera a decirlo tan claramente, sin rodeos, sin titubear y sobre todo… sin sonrojarse. Podía ver el miedo muy presente en Jin, pero no esperaba que fuera a hablar con tanta soltura sobre sus sentimientos.
-… Gomen –Jin se inclinó marcadamente, aún con el tono de su voz firme, pero lo cierto es que sentía mucho miedo de lo que pudiera suceder, pues en ese preciso momento, recordó la plática con Yuichiro sobre las posibles consecuencias y decisiones que podría tomar su jefe con respecto a aquella relación o problema.
-¿Te estás disculpando por haberte enamorado? –preguntó el Director desconcertado por la actitud de Jin.
-No –corrigió irguiéndose y sosteniéndole la mirada a su jefe-. Me disculpo por haber sido imprudente, irresponsable y poco cuidadoso en Asahi TV, y al mismo tiempo le pido que, por favor, no tome represalias en contra de Kaz… de Kamenashi-sensei. Juro que él no tuvo nada qué ver, fui yo quién… -pero se detuvo cuando el Director suspiró dejándose caer pesadamente en su silla.
-No… busco saber cómo pasó, quién fue o desde cuándo –aclaró el hombre intentando aclarar sus pensamientos para no gritarle a uno de sus mejores elementos-. Akanishi-sensei… ¿te das cuenta de lo grave qué es esto?
-Sí, señor –asintió sintiendo culpa por recordar todos los problemas que se armarían.
-Akanishi-sensei, no solo pones en riesgo tu carrera, sino también la credibilidad de ésta institución, además de que Kamenashi-sensei…
-Si quiere despedirnos, lo entenderé, pero denos un poco de tiempo para buscar otro empleo –interrumpió Jin apretando los labios. Esperaba que no se hicieran realidad las palabras de Yuichiro.
-No es eso. No pienso despedir a ninguno de los dos, aunque cualquier persona con sentido común lo haría… -suspiró de nuevo y se puso de pie, recargándose en la madera del escritorio- De verdad esperaba que fuera mentira…
-Señor…
-Ahora comprendo por qué Uehara-san ya no venía por aquí –murmuró pensando que había sido muy ingenuo.
-Mi relación con ella no tiene nada qué ver con esto.
-Akanishi-sensei, la relación en este trabajo es meramente profesional, sin embargo puedo despedirlos por romper una regla que está estipulada en el contrato, además de que si se llega a saber nos puede causar muchos problemas. Ahí tendría qué despedirlos –suspiró y se soltó del escritorio.
-Señor, estamos conscientes de eso y por eso somos cuidadosos aquí. Nuestro trato en las instalaciones es meramente profesional –sintió que su consciencia lo regañaba por ser un mentiroso, ya que en muchas ocasiones se habían besado, abrazado, coqueteado… incluso tocado en las aulas, pero no pretendía que lo supiera.
-¿Y qué me dices sobre lo que pasó en Asahi TV? ¿Eso fue profesional? –recordó las palabras del Presidente Yamanaka, que le informaba que el guardia de seguridad afirmaba que las cámaras captaron a Jin en el momento en que tomaba a Kame de la cintura para besarlo, mientras que el menor lo abrazaba por el cuello.
-… Fue un descuido muy grave –no podía excusarse. Podía negarlo, pero hacerlo sería llamar por segunda ocasión mentiroso al guardia de seguridad, que seguramente había sido despedido después del reclamo del Director.
-¡¿Grave, dices?! ¡Akanishi-sensei, ¿qué ha pasado contigo?! ¡¿Dónde quedó el hombre estricto que formé desde que llegaste?! ¡¿Pretendes arrojar mi trabajo por la borda?! –el Director golpeó el escritorio con la palma de sus manos abierta.
El sonido que provocó fue tan fuerte, que Jin se estremeció.
-¡No, señor, de ninguna manera! ¡Sabe perfectamente que yo admiro y agradezco todo lo que ha hecho por mí! –refutó desesperado por no escuchar crueles palabras de parte de su jefe.
-¡No te atrevas a decirme eso después de lo que has hecho! –se sintió decepcionado, como si Jin fuera su hijo, pero debía calmarse o terminaría tomando medidas desesperadas- Estás suspendido.
-… ¿Cómo? –preguntó Jin sorprendido, agrandando tanto sus ojos que le dolieron las cuencas.
-Ya me escuchaste –y antes de que pudiera decir algo en su defensa, continuó-. No me preguntes bajo qué falta, porque sería absurdo, ¿cierto?
-¿Me suspende por estar enamorado? Director, usted más que nadie debe entenderme, ¿no? –lo cuestionó Jin sintiéndose desesperado. ¿Cómo iba a explicarle a Kame que estaba suspendido?
-¡Hasta nuevo aviso…! –alzó la voz para hacerlo callar- estás suspendido… Toma tus cosas y vete a casa. Cuando piense qué hacer contigo, estaré llamándote.
-Pe-pero… mis clases…
-No eres el único profesor de inglés, Akanishi-sensei, aunque sí uno de los mejores –se sentó en su silla y entrelazó sus manos, mirándolas como si fuera el cuello de Jin, entonces comenzó a apretarlas para desquitarse y no con el chico-, lo malo es que lo sabes… y haberte dado tantos méritos fue mi error…
-No me diga eso, señor… -Jin odiaba decepcionar a las personas, pero sin duda, a ese hombre era al que más miedo le daba ver con esa cara.
-No voy a suspender a Kamenashi-sensei, porque sería demasiado sospechoso, así que será mejor que se lo expliques tú mismo.
-… ¿Va a reprenderlo? –otro de sus miedos estaba en la respuesta a esa pregunta.
-Indudablemente –respondió con parsimonia.
-¡No, no, señor! ¡Se lo suplico! ¡No le diga nada! ¡Kazu…! Quiero decir… ¡Kamenashi-sensei va a sentirse totalmente responsable de esto porque desde un principio él se rehusaba y…!
-Dije que no quería saber detalles –le volteó el rostro para evitar ver el rostro de Jin, que estaba totalmente desesperado.
-¡Yo tomaré toda la responsabilidad por esto, así que, por favor, por lo que más quiera, no le diga nada!
-¡BASTA! –el Director volvió a ponerse en pie- ¡¿Desde cuándo te volviste un perrito faldero, Akanishi-sensei?! ¡¿No eras tú al que le encantaba fomentar la responsabilidad por las acciones, aún si éstas generaban consecuencias desastrosas?! ¡No seas incoherente!
-¡Señor, esto es diferente…!
-¡No lo es! –entonces Jin se quedó callado, porque en efecto, su jefe tenía toda la razón: no había diferencia- Voy a pensar en algo… pero por el momento no veo muchas salidas a éste problema…
-Se-señor… ¿qué está pensando? –preguntó Jin sintiendo mucho miedo por Kame.
-No puedo perder a uno de mis mejores profesores por un novato que no ha aprendido nada.
-Se equivoca –dijo Jin casi temblando. Eran casi las mismas palabras que había utilizado Yuichiro en aquella charla en el acantilado-. ¡Kamenashi-sensei no es ni la mitad del profesor que era cuando llegó aquí!
-Como profesor es excelente, pero no tiene idea de lo que es la ética profesional –debatió el Director respirando profundamente-. Por tanto, dejarlo aquí solo provoca que pierdas los estribos y se te olvide de todo lo que has cosechado en estos años. ¡No seas idiota, Akanishi-sensei! ¡Tú jamás habrías bajado la guardia! Hay algo en lo que todos los profesores en ésta oficina concuerdan… Kamenashi-sensei está mimado por todos, incluso por ti. No me conviene que todas las manzanas se pudran por una que no es capaz de dejar de ser verde.
-Señor, si siempre vio así a Kamenashi-sensei… ¿por qué lo retenía como docente? –Jin se sorprendió de escucharlo hablar de ese modo, ya que nunca salió una palabra de desaliento para Kame de su boca.
-Porque como docente es excelente. Mientras no estás cerca de él, trabaja excelente y viceversa. Sin embargo, cuando están los dos juntos… se distraen demasiado.
-Trabajaré en eso, se lo juro –aseguró Jin con seriedad, esperando poder convencerlo-. No lo despida, por favor –se inclinó sabiendo de ante mano que esa era la resolución que tenía en la cabeza.
-No voy a hacerlo –contestó de inmediato para que Jin dejara de rogarle, temía que alguien llegara a la oficina y los escuchara discutir-. Por eso te estoy suspendiendo. Quiero pensar en una alternativa, sin perder a dos buenos elementos, pero lo más seguro es que traslade a Kamenashi-sensei al plantel de Occidente.
-Pe-pero… ¡las instalaciones todavía están en obra negra y serán terminadas hasta dentro de seis meses, ¿no?! ¡Además, estará fuera de Japón! ¡Señor, no es justo que usted…! –Jin se enfadó. No podía creer que su jefe estuviera tomando ese tipo de decisiones por él, porque en nada le correspondía decidir a dónde los podía mandar.
-No fue idea mía –lo interrumpió.
-¿Eh?
-Kamenashi-sensei me lo pidió desde que llegó aquí. Cuando supe que una de sus ambiciones era irse al extranjero, le propuse que fuera parte del cuerpo docente en América y me dijo que sí, que estaría esperando por esa oportunidad –cuando vio que Jin paseaba la mirada en el escritorio de caoba, supo que no tenía la menor idea de esa decisión que había tomado el novato… y deseó que la expresión de Jin fuera menos lastimera cuando dijo lo siguiente-, y no ha venido a cancelar el convenio.
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