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Prejuicio, Jucio (maki/Meisa)

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Prejuicio, Jucio  (maki/Meisa) Empty Prejuicio, Jucio (maki/Meisa)

Mensaje por Invitado Vie Ene 27, 2012 6:39 pm

Meisa Kuroki de profesión modelo de prostitución, por supuesto de la elite de la ciudad.
Alta, cabello largo hasta la cintura, cuerpo bien formado, fuerte y esbelta, labios gruesos y rojos que combinan perfectamente con el color de ojos negros y mirada profunda junto con su nariz respingada y bien definida. Su cuerpo deseado por todo tipo de hombres y envidiado por todas las mujeres.
Edad: 19 años.
Estudios: Primaria.
Lugar donde vive: El peor de todos de la ciudad.

Horikita Maki de profesión Trabajadora Social, comunicación y acciones de paz. De la elite de la ciudad, pues sus padres son de esta.
Delgada, con rostro redondo, nariz y labios dulce, ojos expresivos de ternura y compasión, ojos alargados como asiática pero redondos a la vez. Educada, impecable modeles, niña de casa, ejemplo de la sociedad y fiel religiosa.
Edad: 20
Estudios: PH en comunicion y acciones de Paz.
Lugar donde vive: Asakusa, elite de la ciudad, casas tradicionales.

Esta historia comienza…. 5 años antes, antes de su edad actual…. Podrán derretir los tabúes que las atañen, culturas y religión?


PDT: Mis historias se domorán en subir… porque por el momento no tengo net asi que tenga paciencia.

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Prejuicio, Jucio  (maki/Meisa) Empty Re: Prejuicio, Jucio (maki/Meisa)

Mensaje por Invitado Mar Feb 07, 2012 1:21 am

Cap. 1

- ¿Quieres venir conmigo Maki? - Especulo la señora con los guantes en las manos, haciéndolos pasar por cada uno de los dedos, luego de asegurarse que su saco estuviera bien arraigado a su cuerpo, mirando entre tanto por la ventana y ver caer los hermosos copos de nieves los cuales se hacían de la calle un valle completamente blanco y espeso, reconsiderando nuevamente por enésima vez si era mejor aplazar aquella ida hacia ese lugar... después de todo ya habían pasado 3 años desde que la búsqueda había comenzado y solo había encontrado indicioso que la llevaban de un lugar a otro y ese lugar por supuesto había sido el ultimo indicio de ello, en pleno época invernal, donde todos buscaban refugiarse en casa y estar con su familia.
Familia, honor, tradición y religión el concepto y precepto mas conservado para la sociedad por la cual se regían, la elite suprema de la ciudad, donde solo tenias derechos si eras nacido dentro de ella, un derecho solo de nacimiento o más de apellido y alcurnia.
Al no recibir respuesta alguna, volteo a ver hacia las escaleras, esperando alguna de señal de haber sido escuchado por aquella adolecente recién nombrada por sus labios.
Rápidamente se adelanto hacia ellas con un pequeño trote, donde sus tacos resonaron de forma armoniosa contra aquel piso de mármol blanco pulido.
- ¿Me escuchaste Maki-chan? - pregunto insistentemente la señora.
En ello aquella señorita, lista para ser presentada en sociedad se hizo presente en el vestíbulo, su rostro armonioso junto con su vestido tallado, ceñido al cuerpo, le hacían parecer un ángel.
- Lo siento, madre. - dijo de forma respetuosa haciendo una venia de disculpa.
- En el momento tengo demasiada jaqueca para salir y acompañarte como siempre en aquellas incursiones en esos sitios, si usted me permite y me dispensa para no ir con usted en aquella búsqueda hoy, aunque francamente y con todo respecto no veo porque tiene que arriesgarse usted que me dispense el no ir. - dijo aun con la cabeza inclinada hacia su madre aun guardando sus perfectos modales inculcados desde que tenía uso de razón.
La señora Aiko la miro por un instante y al igual que ella la educación estuvo aun en las más altas normas que pudiera haber dentro de la sociedad japonesa.
- Quiero ser yo, a pesar de los detectives la busquen, la persona que debe encontrarla debo ser yo. - le dijo mirándola noblemente con una sonrisa dibujada en sus labios, aunque la chica parecía aun no entender todo aquel sentimiento de su madre hacia aquella persona que ni siquiera conocía y que en realidad no necesitaba conocer como tal, pues ella solo daba lugar a esa palabra precisamente a aquella mujer que tenía en frente.
- Esta bien madre, entonces por favor dispense por el día de hoy en no acompañarla en la búsqueda, apenas este mejor nuevamente reanimo con usted si es necesariamente diariamente. - Nuevamente hizo una reverencia pero esta vez profunda sumisión como era digno de una señorita de su clase.
A no más por aquella petición tan bien plateada la madre solo asintió con su propia cabeza, dejando como claro que tenia aquel permiso.
- Cuídate y por favor toma algo para ello.- dijo terminando de colocarse aquel desafío de guantes que quedaron perfectamente extendido en sus dedos con tanta precisión que las pequeñas líneas de costuras casi invisible iban al ángulo de los dedos.
- Gracias madre, y cualquier cosa no importa si estoy descansando por favor llámeme enseguida. Que Dios te bendiga. - agregó inclinando su propio cuerpo y subir aquellos 5 renglones con elegancia y diplomacia, sintiendo sonar aquel camion, que lo que seguro tenia eran comidas, cobijas y ropa para aquella personas a la que su estimada madre siempre acostumbrar a ayudar, sintiendo al mismo tiempo un golpe que fue más como un susurro al cierre de la puerta, sintiendo un latido de preocupación, pero sin darle mucha importancia a ello, entrando a su habitación, acomodarse en la cama y cerrar sus ojos para descansar.
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- ¡¿Dónde se metió está chica?! - Exclamo a voz en cuello haciéndose sentir por todo la calle, es más se podría decir más que por todo el barrio a pesar de ser uno de los distrito más grandes dentro de la ciudad.
Aunque claro está, estos gritos eran más que comunes en un barrio como estos y aún más si provenían de aquella casucha ubicada al principio de la cuadra, la cual daba la bienvenida a todo el mundo que quisiera atravesar e ir más allá; advirtiendo lo poco bueno que se podría encontrar allí o para expresarlo mucho mejor, de lo mucho de lo malo que podría ser entrar en lugar como ese a cualquier hora.
Si ingresabas y por supuesto no eras del barrio podría significar dos cosas: una eras un maldito suicida, queriendo salir con los pies por delante al ser expulsado como una rata mal oliente, y eso sería una ofensa por supuesto para aquellos animales al compararlos con esos adefesios, o sencillamente ibas por drogas, municiones armamental y alguien dentro te estaba esperando porque incluso dentro aquel lugar no era como si pudieras andar por donde te viniera en gana.
- ¡Rayos! Si te encuentro... - Sus palabras fueron refrenadas por un arma de alto calibre al ser colocada en su espalda.
- ¿Si me encuentras qué cosa madre? - dijo la chica entre risas, cambiando la posición del arma de la espalda hasta la nuca de su madre, su diminuto short negro junto con su blusa roja que solo cubría solo y únicamente sus aun no terminados formados senos, pero que ya habían sido de muchos a pesar de aquella corta edad, incluyendo en su gran lista al párroco y muchos de los lideres que se hacían llamar espirituales.
- ¡Tu hija de p...! - La palabra no fue terminada en aquellos instantes pues el miedo del tirón del gatillo provoco que su propio corazón fuera paralizado en aquel momento, como si su último aliento de vida fuera arrebatada por aquella niña-mujer que se encontraba detrás de su espalda.
Nuevamente la risa se hizo más estrepitosa, pero la cual fue acallada solo con un golpe de mano abierta dada en toda su mejilla, la cual de seguro no iba a necesitar rubor al rato, pero que de seguro al día siguiente iba a necesitar ser tapado de lo verde.
- Meisa nunca, nunca más estás condenadas bromas - bramo aun más alto que aquellos dos pasados segundos.
La chica solo tiro el arma en el piso para poder sostener su propio rostro, pero en aquella mirada, el amor, ganas por vivir y revivir se habían terminado de perdido con aquel golpe, y no porque fuera a dejar una cicatriz permanente en su rostro, no para nada; solo que sus marcas, las profundas y las insuperables estaban en su corazón, las cuales no eran simples gotas de sangre como la de su labio partido en aquel momento, aquellas eran torrentes, cascadas, ríos, mar, de sangres sin detención alguna, desbordas sin control, dichos golpes se remontaban a tiempo atrás, desde que su mente había captado que lo que le habían hecho a su cuerpo una y otra vez, habían desboronado su vida como un juego de ajedrez, donde ella aun era la reina soportando golpes, donde su cuerpo y su mente representando a un rey muerto por el cual nada se podía hacer, donde ella no se daba por vencida en aquella batalla ya perdida.
No se permitió decir una palabra, no hacía falta decir nada más, sus buenos modales se hicieron visibles cuando expuso su trasero mostrando el color de su pantis que se ubicaba debajo de su short, mostrando su buen formado y armonioso poto. Tomo el armar, dio una vuelta y aun con aquellas insistencia llamada que la señora que supuestamente la había traído a la vida y había permitido vez tras vez su vida fuera mancillada, haciendo caso omiso entro a la habitación se coloco maquilla el cual resalto aun mas sus labios colorados, nariz hermosa y ojos grandes, inhalaciones mientras tomaba sus botas hasta la pantorrilla y se las colocaba para luego dar lugar y salir de la casa sin determinar a nadie más, para por supuesto dirigirse a su "trabajo" no sin antes depositar sobre el sofá algunos billetes para la cena de esa noche de la cual nunca encontraba ni un gramo de grano.
El golpe sobre aquella puerta cojeanté de seguro había repercutido en ella, y lo más seguro era que el gasto y costo como todo, saldría de su bolsillo; pero bueno la ventaja de ello era que por los menos se permitiría el lujo de poder estrellar las cosas que ella misma pagaría.


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- ¡Takahiro-san cuidado! – grito a voz en cuello por el susto de ver su auto rodeado por maleantes de un momento en aquel barrio que se había aventurado a entrar, pero ya nada podía hacer nada, la terquedad había ganado esta vez, y aunque su esposo y uno que otro capitán de la fuerza policial le habían advertido de aquello cuando indago, ella había rehusado cualquier ayuda posible, y ciertamente aunque no hubiera lujos con ellos en ese momentos y si mucha ayuda para la gente habitante de aquel lugar, el carro era distintivo y por supuesto como siempre, la clase se nota o más bien se olfatea desde la distancia.
Ahora todo se resumía a aquellos hombres y mujeres con milímetros 9 y 69 querían hacer o deshacer.
El primero en salir del auto fue el mayordomo con el rostro tan pálido; fue tan visible que podria decirse que un vampiro habría succionado en esos instantes cualquier tipo de sangre que corriera sobre sus venas, la siguiente en abrirse fue la puerta que le permitiera a ella salir del auto, estando segura que no había sido su mayordomo el causante. Respirando profundamente salió del auto mientras trataba de controlar aquellos nervios visibles.
Una vez hubo abandonado su seguridad precaria brindada por el auto, miro a todos lados, determinando cada una de las personas de aquella pandilla. Al principio contando a su alrededor le figuraban ser unos 6, pero al alzar su vista visualizo un mínimo de 30, los cuales yacian ubicados en todos lados, incluso en la azotea de su propia casa.
- Caramba – exclamo para sus adentros.
Definitivamente era una red gigante donde claramente se notaba que dominaba el lugar o por lo menos las siguiente 15 cuadras subsiguientes a juzgar por la cantidad de todas esas personas que incluía hasta niños, aunque esto último no le sorprendió, aun si tenían ese tipo de armas, más bien el pesar en su corazón fue profundo, el mundo feliz donde su hija se reguardaba lo deseaba también para estos chicos, pero dándose cuenta de su poder para hacer algo mayor por ellos.
Respiro profundamente mientras miro aquel joven que tenía una banda en la cabeza, por su forma severa, su cuerpo atlético, los buenos 12 cm de estatura de mas que le sobrepasaban, su rostro duro pero hermoso, a pesar de aquella marquilla trasversal en su nariz junto con la torcedura de la misma evidentemente por partición del tabique, y la forma como los otros estaban atento a su movimientos le indicaron que este era por lo menos el líder actual de la panda.
Los miro a cada uno, analizando el semblante y su expresión sin decir ninguna palabra, buscando el momento adecuado de expresarse y al parecer este llego cuando todos dejaron de moverse y el joven líder solo guardo su arma, pero esto no significo que los otros bajaran su guardia.
-Vine solo a entregar algunas ayudas debido al invierno – Fueron las palabras que sus cuerdas bocales pudieron pronunciar debido al frio congelante en aquel momento.
- No tienen autorización para entrar en este barrio – hablo el chico denotando que a pesar de su rudeza no podía tener más de 18 años.
- Eso es cierto, pero su acción de junta comunal nunca respondió nuestras cartas para poder acceder al lugar – se enfrento la señora en un tu a tu con aquel joven al mirarlo directamente, donde los otros 5 chicos que lo acompañaban se echaron hacia atrás por la osadía de la señora que a pesar de ser tan delicada y frágil su franqueza de expresión era arrolladora.
- Madan~ -se escucho un pequeño jadeo proveniente del mayordomo en esos instante y el chico echo a reír ampliamente donde la ambición aumento en sus ojos y destellaron.
Este gemido fue aludido tras una mirada severa de la señora y luego paso para mirar al tipo.
- Obachan~ - digo el chico en todo cantado. – Es cierto que usted envió esa notificación en vista que no fue respondida no le pareció que fue un no como respuesta.
- No, no lo pareció, eso es ambigüedad, también me lo puedo tomar como si yo pudiera juzgar si entrar o no a este lugar – respondió con dureza, dejando a todos pasmados por lo fría y fuerte que su voz podría llegar a demandar, muy al contrario de su cuerpo.
- Bueno le tomaremos la palabra – agrego el chico una sonrisa ladea y miro a su guardia personal con el allí.
Estos se pusieron en sus respectivas posiciones, mientras el mayordomo casi se orina en los pantalones, como denotaban su sudor, mas sin embargo la señora se ergio mas de lo que podía hacer, haciendo la forma de ganso.
- En este momento están en calidad de secuestrado, ustedes encárguense de ello, decomisen las cosas y por supuesto… - tomo una pausa rápida y miro fijamente a la señora. – Deberá a ver un rescate por la insolencia. – dijo tomando su camino en el cual Meisa se aproximaba con un par de amigas.

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